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De programa piloto a curso de 10 meses, Escuela de Guitarra inicia clases con alumnus Job Rosales

La Escuela de Guitarra de la Universidad de las Artes, iniciativa que surgió de la Escuela de Artes Sonoras y se cristalizó en un trabajo conjunto con la Dirección de Formación Continua, inicia este 7 de marzo de 2024 un nuevo proceso de aprendizaje que tendrá diez meses de duración y dos grupos con un máximo de diez participantes cada uno.

El curso de guitarra nivel básico está a cargo de Job Rosales, graduado en la carrera de Artes Musicales y Sonoras y destacado músico de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG). Comenta que el objetivo para los participantes es aprender a tocar el instrumento a un nivel funcional. “No busca generar guitarristas profesionales ni virtuosos en el instrumento en primera instancia, lo cual depende mucho del proceso de práctica en casa y de su disciplina”.

Lo que sí busca, agrega Rosales, es que los participantes sean guitarristas funcionales, “que puedan tocar temas que les gusta, que puedan incluso entenderse con otros músicos que sí sean profesionales; la idea es que terminen con un nivel bastante decente y funcional”.

Gilda Sánchez, de Formación Continua UArtes, revela que en 2023 se hizo un programa piloto de Escuela de Guitarra y se formó a un primer grupo de una manera muy inicial en aproximadamente tres meses. “Ahora estamos arrancando con una metodología un poco más larga y una duración de diez meses”. El requisito es contar con el instrumento y al finalizar se otorgará un certificado de haber participado en el taller.

Tres vertientes: guitarra, bajo y requinto

Añade que la iniciativa propuesta por la EAS fue la de conformar una Escuela de Cuerdas con tres vertientes: guitarra, bajo y requinto. De allí que la idea al realizar el programa piloto fue arrancar con un nivel inicial de guitarra, a fin de que quienes participen puedan tener los conocimientos necesarios para bajo o requinto. 

“Curricular y formativamente es necesario comenzar por guitarra. La idea es proporcionar una alternativa de aprendizaje de ese instrumento, que sea abierta hacia la comunidad, para personas que no son músicos o no van a estudiar una licenciatura en música, sino que tienen una afinidad hacia el instrumento como tal y desean aprender a ejecutarlo”, expresa Sánchez.

Es la razón por la cual no se hicieron cursos cortos, sino de larga duración –diez meses–, con una metodología de escuela que permita a los participantes salir con un nivel. “Incluso se ha planteado la posibilidad de coordinar un recital con los Jueves EAS para el mes de diciembre”, anota la funcionaria de Formación Continua, en cuya dirección está Natalia Tamayo. 

Las clases se desarrollan de manera presencial en las instalaciones de la UArtes los martes y jueves, de 17:00 a 19:00, y están dirigidas a una población mayor de 15 años, “aunque tenemos niños que ya participaron (en el programa piloto) y tienen ya alguna experiencia en la ejecución de instrumentos o una inclinación muy probada”, indica Sánchez. Ellos han sido seleccionados previa audición y están a la par de sus compañeros, comparten el mismo interés y logran que la metodología funcione con todos. 

Rosales indica que, profundizando en el objetivo inicial de que los alumnos inscritos aprendan a tocar el instrumento a un nivel funcional, la metodología aplicada no es de los conservatorios, donde se profundiza en la parte musical y aprende a leer pentagramas. “No estamos pensando en que los alumnos vayan a convertirse en músicos, pero sí que puedan tener conocimientos, ya que este es un proyecto de la Universidad de las Artes, entonces el conocimiento académico es importante”.

Comenta también que para Escuela de Guitarra pensó en que desde el primer día los participantes estén con el instrumento, aprendiendo los primeros acordes. “Partimos de esa praxis para en el proceso ir introduciendo de manera progresiva los conocimientos académicos en música. Menciona, entre otros, solfeo rítmico (que es la base principal), formación de acordes, teoría y lenguaje musical, técnicas de rasgueo e interpretación de canciones.

Los estudiantes tendrán también la capacidad de leer charts, un formato de escritura musical que, a diferencia de las partituras, contiene acordes, cortes y estructura de la canción. “Es muy utilizado en el ámbito musical, más que nada para músicos que se dedican a tocar en eventos en vivo y que manejan un repertorio muy amplio. Ellos toman los charts como un apoyo visual para poder cargar con todo el repertorio que se puede manejar en una noche y que a veces son de 40 o 30 canciones”, explica Rosales.

En el aprendizaje de la lectura de los charts, es necesario que sepan leer el cifrado americano, las escalas, la lectura rítmica y que adquieran conocimientos de cómo acompañar diferentes géneros musicales. “En el plan piloto nos fue muy bien. Los estudiantes quedaron muy incentivados y logramos abarcar el repertorio que les gustaba. Aunque algunos de los que se inscribieron venían con diferentes bases. Unos no sabían absolutamente nada de guitarra ni de música y otros participantes, que ya eran un poco mayores, habían tocado guitarra en su juventud y estaban en un proceso de recordar ese aprendizaje”, expresa Job Rosales.

Resultados del programa piloto

Afirma que todos sacaron algo bueno del programa piloto. “Aprendieron a tocar y recordaron; quienes llegaron con cero conocimiento y experiencia lograron tocar acordes, leer cifrados y entender el solfeo rítmico, al punto de que para el final lograron ensamblar un tema en formato ensamble de guitarras, solo eran guitarras acústicas y un cantante. Se aprendió repertorio, dos a tres canciones”.

Enfatiza el trabajo en casa, porque la idea es que complementen lo que aprenden en clases practicando, lo cual en música es fundamental. “Es importante no olvidar que ellos quieren aprender música porque la disfrutan y les gusta, entonces buscamos siempre mantener la parte práctica de los cursos muy viva y presente y de que empiecen a intercambiar conocimientos e incluso dificultades”.

La propuesta de la Escuela de Guitarra busca también que sus participantes se diviertan, rompan sus rutinas, aprendan un hobby y abarquen una cantidad más grande de conocimientos que va más allá de lo que saben. “Empiezan a entender el lenguaje que utilizamos los músicos profesionales a la hora de tocar, ensamblar, trabajar”, dice Job Rosales, quien considera que estos proyectos son un excelente semillero que los inspira para, en algún punto, volverse músicos.

El curso está conformado por diez módulos de cuatro sesiones cada uno (total 160 horas). Inversión: matrícula $40 y 10 pagos mensuales de $40.

Fotos: Formación Continua de la Universidad de las Artes.

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