En Misión Alianza de Monte Sinaí, el artista Julio Huayamave, representante de Planthamé Sur Realidades, presentó los resultados de la residencia comunitaria que realizó en ese sector de Guayaquil. La desarrolló tras ganar la convocatoria pública que hizo para su tercera edición “Manglar 2024: Encuentros de arte, educación y espacio público”, evento organizado por la Escuela de Literatura y el Departamento Transversal de la Universidad de las Artes.
La presentación de resultados, efectuada el martes 8 de octubre, corrió a cargo del docente UArtes Marcelo Leyton, de la carrera de Creación Teatral de la Escuela de Artes Escénicas, quien ha puesto en marcha en el lugar los proyectos de vinculación con la comunidad “El Gran Teatro de Monte Sinaí” y “Bibliotricimoteca”, que se encuentra en su tercera fase.
En diálogo con InfoUArtes, Julio Huayamave señaló que planteó “A.E.I.O.U.” como una propuesta de estudio cuyas siglas –AEIOU– es la antropología escénica ideal, organizada y unida. Acompañó las siglas con “Cuántos años tienes tú” como la manera lúdica de un juego que toma como base que las vocales, asimismo, denotan la base del lenguaje.
Señaló que “A.E.I.O.U.” abrió un espacio para construir el lenguaje básico en la escena, el cual parte del trabajo de la memoria e historias familiares que habitan en cada ser humano. “Desde la base de la infancia aprendemos las vocales y son parte del desarrollo de la lecto-escritura, ya que vamos leyendo y escribiendo, y en ese camino podemos escribir nuestra historia personal, individual, familiar, colectiva y social”.

“A.E.I.O.U. Cuántos años tienes tú” estuvo dirigida al Gran Teatro de Monte Sinaí, grupo que surgió del proyecto de vinculación con la sociedad impulsado por Marcelo Leyton y que integran jóvenes del sector. Participaron 18 de ellos, quienes asistieron con compromiso, disposición y predisposición al ejercicio, al juego de la memoria, al juego del cuerpo, al juego de arriesgarse en el buen sentido. “Ellos participaron y detrás de ellos estuvo la familia, la cual también es partícipe directa e indirectamente”. Esto porque sus miembros, explicó Huayamave, asumen el acompañar y las clases, asumen la responsabilidad.
La residencia comunitaria se desarrolló básicamente los días sábados de manera intensiva y los martes hubo un acercamiento a un trabajo de campo, como la visita a las familias; un acercamiento con la madre para conversar, a manera de entrevista, de dónde viene, a qué se dedica. Un diálogo sobre su memoria y recuerdos, como para tener un recurso más firme y poder llevar bien el ejercicio, dijo el artista residente.
Agregó que la propuesta la planteó para Manglar 2024 como una necesidad social y personal. “Siento que lo personal siempre es atravesado por lo social y lo colectivo, entonces, si estamos bien en lo personal e individual estamos bien en lo colectivo, en lo familiar, en lo social”.
Se desarrolló como una temática en Monte Sinaí y sus alrededores, donde hay migraciones internas y también de fuera del país. “Estas migraciones, vistas desde un árbol de vida que todos tenemos, es una mirada de cómo la suma de ellas construye Monte Sinaí o construyen las ciudades principales del mundo, en este caso también Guayaquil. Sin embargo, estas historias suelen ser invisibles en el metarrelato oficial”.


En este proceso, Huayamave mencionó que se compartió, a manera de indagar la memoria individual, “la memoria de la familia, de dónde viene cada quien, desde dónde vino mi madre, mi padre, mi abuelo, mi abuela, marcando esas rutas, esos caminos y esos trayectos donde se va haciendo un mapa a manera de líneas suspensivas que van hasta donde estamos ahora”. En el caso de la residencia, sus participantes, que fueron los chicos y chicas de El Gran Teatro de Monte Sinaí.
Debido a la crisis energética que vive el país, ocasionando cortes de energía, la propuesta observó unos pequeños cambios por sugerencias de la directiva. Fueron cambios que no alteraron los resultados. El montaje fue adaptado y, al mismo tiempo, potenciado. El contenido no cambió su concepto ni la idealización y visualización del proceso del producto, el cual siguió siendo el mismo.
Para la propuesta, añadió Huayamave, se utilizó desde el teatro o desde la expresión física mucho de lo psicológico y emotivo, yendo hacia esa memoria de cada uno de los participantes e induciendo, en el buen sentido, las historias individuales. “Me atreví a esto que es más delicado –a trabajar con la memoria individual y con las emociones–, cuidando y conteniendo a cada participante para que puedan entrar en el ejercicio y salir ilesos, y teniendo muy claro aquellas cosas que encontraron en sí mismos y que son sutiles; esas emociones que están allí un poco cultas o que no queremos ver y que el ejercicio escénico nos permite indagar”.

Argumentó que la experiencia fue gratificante para él, puesto que cada vez que desarrolla el ejercicio surge una retroalimentación. “Siempre es grato, porque es la experiencia que ellos tienen y en la que yo me reflejo también desde mi individualidad. Hay una cercanía. La experiencia es muy similar, una experiencia que puede cruzar las fronteras porque es compartida. Nos reflejamos como humanos, más allá de las fronteras”.
De los participantes, Huayamave comentó casos como el de dos hermanas procedentes de Colombia con quienes se reflejó o participantes cuya madre era de Manabí o su padre de Esmeraldas o de Loja. Esto para señalar también que “la territorialidad estuvo presente y cómo esa territorialización nos empodera en este contexto, en esta actualidad, en la cual ellos ya han crecido en Guayaquil y es desde este territorio cómo también se pertenecen a este espacio”.
Huayamave reiteró que, para él, la residencia comunitaria realizada en Monte Sinaí le permitió reflejar una realidad personal y social, la cual lo afecta en el buen sentido porque le conmueve escuchar historias. “Me recuerdo yo también y creo que es algo colectivo. Me da siempre entusiasmo y me motiva a seguir en este camino que es el oficio del arte y de la memoria. Me llena estar haciendo esto porque voy encontrando otra manera de hacer. Creo que todo está hecho y que uno no inventa nada, sino que vuelve a reconstruir y rehacer; es en esto que me estoy reinventando, lo cual siempre es motivante”.

Fotos: Paúl Betancur, estudiante de la Escuela de Artes Visuales en PPP en Manglar 2024.







