Títeres, lectura y creación de cuentos y sonidos precolombinos en el último día de encuentro de niños y niñas en las artes

Sábado 8 de junio. La Sala Ría de la Biblioteca de las Artes recibió a un grupo de niños de Naranjal, quienes acompañados por padres de familia y tutores llenaron presurosos el espacio, listos para disfrutar de una programación concebida para ellos por el repositorio de la Universidad de las Artes.

Era el último día del V Encuentro de Niños y Niñas en las Artes y fue un espectáculo de títeres el que los recibió. Estuvo a cargo de Marian Morillo, quien presentó una obra basada en la temática de Unicef: “Sé tu propio superhéroe”. Los pequeños participantes se sumergieron en la historia e intervinieron activamente, conversando con los títeres y aconsejando a Manuelita, la protagonista, acerca de la importancia de no permitir que el tío malvado la toque, de no guardar secretos perjudiciales y de comunicarse siempre con un adulto de confianza, como su abuelita. Al finalizar la obra, Morillo regaló a cada niño y niña unas cuquitas para vestir y pintar. Estos obsequios no solo fueron un divertido recuerdo del evento, sino también un recordatorio del valioso mensaje sobre el respeto a su propio cuerpo.

Lectura y creación de cuentos

La diversión continuó con Josselyn Naranjo, quien organizó un taller performático. Cada niño recibió dos personajes de animales para que pudieran crear y narrar sus propios cuentos, estimulando así su creatividad e imaginación. Muchos de estos cuentos relataban una estación del año y la consigna era enseñar un valor al final de la historia.

La invitación creativa tuvo respuestas, puesto que se crearon cuentos como este: Una ovejita llamada Lana y su amiga la gallina Cloti salieron a pasear en un día soleado de primavera. Al ver que se acercaban nubes oscuras corrieron de vuelta al granero. Mientras tanto, una araña llamada Teje resbaló de su telaraña debido al viento. Al llegar al granero, Lana y Cloti ayudaron a Teje a reconstruir su hogar, fortaleciendo su amistad.

Otro cuento de creación espontánea reseñó que, en una mañana fresca de primavera, un erizo llamado Pinchos y una liebre llamada Brisa salieron a explorar el bosque. Pinchos encontró una flor mágica que brillaba intensamente. Al acercarse, la flor comenzó a hablar, revelando que podía conceder un deseo. Brisa, emocionada, pidió que el bosque floreciera eternamente. La flor cumplió el deseo y el bosque se convirtió en un paraíso de flores y colores.

Y hubo una tercera historia corta: En una noche de otoño, el búho Sabio y el murciélago Nocturno exploraron una cueva misteriosa. Dentro descubrieron cristales brillantes y una inscripción antigua sobre un tesoro escondido. Usando sus habilidades, encontraron una cámara secreta y se dieron cuenta de que el tesoro era un libro antiguo con conocimientos sobre el bosque. Sabio y Nocturno compartieron este saber con los animales del bosque, ayudando a todos a vivir en armonía. Desde entonces, fueron conocidos como los guardianes del conocimiento.

Sonidos y diseños precolombinos

Seguidamente, Luly Herrera, graduada en la Escuela de Posgrados de la UArtes, compartió con los niños y niñas una actividad multidisciplinar denominada “Conectando con los sonidos y diseños precolombinos”. La artista llevó consigo una colección de instrumentos de percusión y viento de diseño precolombino, pero a su vez de elaboración casera, utilizando materiales de madera cuidadosamente dispuestos sobre una mesa”.

“Hoy, vamos a viajar en el tiempo a través del sonido”, dijo ante un público curioso y entusiasmado. Luly Herrera comenzó su intervención tocando suavemente la flauta, emitiendo un sonido melódico y resonante que parecía llenar el aire con una energía antigua. “Escuchen cómo el viento canta a través de este instrumento”, explicó y lo pasó a uno de los niños, animándolo a soplar y sentir la conexión con el sonido. Herrera tomó luego un tambor adornado con símbolos de culturas precolombinas. Golpeó suavemente su superficie con las manos, produciendo ritmos profundos y rítmicos. “Este es el latido de la tierra. Cada golpe cuenta una historia”, dijo e invitó a los niños a tocar sus tambores, dejando que cada uno añadiera su propio ritmo a la melodía.

La mezcla de sonidos de los instrumentos de viento y percusión creó una sinfonía única. Niños y niñas, encantados, comenzaron a experimentar con los diferentes instrumentos, notas dulces y claras, y sonajas de calabaza que crujían suavemente al ser agitadas. Mientras tocaban, Luly Herrera les habló sobre la importancia de estos instrumentos en las ceremonias y los rituales de las culturas precolombinas y de cómo los sonidos eran utilizados para conectarse con la naturaleza y los espíritus.

Exploradores de cuentos

Tras la participación de Luly Herrera, en el segmento titulado “Exploradores de cuentos”, Josselyn Naranjo estuvo nuevamente en escena para leer junto con niños y niñas “El increíble niño comelibros”, de Oliver Jeffers. Llegó anunciándolo con una sonrisa cálida y el libro bajo el brazo. “¡Hola, niños!, hoy les voy a contar una historia muy especial”, anotó y una vez que su audiencia se acomodó en los cojines que tiene la Sala Ría, la lectora abrió la publicación para mostrar una primera página cargada de ilustraciones vibrantes.

“Este es Enrique”, comenzó, señalando al protagonista del cuento, un niño pequeño con una gran sonrisa. “Enrique no es un niño común y corriente. Él tiene un apetito muy peculiar… ¡le encanta comer libros!, decidió comerse primero una palabra, luego una frase, luego una página y en pocos días había devorado todo el libro”.

Los niños rieron sorprendidos y maravillados mientras Josselyn Naranjo describía cómo Enrique devoraba páginas y cubiertas, desde cuentos infantiles hasta enciclopedias. “Cada vez que comía un libro, se volvía más listo”, explicó e hizo una pausa dramática para que los niños pudieran imaginarlo. “Enrique soñaba con ser la persona más inteligente del mundo”, siguió narrando con entusiasmo, describiendo las aventuras de Enrique y cómo su amor por los libros lo metía en situaciones divertidas y a veces problemáticas. Los niños escuchaban atentamente, fascinados por la idea de un niño que literalmente se alimentaba de conocimiento.

Llegando al clímax de la historia, Josselyn relató cómo Enrique comenzó a sentirse mal después de comer demasiados libros, confundiendo toda la información en su cabeza. “Se dio cuenta de que no podía seguir comiendo libros así”, dijo con voz suave, mientras los niños escuchaban con notoria preocupación. Finalmente, contó cómo Enrique encontró una nueva manera de disfrutar los libros: leyéndolos. “Descubrió que leer era igual de maravilloso y mucho más saludable”, concluyó con gran sonrisa. “Y así, Enrique se convirtió en un ávido lector, disfrutando cada página con sus ojos y no con su boca”.

Al cerrar el libro, Josselyn miró a sus oyentes con ternura y preguntó: “¿Qué les pareció la historia?”. Ellos fascinados respondieron con una promesa: ser grandes lectores como Enrique. Las actividades del último día del encuentro concluyeron con niños y niñas explorando estanterías, llenos de entusiasmo por descubrir nuevas historias.

Texto: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura.
Fotos: Biblioteca de las Artes.

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