Logo-UArtes-white
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Danza y Escritura Creativa, las carreras de pre y posgrado que siendo docente Ángela Arboleda estudió en la UArtes

“A costillas de Adán”, propuesta que por el Día Internacional de la Mujer hace el Museo Nacional del Cacao para este 7 de marzo, es una de las actividades que pone a Ángela Arboleda nuevamente en el ruedo para compartir sus inolvidables y variopintas historias que provocan hilaridad, pero también convocan a la reflexión.

Es la misma narradora, escritora, gestora cultural y artista escénica quien da cuenta en sus redes sociales de ese retorno a la escena, de la cual realmente nunca se ha ido, pero que, por situaciones varias, como el robo que sufrió y que casi le cuesta la vida, ha dejado en estado pasivo. “¡Qué después de tanto vuelvo a contar!” escribió con su acostumbrada espontaneidad en Facebook la docente UArtes, quien también se puso en los zapatos de estudiante al cursar la carrera de Danza en la Escuela de Artes Escénicas y la maestría de Escritura Creativa en la Escuela de Posgrado.

Justamente es por conocer en detalle esa experiencia de docente-estudiante que InfoUArtes mantuvo un diálogo con la también directora de la Corporación Cultural Imaginario, una entidad que “busca vigorizar y promover el arte de la narración oral”, como detalla el Museo Nacional del Cacao en sus redes promocionando “A costillas de Adán”.  

Ángela Arboleda y Carlos Albán en “Sin necesidad de contacto humano”, pieza presentada en la UArtes.

La primera pregunta para Ángela Arboleda fue qué la motivó a estudiar la licenciatura y la maestría, cuyas defensas ya realizó y solo restan las ceremonias de graduación. Antes de registrar su respuesta, vale puntualizar que nuestra entrevistada tiene ya un masterado en Construcción y representación de Identidades Culturales por la Universidad de Barcelona, un segundo posgrado en Gestión Cultural por la Universidad Internacional de Cataluña y dos licenciaturas en Publicidad y Mercadotecnia y en Comunicación Social por la Universidad de Guayaquil.

“Desde que soy chica he estado relacionada con la danza, pero no la danza académica. Mi padre (Antonio Arboleda Ramírez) bailaba tangos y lo hacía en cada reunión; también me contaba de las revistas musicales en las que participaba. De chiquita me hizo estudiar danza española y siempre estaba ahí la danza presente, pero nunca la había estudiado”, dice.

Tuvo también interés por el teatro, pero para integrar un grupo de danza-teatro debía tomar clases de danza. Pensó, no obstante, que iba a estar muy cómoda porque siempre le gustó bailar y le habían dicho que tenía buen ritmo y buena coordinación, “pero se requería, además, de un gran entrenamiento físico y flexibilidad, lo cual carecía. Había hecho una práctica de levantamiento de pesas, a lo que atribuye su falta de flexibilidad”, anota Ángela Arboleda, dando así detalles de lo que la hizo decidirse por una de las carreras de la Escuela de Artes Escénicas de la UArtes.

Una decisión por la cual recibió apoyo, pero también críticas. Unos pares celebraban su entrega y proactividad. Otros, que no tenía las condiciones necesarias –las físicas–. “Con el paso del tiempo descubrí que esas condiciones se pueden trabajar y que existe muchísima información sobre la biomecánica, la anatomía…, las cuales pueden permitir a todos los cuerpos tener muchas más posibilidades y que la danza puede incluir variedad de cuerpos”.

Antes de cursar la carrera de pregrado, Ángela Arboleda revela que acudió a una clase con la docente Lorena Delgado. Le pidió permiso para estar y estuvo “de colada” junto a los también docentes UArtes Óscar Santana y María Coba. Fue el detonante, reconoce.

En cuanto a la maestría de Escritura Creativa, Ángela Arboleda menciona que, aunque tenía ya dos licenciaturas y había tomado parte de los talleres de Literatura de Miguel Donoso Pareja, no tenía formación académica respecto a la escritura. Consideró que cursarla en la institución de educación superior en la que trabaja era un acto de fe.

Para ambas carreras dio los pasos que todo estudiante debe dar en el proceso de admisión y enfrentó inquietudes que ella misma se había planteado antes de ingresar: ¿por qué a mi edad, por qué con mis títulos? Su deseo de querer aprender primó tanto como el querer hacer un estudio teórico y un proceso de investigación. ¡Tenía ganas de bailar y punto!, pero también de indagar sobre los cuerpos femeninos, el envejecimiento y la escena.

“Cuando se abrió la maestría de Escritura Creativa me pareció el espacio ideal para darle cuerpo a lo que yo quería escribir de tesis y terminé haciendo un producto literario al que titulé ‘Las viejas que bailan’ y narré desde la autoficción y la literatura del yo mi aventura en la carrera”.

En cuanto al tema de la tesis para la carrera de Danza, Ángela Arboleda propuso una investigación de herramientas que ayuden a trabajar en un universo donde palabra y movimiento se hibriden. Para la sustentación estuvo entrenando, refiere y confiesa que siempre le suceden cosas porque tiene varias a la vez. De allí que organizarse para ella es medular, tanto que elabora sus horarios y tiempos en Excel. Esto le permitió cumplir con varias actividades. Destaca, además, haber contado en todo momento con el apoyo de su madre (Elvia Giménez Peñafiel) y de su esposo (el reconocido músico y destacado académico Manuel Larrea).

Como estudiante de dos carreras, Ángela Arboleda indica no entender cuando los alumnos reniegan. A veces ni siquiera prueban la clase y dicen que no quieren o no les interesa, anota y añade que, si bien no tiene una fórmula para alcanzar metas, considera que una buena motivación es tener una mirada integradora e interesarse por todo. “Había temas que yo podía saber y nunca se me ocurrió entrar a una clase con cara de que lo sé, siempre estuve con actitud positiva y propositiva, dispuesta a disfrutarme las clases”.  

La hoy licenciada en Danza y magíster en Escritura Creativa por la UArtes sostiene que no determinar si pese a los obstáculos se puede hacer todo. De lo que sí está convencida es que cuando estos existen hay que cuestionarse cómo estamos llevando nuestros asuntos y la vida para hacer lo posible por superarlos y dar giro de timón buscando otras posibilidades de avanzar.

Foto portada: Cortesía de Ángela Arboleda.

Comparte esta nota