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Los resultados de las primeras fases del proyecto Creación Piloto

El proyecto Creación Piloto nació con los docentes investigadores Luis Miguel Cajiao y Óscar Santana, ambos de la Escuela de Artes Escénicas, con la idea de compartir posibles metodologías dentro de los diferentes procesos de transmisión, sean pedagógicos y creativos. El primero lo recuerda así, en una especie de preámbulo de lo que tras ese punto de partida se ha ido generando.

“Es una propuesta de investigación interdisciplinar con un énfasis en reconocer metodologías que resulten del diálogo horizontal del cuerpo y la tecnología en diferentes medios, materialidades y dimensiones para la construcción de poéticas”.

A Creación Piloto se integraron luego Remigio Vásconez, funcionario de apoyo técnico, y las docentes Lorena Delgado y Pilar Aranda, apostando por una dinámica de trabajo que amplifiquen el compartir de vivencias, a manera de un registro de los procesos, refiere Cajiao.

“El proyecto de investigación se basa en propuestas colaborativas enmarcadas en laboratorios de exploración y retroalimentación, en los cuales se trae a modo de ensayo estrategias para complejizar la relación del cuerpo (eje de investigación) y la posibilidad de extensión, registro y traducción que nos brinda la tecnología”.

En una primera fase, Creación Piloto planteó, a través de laboratorios internos y espacios abiertos con agentes externos, generar tres propuestas creativas individuales, y en una segunda fase la realización de un trabajo escénico colaborativo donde confluyan las diversas metodologías trabajadas.

Las propuestas en mención, que Cajiao señala como resultados y primeros productos artísticos del proyecto, fueron llevadas a escena los pasados 13, 14 y 15 de diciembre de 2023 en Muégano Teatro. Estas fueron: la performance “El grito, la voz abyecta”, el movimiento “En el peor de los casos” y la instalación “El portal”.

Como intérpretes-creadoras de “El grito, la voz abyecta” interviniendo la estudiante Paola Zamora y la docente Pilar Aranda, quien dirigió la perfomance, concebida como “una experiencia escénica para seguir averiguando dónde reposan o se atoran las palabras sin aire. Crear puentes, excavar y excavar para formar sonidos deformes, extraviados en los huesos, la carne, las articulaciones. Encontrar la voz que esculpe, talla, corta, rebana, moldea”.

Con la colaboración audiovisual de Dome Ordóñez y Antonio Zamora, “El grito, la voz abyecta” consistió en presentar y compartir algunos descubrimientos y hallazgos logrados en este tiempo de lecturas, reflexiones y experimentaciones junto a Paola Zamora, anota Aranda. Agrega que hicieron también un pequeño laboratorio donde se convocó a otros estudiantes y miembros de la comunidad interesados en indagar sobre su voz. “Es un ejercicio, una pequeña composición para la escena de aquellas cosas que fueron experimentando a partir de la pregunta: qué me deja sin voz, y a partir de la afirmación: estoy sin voz”.

Al principio el diapasón fue muy grande porque simbólicamente la voz podría ser muchas cosas, explica Aranda. “Finalmente cerramos el diapasón y la llevamos a la voz hablada, la voz que suena desde el cuerpo”. La artista y docente manifiesta también que quisieron “compartir un pequeño viaje reconociendo cosas obvias, como los órganos o sistemas que intervienen en la voz para hablar, para respirar, lo que implica y requiere para hablar, como es el aire, el oxígeno, las musculaturas que intervienen”. Perfomaron, dice, con el sonido primal que es el grito y compartieron e invitaron a la audiencia a gritar colectivamente.

El pequeño laboratorio con las y los compañeros de Danza fue como el primer paso para empezar a compartir estas ciertas herramientas que iban descubriendo para llegar a sus cuerpos y voces para abrirlos y potenciarlos. En la experiencia escénica contaron con el testimonio de quienes participaron en el laboratorio y docentes que dan clases de voz en música y danza. “Interesante (es) escuchar cómo viven la experiencia de su voz”.

La dirección y coreografía de “El peor de los casos” estuvieron a cargo de Luis Miguel Cajiao y Oscar Santana y como intérpretes-creadores intervinieron Abel Bermúdez, Emilia Burgos, Gabriel Mieles y Odalys Vergara. El paisaje sonoro lo realizó Mauricio Bombón.

La puesta en escena buscó suspender y reordenar tiempo y espacio. Con la premisa de divagar en los pensamientos se dibuja un juego de tensiones entre los cuerpos, objetos y emociones para construir una multiplicidad de sentidos. En una especie de laberinto, desordenamos las escenas para cada presentación, invitando a construir un sentido nuevo en cada ocasión. Es una insistencia por escuchar el sonido de una casa de quien la habita, de un espacio y un cuerpo que se desvanece, refiere Cajiao.  

Se decidió hacer una colaboración de diálogo porque en los intercambios de los procesos de investigación hubo puntos de encuentro y similitudes, y se juntaron fuerzas para un solo producto. Buscaron entonces a los cuatro intérpretes y trabajaron por casi ocho meses en la propuesta, con una periodicidad de dos veces por semana, que luego se intensificó. “Estoy satisfecho con los resultados porque pudimos transgredir y volcar esas instancias de investigación que fueron orientadas desde diferentes intuiciones y metodologías de trabajo que traíamos como propuesta y surgieron otras”.

Una manera acertada de organizar el material que surgió de los procesos de investigación muy a puerta cerrada, pero que atravesaron laboratorios que se fueron abriendo durante el periodo. Hicieron tres con diferentes temáticas, desde la experimentación con objetos y con  materialidades –fundamental en la puesta en escena–, otro desde la escritura y un tercero más orientado a la composición.

“El portal”, en cambio, partió de la comprensión de lo determinante que resulta la convivencia con la tecnología hoy en día y se planteó una instalación interactiva a través de un camino que permitió explorar principios de algunos de nuestros sentidos en relación con el entorno. Captados por sensores de movimiento y volcados hacia una traducción poética, articulando recursos sonoros y audiovisuales con la kinestecia de los/las participantes. Un recorrido que intenta expandir y traducir la percepción y sensación. Su diseño y programación los realizó Remigio Vásconez, con la colaboración de Mario Correa.

Luis Miguel Cajiao expresó que el proyecto sigue ampliando su metodología. En 2023 viajó a México para participar en unos festivales donde dialogó con otros docentes y artistas. En este 2024 repetirá la experiencia y la invitación se extendió a Óscar Santana “y así ir teniendo incidencia internacional y colaboraciones con otras universidades y artistas”.

Fotos: Creación Piloto y de Alison Solis Pérez.

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