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Siete obras de estudiantes y alumnus se exponen en el Salón de la Mujer 2024; dos con Mención de Honor

De las 23 obras seleccionadas para la exposición del Salón de la Mujer 2024 de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas (CCNG), cuya premiación se realizó el pasado 8 de marzo, siete son de artistas de la Universidad de las Artes. María Fernanda López, docente UArtes que dirigió la edición de este año –la número 25–, lo señala con orgullo.

Melissa de la A y Larissa Espinoza, alumnas de la Escuela de Artes Visuales, obtuvieron Mención de Honor por las obras “Nadie sabe lo que puede un cuerpo” y “Familia tradicional”, respectivamente; similar reconocimiento recibió la artista María Belén Vivar por “(In)quietud”. También de la UArtes están presentes con sus propuestas Michelle Fajardo, Ailyn Wong y Bárbara Joza y la alumnus Gabriela Soto.

López, quien es también investigadora, gestora cultural y curadora, menciona que la selección de obras fue un trabajo ampliamente sustentado. Se recibieron 17 bocetos para la categoría mural, que por primera vez contempló el Salón de la Mujer, y 56 las piezas para la exposición en el primer piso de la CCNG. De estas se seleccionaron las 23 que estarán en muestra hasta el próximo 8 de mayo.

El jurado estuvo conformado por Elsa Meza Fuentes, Mónica Vásquez Isa y Ruth Cruz Mendoza, quien se obtuvo sus títulos de pre y posgrado en la UArtes.

La docente María Fernanda López destaca la sinergia entre la CCNG y la plataforma expositiva “Artes, mujeres y espacio público”, de la que es su fundadora y dio como resultado que por primera vez el Arte Urbano tuviera una categoría. 

La obra ganadora del Salón de la Mujer 2024 fue “Caperucita roja”, concebida por Cristina Enderica Chávez, su autora, como una crítica por las víctimas de violencia. Y el mural premiado fue el que propuso Esthefanía Suárez. Cabe anotar que, en su edición de medio siglo, el lema del Salón de la Mujer fue “Resisto, camino y creo” y su temática: “formas gráficas, plásticas y nuevas visualidades frente a la violencia en Ecuador”.

Espacio de resistencia ante crisis social

De su contenido y desarrollo destacan diferentes miradas y definiciones. Así, la edición 25 del Salón de la Mujer ha sido vista como “un espacio de resistencia ante la crisis social” y ponderado su ruptura de paradigmas con reflexiones sobre la violencia en Ecuador y una categoría de arte urbano. La misma CCNG lo ha señalado en sus redes sociales como “un salón diferente e inédito” y su directora, la doctora Martha Rizzo, ha manifestado que siendo el arte una herramienta poderosa para transformar realidades “este salón se convierte en un espacio de resistencia. Aquí se rompen patrones de machismo y violencia, que nos llevan a una fragmentación social muy fuerte”.

InfoUArtes dialogó con Larissa Espinoza y Melissa de la A, quienes obtuvieron Mención de Honor, así como con Ailyn Wong, cuya obra es parte de la exposición del salón.

Primera postulación

“Esta es la primera vez que postulé para el Salón de la Mujer. Fue algo que no tenía planeado y recuerdo que fui la antepenúltima persona antes de que cerrara el cupo del último día de recepción de obras. Este año me animó saber que cada vez hay más apoyo por parte de instituciones y ver a varios compañerxs formando parte de diferentes exposiciones y convocatorias. (Eso) me llenó de valor y la obra que realicé contiene tanto de mí que no quería que solo este en un rincón de mi casa. Quería que la personas puedan verla y generara sus propios diálogos y, quizás, poder llegar a conectar ese sentimiento de nostalgia familiar. Sentí que el salón era el espacio perfecto para ello”, expresa Larissa Espinoza, quien firma como Monochromies.

Agrega que le sorprendió que por primera vez el Salón de la Mujer de la CCNG haya otorgado un premio para el Arte Urbano. Bien merecido, pues significa poder ir más allá del lienzo, dice. “Enfrentarse a un gran muro requiere de mucho trabajo y esfuerzo. Como muralista sé que este salón ha sido una oportunidad clave para visibilizar cuanto talento hay entre nosotras en los diferentes ámbitos del arte y de cómo hablamos a través de estos espacios. Esta edición ha quedado en la mente de muchos artistas y espectadores”.

Reflexión del espacio

Con similar emoción Melissa de la A manifiesta su participación en el salón y la Mención de Honor obtenida. “Es la segunda vez que envío una propuesta, pero la primera no fue seleccionada. Me animé a participar porque al revisar las bases con detenimiento comprendí que procuraba ser un espacio de reflexión y sentí que la obra encajaría de manera significativa dentro del contexto propuesto”.

La obra con la participó, “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”, trabajada al óleo, ensaya la idea del cuerpo como un ente dinámico y complejo, influenciado por las sensaciones y emociones. Siempre cambiante, confuso e incompleto; se alegra, extraña, desea o se incomoda.

“El cuerpo es materia viva que se encuentra en perpetuo conflicto. Siempre cambiante, confuso e incompleto; se alegra, extraña, desea o se incomoda. Percibimos con el cuerpo. Cualquier cosa o situación que le hiera o le conforte será expresado con él. Recibimos noticias buenas o malas y es el cuerpo el que responde excitándose o abrumándose. Vemos con los ojos, pero lloramos con el cuerpo. De este modo, la presente propuesta ensaya la idea del cuerpo como el medio que puede ser afectado de múltiples maneras, aquel que no es un simple envase o receptáculo espiritual, sino algo más complejo de definir por más semejantes que sean”, se lee en el texto de la obra de Melissa de la A.

Deseo concedido

También consultada por su participación, Ailyn Wong confiesa que, debido a la inseguridad que se registra en el país, optó por dedicarse a su vida de otra manera. No sabía de concursos ni había estado pintando, aunque es lo que le proporciona paz. Mafo López fue su docente en la UArtes, con ella tomó la materia de Arte Urbano y participó en una de las ediciones de “Arte, mujeres y espacio público” haciendo murales. Le compartió información sobre el salón, lo cual coincidió con su deseo de retomar la pintura. Así lo hizo y, respondiendo a la convocatoria, decidió hacer un óleo, técnica clásica que no había explorado en años y que mezcló con algo más moderno: los llamados marcadores automotrices (que son de pintura y a base de aceite).

Wong decidió experimentar las técnicas porque consideró que el salón era una oportunidad para hacerlo. Hizo una pintura muy personal, “Gallus, gallus magnificus”. “Es un nombre que me inventé para la gallina porque su nombre verdadero es gallu gallus domesticus”. Le quitó la parte domesticus sin intención de penalizarla, aunque la sociedad lo ha hecho, sino para “quitarle el estigma a lo doméstico, pero también presentarlo como algo de lo que se puede salir”.

Su obra es un bíptico donde se ve a una gallina volando muy alto, alejándose del gallinero, presentado de una forma cálida y como un refugio. “A pesar de que está en una tormenta y en un ambiente ofuscado puede quedarse o irse. Era mi mensaje, empoderarnos de las decisiones”. Wong señala al salón como positivo; hizo con pasión su obra y puse magnificus “porque ya que estamos hablando de las mujeres quería recordarnos lo magníficas que podemos ser”.

De la mezcla del óleo con algo más moderno y líneas de cómic o ilustrativos resultó algo que le gusta, dice la estudiante UArtes y comenta que cuando fue a dejar su obra conoció a Belén, otra participante, y disfrutó de su propuesta. Lo refiere por lo maravilloso de que siendo competencia y haber premios económicos de por medio, y de que todas quieran ganar, sintió que no hay rivalidades ni peleas, sino camaradería. “Eso para mí es un premio”, expresa la artista.

Fotos: Rocío Martínez/Dircom y cortesía de las entrevistadas

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