En el centro de la Sala de Usos Múltiples del pabellón Araceli Gilbert, ubicado en el antiguo palacio de la Gobernación, sede matriz de la Universidad de las Artes, un altar compuesto por fotografías, plantas medicinales, poemas y varias botellas con viche recibió a los participantes del taller “Encuentros vicheros, prácticas de resistencia de mujeres negras”, propiciado en el marco de la agenda académica “Casa Afuera” que nuestra institución organizó por el Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015-2024).
Teniendo como tallerista a la poetisa, escritora y gestora cultural Mayra Mina, el taller se desarrolló del 24 al 27 de junio pasado como un espacio de exploración y creación colectiva donde se gestan procesos comunitarios de cimarronaje para la escritura, la investigación popular y la documentación situada que permitan entablar diálogos intergeneracionales como mecanismos para imaginar otros mundos posibles. Así, la instalación de los altares vicheros son dispositivos de activación y ritualidad de los cuerpos negros y sus existencias.
En los procesos de memoria y construcción del tejido social, el viche se asume no como una bebida alcohólica, sino como una tecnología ancestral que permite el conocimiento y la juntanza. Mayra Mina así lo hizo, pues compartió conocimientos, raíces e identidad cultural en un taller que propuso descolonizar la mente y abrirla a poderosos saberes de las comunidades negras del Pacífico colombiano y del Oriente de Cali, de donde la tallerista es originaria.

“En este altar están los conocimientos de mis antepasados, pero yo agregué los míos, porque tengo mi forma de interpretar y reinterpretar mi historia; sé que es importante conocer mi pasado para contarlo con mi propia narrativa”, expresó, dando a conocer, además, que el protagonista del encuentro, el viche, es una bebida ancestral espiritual y espirituosa. Espiritual porque se relaciona con prácticas y manifestaciones culturales del marco religioso, de festejo y de sanación. Espirituosa porque contiene cierto grado de alcohol, pero que no busca alcoholizar.
Sentada alrededor del altar que señaló hacer creado, Mayra Mina fue pasando la botella de viche para que todos los participantes puedieran experimentar esa conexión entre cuerpo, mente, alma e identidad.
El proceso de ingerir el viche no tiene una forma correcta, pues depende de lo que se sienta, de lo que se desee, de la petición o del agradecimiento que se quiera realizar. Se debe, sobre todo, estar consciente de la práctica como un momento de sanación, un espacio para hacer y responder preguntas, refirió Mina.
También se realizó la composición de poemas pensados desde el pasado, desde el vínculo familiar, cultural y geográfico para recordar y fortalecer los lazos invisibles con los ancestros y así comprender quién es la persona que se mira al espejo todos los días. Mina mencionó que vivir no solo es escribir un cuento, un texto o un libro, pues hay muchas formas de escribir la historia; es algo que se crea a cada minuto y permite diferentes perspectivas en la narrativa.

Mientras guiaba a los estudiantes en la siguiente tarea, que consistió en acostarse en el suelo boca arriba con plantas como manzanilla, ruda, cedrón y romero entre sus manos, Mina contó lo especial que es el viche curado, una especie de viche hecho con plantas, hecho especial y únicamente para cada persona. Durante aquel momento de relajación y comunión confesó cómo la caña de azúcar destilada es la base para esta bebida, la cual es guardada en lugares oscuros y sin presencia de humedad, tapadas con trapos y, en ocasiones, enterradas.
Mayra Mina complementó el momento recitando una oración que, aunque pequeña, anotó era muy significativa: “Esta pócima de amor y sanación, preparada con viche y plantas curativas para entrar a nuestro cuerpo con palabras dulces y amorosas del buen querer, será alivio para nuestros males y cura para mi consuelo”.
Desde sus raíces, con su historia, su forma de vestir, su cabello y su narrativa, Mina expresó con toda libertad: “Aquí estoy, esta soy yo”, y dijo sentirse orgullosa de su presencia, de quién es, de quién fue y de quién puede llegar a ser mañana.
Cobertura: Romina Ramírez, estudiante de la Escuela de Literatura. Edición: Carmen Cortez/Dircom.







