Aníbal Páez, Pavel Hernández y Karla Guin participaron en residencia y sus creaciones se publican en “Cuadernos de Dramaturgia”

En el marco de la Fiesta Escénica de Quito 2024, organizada por la Fundación del Teatro Nacional Sucre (FTNS) y cuyas actividades tuvieron lugar en el mes de junio pasado, se desarrolló una residencia de dramaturgia que duró seis meses y fue concebida como un espacio de exploración, escritura y reflexión para creadores teatrales que respondieron a su convocatoria y fueron seleccionados.

De la Universidad de las Artes, en la residencia participaron el docente Aníbal Páez, el graduado Pavel Hernández y la estudiante Karla Guin, todos de la Escuela de Artes Escénicas, y los textos con los que llegaron y trabajaron durante el proceso fueron recopilados en la colección “Cuadernos de Dramaturgia”, la cual se presentó el 6 de marzo de 2025 en la capital.

Junto con el docente Páez, el alumnus Hernández y la estudiante Guin, creadores de “Primera última cena”, “Todas las veces que te vi morir” y “Las Pájaros”, respectivamente, en la residencia intervinieron Roberto Sánchez, Alejandra Pinto, Luis Largo, Sebastián Bravo, Joce Deux y Esther Cevallos, quienes, asimismo, generaron textos que son igualmente parte de la publicación. En ese orden, estos son: “Avenida Puente”, “Vaciar”, “Los perros del pan”, “Luciana”, “Ternura” y “Hasta que la fiesta se termine”.

Durante la presentación de los “Cuadernos de Dramaturgia”, que tuvo lugar en el Teatro Variedades Ernesto Albán, sus gestores anotaron que su edición era una deuda pendiente con la escritura teatral en el país y que la residencia, donde se originaron los textos, fue un proceso creativo y reflexivo. Cada dramaturgo desarrolló una obra inédita, dando forma a nuevas narrativas que dialogan con nuestra realidad y expanden los límites de la escena. 

Cabe anotar que, un día antes del lanzamiento, las obras empezaron a cobrar vida con las “Lecturas dramáticas” que se realizaron del 5 al 12 de marzo, en el Teatro Nacional Sucre y en el Teatro Variedades Ernesto Albán, permitiendo al público conocer las historias de la mano de sus autores y apreciar la esencia de los textos antes de que sean llevados a escena. El diálogo propiciado entre dramaturgos, actores y espectadores brindó una mirada diferente al proceso creativo del teatro.

Acorde al cronograma, el 5 de marzo se leyó la pieza “Los perros del pan”, de Luis Largo, en la terraza del Teatro Nacional Sucre y en el Teatro Variedades Ernesto Albán: el jueves 6, “Todas las veces que te vi morir”, de Pavel Hernández; el viernes 7, “Las Pájaros”, de Karla Guin; el sábado 8, “Vaciar”, de Alejandra Pinto; el lunes 10, “Ternura”, de Joce Deux; y el miércoles 12, “Avenida Puente”, de Roberto Sánchez.

El texto “Todas las veces que te vi morir” de Pavel Hernández aborda la soledad y el vacío de una casa llena de recuerdos depositados en cajas de cartón. Victoria (una profesora, una dramaturga, una madre horrible, una madre histérica, una madre) intenta inventarse una respuesta ausente, reconstruir un destino inacabado sobre el paradero de su hijo desaparecido, Simón (un alumno, un joven, un hijo desagradecido, un hijo desconsiderado, un hijo)”.

En diálogo con InfoUArtes, el graduado –de la cohorte 2021 de Creación Teatral–, anotó que junto a su pareja y Daniela Delgado, también alumnus, dirigen el colectivo Teatro In-Tento y que ella intervino en la lectura dramatizada de su obra.

Una nota de diario Expreso, que bajo el título “Una ventana al teatro contemporáneo” registró el lanzamiento de “Cuadernos de Dramaturgia”, inició su narrativa con un fragmento del texto de Hernández: “Quisiera ser una piedra que el cielo, violenta, entre el gas pimienta, con la esperanza de impactar en el casco de un policía que mueve a pelotazos a un estudiante. Quisiera ser un revolucionario sin miedo a lo que signifique serlo. O, quizás, soy solo un niño que vio mucha televisión, que leyó muchas cosas. Un idiota con la cabeza inflada de ficciones heroicas”.

De la residencia, Hernández contó que esta arrancó con un taller abierto al público con Mauricio Kartun, dramaturgo argentino; hubo un segundo taller con Alberto Conejero, dramaturgo y poeta español, quien los ayudó con algunas técnicas de dramaturgia, y cuando ya tuvieron el texto, que fue entre noviembre y diciembre, se desarrolló una clínica de textos con María Velasco, dramaturga y creadora escénica española. “Las ‘Lecturas dramatizadas’ que se hicieron (al finalizar el proceso) no fueron un montaje, sino un paso previo, una manera de significar el texto”, dijo.

De su experiencia en la residencia, el docente Aníbal Páez comentó que para él fue fundamental. “Creo que la Fundación Teatro Sucre, en la persona de su directora Gabriela Ponce, gran dramaturga ecuatoriana, apostó por algo que estaba teniendo poco desarrollo en el país: generar espacios para el ejercicio de una dramaturgia local y nacional”.

Añadió que en la primera edición de la residencia participaron teatristas de diversas experiencias. Por citar extremos, mencionó a Roberto Sánchez, de larga trayectoria en el teatro de Quito, y a la estudiante UArtes Karla Estrada Guin (quien firma como Karla Guin), considerada más bien emergente. “Me parece que fue un acierto esa selección diversa en todo sentido, etaria, genérica y de distintas aproximaciones y concepciones de la escritura dramática. Eso permitió establecer una variedad en esta edición llena de muchas voces”.

De los talleristas, Páez indicó que Kartun aportó mucho en lo estructural de la llamada dramaturgia convencional, pasos para organizar las imágenes y convertirlas en texto. “Con Conejero profundizamos en el sentido de la memoria presente en el texto. Podría decir que fue una experiencia de vinculación del teatro con la política en términos de responsabilidad frente a la comunidad. Creo que ese elemento fue fundamental para retomar nuestro trabajo de escritura con una mirada íntima, pero en relación con la comunidad a que te debes”.

Agregó que el teatro de la memoria, como lo denominó Alberto Conejero, sitúa al escribiente en un escenario de responsabilidad y ética con la historia personal y colectiva. “Finalmente, la clínica de textos con María Velasco (Premio Nacional de Dramaturgia de España 2024) fue una de las experiencias pedagógico-creativas más potentes que haya tenido. La delicadeza, la radicalidad con la que asumía cada uno de nuestros esbozos para darle la vuelta, era de una eficacia inmejorable. Cada sesión era una clase magistral de análisis desde la tragedia hasta las nuevas arquitecturas del yo. Y de una generosidad conmovedora con cada uno de nosotros y nosotras, para compartir referencias, textos, películas”.

El docente UArtes señaló también la propuesta de seguimiento que hizo Gabriela Ponce, quien entre cada taller magistral les propuso reunirse una vez por semana “para leer nuestros avances entre nosotros, para ir escuchando las voces de nuestros personajes y retroalimentarnos. Creo que ese ejercicio fue fundamental para llegar a la publicación. En general, (la residencia) ha sido un espacio exquisito y potente de ejercicio colectivo”.

En sus redes sociales, y en un posterior diálogo con InfoUArtes, la estudiante Karla Guin expresó que imagina la dramaturgia como justamente eso: poder imaginar siempre. Imaginar, por ejemplo, que es posible una o varias voces en un escenario, el que fuese, y poder decir lo que el miedo opaca. “A veces siento que, mi pasión por la dramaturgia, no es tanto lo que escribo, sino lo que veo y escucho, los otros y las otras…”.

Reveló que “Las Pájaros”, su texto, es un mundo onírico fragmentado o quebrado en donde se juega a imaginar y re-escribir la memoria de espacios, cuerpos en escena, cuerpos expectantes afectados y afectadas por la ausencia. Cuadros donde la imagen, la palabra y el sonido son una denuncia constante. El intento de voces que en coralidad rompen con la impotencia de sentirse injustamente arrancados y arrancadas.

Fotos: redes sociales de Fundación Teatro Nacional Sucre (FTNS). Cortesía de Karla Guin, estudiante UArtes.

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