La charla magistral “El cuerpo indio: desde la etno- a la indege-pornografía” dio a conocer al escritor y académico Joseph Pierce en la Universidad de las Artes. Vino invitado por la Escuela de Literatura para participar en “Manglar 2024: Encuentros de arte, educación y espacio público”, que se desarrolla en las instalaciones UArtes –como en la Plaza Pública del MZ14, donde tuvo lugar la ponencia– y varios barrios de la ciudad.
La exposición de Pierce se registró este lunes 7 de octubre, en la jornada inaugural de la cita. Fue una de sus participaciones, pues desde hoy, martes 8, hasta el jueves 10 dictará el taller pedagógico “Tendencias de las narrativas del Siglo XXI”, en el Salón Multifuncional de la Biblioteca de las Artes.
Joseph Pierce es docente de Literatura de la Universidad de Stony Brook y ciudadano de la nación Cherokee; cuenta con varias publicaciones y entre las más recientes “Five Manifestos for the Beautiful World”, de la colección Alquimia de Penguin Random House Canadá, que la directora de la Escuela de Literatura, Alejandra Zambrano, mencionó en su intervención la inauguración de Manglar 2024.



Cuerpo indígena en el imaginario colonial
Antes de la charla magistral, en diálogo con InfoUArtes Pierce adelantó que el argumento y la provocación inicial de su exposición se sustentaba en que el cuerpo indígena siempre está desnudo en el imaginario colonial y que desde los primeros relatos coloniales que describen cuerpos indígenas, se fascinan casi de manera lasciva de las partes íntimas de las diferentes comunidades que encuentran. Ese imaginario etnopornográfico ha perdurado a lo largo de los siglos, sostuvo.
Agregó que el concepto de desnudo es europeo, que no lo tenían los indígenas y que viene de la propuesta moral que implicaba un juicio a los cuerpos. También del proceso de dar género a estos cuerpos, que muchas de estas comunidades no tenían el mismo binarismo de género con lo que implica eso para la política, la cultura, la economía y el arte. “Desde una perspectiva holística estoy tratando de vincular el cuerpo erotizado con la política de resistencia anticolonial”.
El tema lo propuso para Manglar 2024 porque el próximo año presentará un libro y pensó oportuno tratar de socializar esas ideas en la cita. Mencionó también que para el taller pedagógico “Tendencias de las narrativas del siglo XXI” se propuso explorar nuevas formas narrativas centradas en interculturalidad, archivos contrahegemónicos y poéticas del margen con enfoque en el sur global y feminismos de coloniales.
Manglar 2024, anotó, lo trajo por primera vez a Guayaquil, pero no a Ecuador porque con Alejandra Zambrano, a quien le une una amistad de casi 20 años, estudiaron el doctorado e hicieron proyectos de educación artística en Bahía de Caráquez y Quito, y también en otras partes de Latinoamérica.

Presentación se deriva de nuevo libro
Ya en la charla magistral, Joseph Pierce reiteró que su presentación se derivaba de uno de los capítulos del libro que publicará en 2025. Se titula “Cuerpo” y consta de una introducción histórica y tres casos concretos en los que analiza el cuerpo indígena desnudo. Su metodología depende de dos conceptos claves: la especulación en su doble acepción, que se refiere a una mirada hacia el horizonte tanto hacia adentro en autocontemplación como la relación que significa algo específico en el contexto indígena, la reciprocidad, el mantenimiento del cosmos, la política y la cultura a través del ejercicio del mutuo reconocimiento con seres humanos y no humanos, pero también significa historia, relatar, contar en su conjunto.
Que intentaba encontrar formas de relatar y relacionar, las cuales oscilan entre un anclaje ancestral y un futuro posible especulativo, refirió en la pantalla (ubicada del lado derecho de la Plaza Pública del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes) se leía “Argumento: el indio siempre está encuerado en el imaginario colonial”.
“Tener un cuerpo indio es estar expuesto a la mirada tanto de la fantasía colonial como del régimen colonial, depende del despojo del territorio indígena”, refirió, señalando que si en el ámbito de la historia del arte un desnudo se concibe como una representación artística del ser humano, el indio, que no tiene la misma humanidad que el ser humano, no puede estar ni representarse como un desnudo, sino siempre inevitable encuerado.
Cuerpo encuerado incluso cuando está vestido
Cuando se estudia el cuerpo indígena, explicó Pierce, ese cuerpo es despojado de sus relaciones cosmológicas epistémicas, despojado de las series de acciones que constituyen su praxis. (…) El cuerpo indígena queda encuerado incluso cuando está vestido. La ropa no nos salvará. El indio encuerado es un tropo que ha sido aprovechado para demostrar el supuesto atraso y salvajismo de los pueblos indígenas durante siglos, expresó y agregó que las primeras inscripciones de los pueblos indígenas por parte de los conquistadores se centran en su desnudez, la cual los europeos entendieron como una prueba del atraso moral y feminización.


Desde las primeras representaciones de los pueblos indígenas encuerados hasta el desarrollo de las técnicas antropológicas de observación y estudio, el conocimiento sobre los indios se facilitó despojando su cuerpo de ropa. Ya sea a través de técnicas pictográficas o del estudio antropométrico, el cuerpo del indígena se ha tomado como técnica de “transparentar la verdad de su historia y su futuro”, esa premisa es lo que algunos críticos han desarrollado como la etnopornografía.
Desde esta perspectiva, dijo Pierce, toda observación colonial se basa en un deseo de saber y de crear la otredad. No es simplemente una laguna de conocimientos científicos, sino una incitación a dominar lo que la ciencia afirma que aún no conoce. La etnopornografía es un modo de observación colonial que se relaciona con un deseo profundamente arraigado de penetrar al otro, descubrir al otro. No es simplemente entrar en un territorio previamente desconocido, sino tomar posesión de su conocimiento y así como el territorio y los cuerpos que producen y mantienen ese conocimiento en los relatos coloniales, los cuerpos indios son bellos, esbeltos, carnosos. La tierra exuberante, incitante. Esperando ambos ser tomados. Esa conexión entre carne, corporalidad, tierra y poder es central en todos los relatos que aboguen por el derecho de adueñarse de esta tierra.
Encuentro entre indígenas y europeos
Hizo alusión a una famosa imagen del primer encuentro entre los pueblos indígenas y los europeos: la alegórica ‘América’, que es un grabado hecho a partir de un dibujo de 1580 de una indígena y Américo Vespucio, mencionó Pierce mostrándolo en pantalla. Que ha recibido mucha atención académica desde una variedad de perspectivas, anotó, señalando que parte de su atractivo como alegoría es que puede soportar interpretaciones divergentes para decir que marca un binarismo de género, una relación de poder desigual y un deseo sexual colonial a partir del cuerpo indígena desnudo. Vespucio se representa con la vestimenta de la ciencia del poder político de Europa, mientras la india espera merecer su colonización debido a su desnudez y aquí su canibalismo.

Seguidamente, Joseph Pierce anunció que saltaría al Norte de Argentina y alrededor de 300 años para analizar al antropólogo que reemplaza el conquistador a lo largo del siglo XIX, buscando formas cada vez más precisas de ordenar los cuerpos. La fotografía antropométrica llegó a constituir la metodología taxonómica preferida. Los antropólogos imaginaron la fotografía como una extensión de la visión objetiva de la ciencia positivista, utilizaron la fotografía no solo para documentar diferentes tipos humanos, sino para consagrar esas diferencias como parte del creciente consenso occidental que sostenía que el sujeto blanco europeo representaba la cúspide de la civilización.
Para justificar objetivamente la superioridad blanca, los científicos necesitaban una base de datos de mediciones humanas –idealmente de todos los diferentes pueblos– para hacer inferencias que, por supuesto, estaban predeterminadas sobre la jerarquía del desarrollo humano. Esta jerarquía posicionaba a los blancos como el grupo más desarrollado o civilizado y a los indígenas y afrodescendientes en una fase anterior del desarrollo histórico.
El expositor compartió información de Lehmann-Nitsche, quien publicó su investigación en 1908 con un informe titulado “Estudios antropológicos sobre los Chiriguanos, Chorotes, Matacos y Tobas (Chaco occidental)”, el cual incluyó medidas, color de piel, ojos, cabello y salud dental de aproximadamente 160 trabajadores indígenas.
También, y al término de su ponencia, Joseph Pierce hizo referencia al monumento de Guayas Quil (2016). La vio al llegar a Guayaquil y al buscar en internet leyó un artículo donde el exalcalde Nebot indicó que faltaba un monumento a nuestro origen. Se preguntó, entonces, para quién… qué historia, qué trabajo artístico y social, Guayas y Quil forjados en bronce con un hijo que, supuestamente, representa el cuerpo del pueblo guayaquileño. ¡Otra América alegórica! “Y no puedo dejar de pensar que el argumento sigue vigente: el indio siempre está encuerado en el imaginario colonial (…)”.
Seguidamente a la intervención de Pierce, se dio espacio para las preguntas y reflexiones del público, en su mayoría de la comunidad UArtes.







