La inauguración del IV Encuentro Escénico tuvo sabor a bienvenida, una que fue concebida por la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes, su organizadora, como un diálogo con los artistas. Sucedió esta tarde en la terraza del patrimonial edificio El Telégrafo.
Bertha Díaz Martínez, directora de la escuela, manifestó que el encuentro en su cuarta edición tenía como ejes centrales el trabajo emergente en el lenguaje y categorizar los escenarios para que puedan ser renovados. El rector de la UArtes, William Herrera, destacó que cada edición en sus últimos tres años se ha caracterizado por asumir retos y actos rebeldes necesarios. Agradeció por demostrar que no solo el arte es una invitación estética, pues en el contexto de los 10 años de la creación de la universidad es fundamental atreverse, en sus tres años de autonomía y cogobierno, a levantarse, hablar de memoria y procesos.
Agregó que, de las cuatro universidades emblemáticas creadas, dos fueron intervenidas. La Universidad de las Artes ha vivido en la incertidumbre, pues existe una serie de recortes del gasto público. “Es en ese momento donde se renuevan las ideas para salir adelante como país. Deseo que esta invitación del encuentro escénico sea un espacio donde los gestores y artistas puedan crear procesos, propuestas para que los países sean visibles y puedan ser escuchados”, dijo y concluyó su intervención indicando que quienes conforman la Escuela de Artes Escénicas ya han creado una memoria a lo largo del proceso que ha tenido la universidad.
Seguidamente, Bertha Díaz presentó a los artistas participantes de la cuarta edición del encuentro. Por invitación del Vicerrectorado de Posgrado e Investigación en Artes, la Colectiva Laboractores de Colombia para la muestra “Yerbateras”, una propuesta sobre saberes ancestrales y espacios interdisciplinarios no convencionales donde la mujer cura en base a lo aprendido de las plantas.
También Cuauhtémoc Lara Razo y Lucía Fernanda Corbello de México, a cargo del laboratorio “Expedientes Secretos Guayaquil”, un trabajo que consistirá en construir un archivo de la memoria del espacio en los pueblos, barrios y ciudades. “Este expediente de Guayaquil es rebelión hacia las pedagogías, instalaciones de piezas que se vinculan con la historia, la cartografía y los territorios. Estas investigaciones permiten que un escenario salga del ocio”, precisó Díaz.
El Colectivo Norte de Ecuador, integrado por estudiantes de la Universidad de Cuenca, presentes en el encuentro con la muestra “El Pan de las 10”, donde el break dance, el teatro, lo circense y la danza tienen un diálogo con el espacio escénico.
La investigadora Sara Idárraga Hamid, de Bogotá-Colombia, a cargo del proyecto “Des-emboca-dura”, donde el lugar y la rebelión del cuerpo se fusionan para crear un lenguaje.
Andrea Alejandro Freire, fanzinera, poeta, gestora cultural e interdisciplinaria intervino en el conversatorio con un manifiesto, pues, anotó, considera a la UArtes como su casa. En un extracto de dicho texto expresó la importancia de los trabajos colectivos que generan un universo afectivo y escrituras duraderas. “Los artistas serán capaces de crear espacios escénicos. La creación teatral es el espacio para la memoria múltiple y con la ayuda de la educación pública el arte es un derecho. Como seres humanos, como hombres, como mujeres somos de clase obrera y la educación pública nos transforma como artistas. ¡La educación pública en las artes es un derecho!”, concluyó recibiendo un sonoro aplauso de la comunidad universitaria.
Las docentes Lorena Toro y Vanessa Pérez manifestaron su emoción por sus palabras y la responsabilidad del trabajo realizado por estudiantes que realizan sus prácticas preprofesionales, pues es una alegría ser testigo de cómo van encontrando su propia voz y su propio espacio, donde su arte pueda manifestarse por todo el país.
Cobertura: Michael Medina, estudiante de la Escuela de Literatura.