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La experiencia de ser usuaria de la lengua de señas impulsó a Lila Murillo a crear el taller “Bajo la ceiba joven”

La estudiante de la Escuela de Literatura Lila Murillo es usuaria de la lengua de señas desde hace siete años y tras enterarse de que a su sobrino pequeño le fue detectado hipoacusia (incapacidad total o parcial para escuchar sonidos en uno o ambos oídos). Al pasar de los años, su audición ya no era perfecta, más no la había perdido por completo.

Ya para esto, junto al resto de su familia, Murillo había tomado la decisión de estudiar a profundidad sobre la cultura sorda; las personas, su lengua y demás. Inició un curso básico en la Asociación Comunitaria de Sordos de Guayaquil, aprendiendo principalmente vocabulario.

La lengua de señas tiene el mismo nivel que cualquier otra lengua, explica Murillo. Tiene su propia gramática y funcionamiento, en tanto no se trata de una traducción del español. “Está en calidad de idioma. No es una traducción, aunque sí depende del contexto nacional. Se usan ciertas señas para expresar ideas en concreto”, agrega la estudiante. Cada país, y sus respectivas regiones, cuentan con su lengua de sueña.

En mesa de inclusión y taller

Ingresó a la UArtes en 2018, donde conoció a estudiantes sordos de la Escuela de Artes Visuales cuando participó en una mesa de inclusión. En dicha mesa, que contó con la presencia de algunos docentes, se plantearon alternativas para inculcar la inclusión en la UArtes. A partir de esa experiencia, nació un taller propiciado por el actual rector, doctor William Herrera, y el entonces Vicerrectorado Académico, denominado “Sensibilización y herramientas para la comunicación con personas no oyentes” y del que Murillo formó parte. El mismo contó con la participación de docentes y administrativos.

Murillo expresa que ella, legalmente, no podía enseñar lengua de señas, ya que esta no puede ser dictada por personas oyentes al ser considerada parte de la cultura de la comunidad sorda y “no hay mejor persona para enseñarte la lengua de señas, que una persona sorda”. En ese sentido, se encargaba de transmitir señas básicas, herramientas, concientización y sensibilización a las discapacidades.

En 2019, a raíz de la materia Estudios de la Lengua en Castellano II, realizó junto a varias compañeras, un proyecto de transliteración, traducción e interpretación de un poema escrito por las integrantes del grupo y Murillo se encargó de la lengua de señas. El proyecto se convirtió en un trabajo de experimentación de interpretación de poesía en lengua de señas, ahora a su cargo. El mismo fue presentado durante Libre Libro 2019.

Encuentro “El Arte de Incluir”

Fue exponente de “El Arte de Incluir”, un encuentro académico de arte y discapacidad, celebrado en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) en el mismo año y que contó con la presencia de parte de la comunidad sorda. Fue presentado allí su proyecto de interpretación de poesía en lengua de señas “Poesía no sonora”.

“Fue bien visto porque es algo que todavía no es explorado. La lengua de señas todavía no es explorada en Ecuador. Su mayor problemática es que no hay acceso a la comunicación, no hay obras interpretadas para la comunidad sorda. Estamos en nada, en cero, en un campo que hay que descubrir”, dice Murillo.

Tuvo que dejar su estudio e investigación en stand by por un tiempo, mas llegó el momento de impulsarse a continuar con las bases que había construido. Durante el año 2020, a la par con sus estudios en la UArtes, se inscribió al Instituto Tecnológico Superior CRE-SER de Quito de manera virtual, para así poder certificarse como intérprete de señas, entender todavía más cómo funciona la lengua y estar lingüísticamente preparada para poder realizar proyectos a futuro.

Adquirió conocimientos para la realización de talleres, dentro de sus prácticas de Vinculación con la Sociedad y su itinerario de Pedagogía. Realizó talleres de escritura creativa para la comunidad con niños oyentes, pero usuarios de la lengua de señas, de manera particular. Adicionalmente, fue intérprete ocasional de Wilson Vélez, estudiante de la Escuela de Artes Visuales, así como de algunos otros alumnos durante horas de clase.

Gestual, corporal y performativa

Hoy en día, con mucha más experiencia, genera un taller de creación literaria en lengua de señas llamado “Bajo la ceiba joven”. ¿Por qué creación y no escritura? Porque la lengua de señas no tiene una versión escrita, revela, en tanto es esta gestual, corporal y performativa. Solange Rodríguez, docente de la Escuela de Literatura y su tutora, la guio durante el proceso; y Gabriela Castro, alumnus UArtes, en cuanto a manejo de talleres literarios.

Debido a la falta de bibliografía sobre interpretación de señas en Ecuador, tuvieron que recurrir a material de países como Inglaterra y Francia, donde el estudio se encuentra mucho más avanzado. Aun así, indica que la literatura de lengua de señas se queda exclusivamente en la interpretación y no trasciende a la creación.

“¿Qué pasa con las personas sordas que tienen cosas que contar? (…) ¿Será que las personas sordas también cuentan cosas? En mi ignorancia, o, ¿simplemente no lo hacen? ¿Qué literatura consumen? ¿Qué cuentos consumen? Con esas dudas empecé a interactuar más con la comunidad”, comenta.

La convocatoria para el taller fue realizada desde Educación Continua para la comunidad sorda que domine la lengua de señas, ya sean hopas, es decir, hijos oyentes de padres sordos que tienen como primera lengua la de señas, pero conocen el español; o bien, personas sordas. A partir de ello, se conformó un grupo variado de ocho personas, a quienes Murillo imparte clases grupales y sesiones personalizadas desde el día 30 de noviembre de 2022.

Cuento, microcuento y relato

El taller abarca los géneros de cuento, microcuento y relato. Se espera la realización de tres ejercicios de creación por persona, con la intención de hacer una recopilación de productos y poderlos presentar como una primera semilla de creación literaria en lengua de señas ecuatoriana. Hasta la fecha, expresa Murillo, cada participante ha creado su primer cuento, con dos microcuentos más en proceso.

En cuanto a las creaciones, Murillo confiesa que “me han dado una bofetada. Hay historias que han creado en los talleres que tienen una riqueza inmensa”, destacando el trabajo de cómic en lengua de señas y traducido al español escrito, elaborado por Wilson Vélez. Enfrentándose, de esa manera, a las distintas gramáticas que tienen la lengua de señas y el idioma español.

Murillo les ha interpretado varios cuentos en lengua de señas a los estudiantes, sobre todo cuentos latinoamericanos como “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga, “El ahogado más hermoso del mundo” de Gabriel García Márquez, “El Árbol” de María Luisa Bombal, entre más obras variadas con las que la estudiante ha trabajado a lo largo de su carrera universitaria.

“No hay muchas intérpretes de Ecuador, entonces tenemos que crear bibliografía base. Tenemos ese compromiso con la sociedad. Aquí está el proyecto, lo que hare será mi granito de arena”, señala acerca del tema que también forma parte de su proyecto de titulación.

Más información en: https://lilalimon.wordpress.com/
https://labpoesia.wordpress.com/2020/10/10/como-se-hace-un-poemario-expandido-2/

Texto: Daniella Vera S., estudiante de la Escuela de Literatura.
Fotos: Cortesía

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