Una reflexión crítica sobre la construcción performática de la identidad femenina digital, guiada por la teoría del simulacro de Jean Baudrillard. Es la propuesta que la estudiante Erika Cárdenas Patiño llevó a la galería de cristal de la Biblioteca de las Artes con la muestra de titulación “Hiperfamiliar: la mujer y el simulacro”.
“Me interesa pensar el cuerpo femenino no como una esencia, sino como una superficie intervenida, donde operan procesos como el artificio, la repetición y el deseo. De esta forma, el cuerpo deja de ser sujeto y se convierte en una especie de superficie-signo y en una imagen construida, exagerada y mutante, moldeada por una lógica de hiperrealidad”, escribió la estudiante expositora en sus redes sociales, donde invitó a las visitas guiadas que tuvo “Hiperfamiliar: la mujer y el simulacro”, la cual coronó un proceso de varios meses de investigación y producción artística.
Familiares, amigos, compañeros de aulas y docentes acompañaron a Erika Cárdenas a la inauguración, donde su tutor y docente, Xavier Patiño, destacó el trabajo realizado, mientras que la autora reveló que llegar al tema de su propuesta no fue un camino recto: “Siempre me costó definir mi investigación; veía a compañeros que tenían claro su proyecto desde el inicio. En mi caso, el punto clave fue la conexión con lo femenino como experiencia personal y cultural”.



Tras un proceso de aterrizar ideas en los últimos dos semestres, con apoyo docente encontró una línea que, dijo, considera relevante para el arte contemporáneo y el debate social. “Hiperfeminidad emerge para confrontar el simulacro: el cuerpo deja de ser esencia para convertirse en superficie-signo. Lo femenino se muestra fragmentado, contorsionado y en mutación constante. No se busca representar una figura real, sino exponer un sistema de signos que habita lo cotidiano bajo la teoría de la hiperrealidad. Inspirada en Jean Baudrillard, las formas repetidas de lo femenino circulan como espectáculo; aquí, su hipervisibilidad se amplifica hasta convertirse en un espejo que revela su carácter construido, ornamental serial.
La elección de la Biblioteca de las Artes como sede no fue casual, pues por tratarse de un espacio educativo y cultural, de tránsito de muchas personas, permitió que su obra dialogara con públicos diversos. El piso de vidrio del lugar, de allí su nombre como galería de cristal, terminó por reforzar la atmósfera “exhibicionista” de una propuesta que examinó la visibilidad de los cuerpos femeninos en entornos digitales.
De entre las obras de Erika Cárdenas destacó “Habitáculo”, una instalación de cinco estructuras suspendidas que evocaron vestidores circulares del fast fashion, pero sin cortinas: los cuerpos expuestos se mantuvieron en constante transformación. “Quise mostrar la performatividad de la feminidad, sin ocultar el proceso”, dijo la artista.




La muestra incluyó pinturas al óleo y una serie de quince acuarelas. Mientras que en el lienzo los cuerpos se funden en una masa unificada –desplazando el rosa al fondo para destacar la piel–, en las acuarelas cada figura conservó su individualidad y proceso de cambio. “No soy la misma de hace cinco años; esta serie habla de esa transformación constante”, explicó.
La instalación final, un Vanity completamente rosa con un espejo deformante y un cajón que, con un líquido no newtoniano, sintetizaron el concepto central de la muestra: la atracción de un mundo virtual aparentemente accesible, pero del que resulta difícil salir.
Casi a la par de su muestra de titulación, Erika Cárdenas hizo la defensa de su tesis (el 21 de agosto), justamente el día de la última de varias visitas guiadas en la que recalcó que la muestra no era solo para mujeres o jóvenes, sino un espacio cultural abierto a interpretaciones, preguntas y nuevas miradas sobre lo que entendemos como realidad.


Texto: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura. Fotos: Harold Maridueña/Biblioteca de las Artes y Dircom.







