El maestro ha partido. La noticia del deceso del reconocido coreógrafo, bailarín y director artístico ecuatoriano Kléver Rodrigo Viera Pérez, el domingo 27 de abril en su natal Cotopaxi, enluta a la danza nacional, de la cual fue uno de sus pioneros. Su obra y amplia trayectoria son reconocidas no solo en Ecuador, sino en el mundo, pues llegó con talleres de creación y de danza a países como Colombia, Alemania y Holanda.
Del quehacer y legado de Kléver Viera hay mucha historia que contar, un repaso en el que consta también la Universidad de las Artes, pues estudiantes de la carrera de Danza –algunos ya graduados– tuvieron el privilegio de recibir sus enseñanzas en citas como “Inter[•]actos, Encuentros Públicos en Artes”, en 2016, y en la segunda edición del “Encuentro Escénico, Memoria y Actualidad”, en 2019, donde tuvo una residencia.
Parte de su trayectoria
De su vida artística, a nivel digital medios como El Comercio, Expreso y El Apuntador recogen que Viera inició su formación en 1974 en el Instituto Nacional de Danza y que para 1976 ya destacaba como bailarín profesional de la Compañía Nacional de Danza (CND), donde conoció a Rodolfo Reyes, coreógrafo que le abrió las puertas de México en 1977 para que continuara con su preparación.
A comienzos de los 80 regresó a Ecuador y se reintegró a la CND, organizando la Escuela Coreográfica. El 1981 dirigió con Carlos Cornejo el Centro de Danza, en 1984 establecieron la Escuela Yaradanza y, en ese mismo año, Kléver Viera se incorporó como miembro fundador al Frente de Danza Independiente (FDI). En 1986 empezó una gira internacional y en 1988 se unió a la experiencia teatral de un grupo de artistas colombianos, Ensamblaje – Combo. En 1990, se sumó al VI Encuentro Latinoamericano de Teatro Popular en Bogotá y a la Jornada Mary Witman; se radicó un tiempo en la capital de Colombia y expuso su pensamiento y obra en ese país y en México.

Kléver Viera fue postulado en 2024 por la comunidad artística y cultural del Ecuador al Premio Eugenio Espejo y en ese mismo año recibió un reconocimiento de la Asamblea Nacional. En el acto, donde se destacó la importancia de la danza para la cultura y la expresión, el maestro expresó haber creado más de 80 obras, casi todas sin intervención del Estado.
De las experiencias compartidas
En su memoria, y por todo lo compartido con la comunidad UArtes, docentes y graduados de la carrera de Danza expresan su sentir y las experiencias vividas con el maestro.
Jorge Parra, docente: Coincidimos con Kléver en todos los haceres, en hacer la danza, en bailar, en el intercambio de saberes, en reflexionar la danza y en abrazos de amistad. Compartimos todos los instantes que se pueden compartir con un artista en el camino. Primero como alumno, tomé mis primeras clases de danza contemporánea con él en Quito, a finales de los 80. Luego me dediqué a la gestión y tuve la oportunidad de compartir espacios de diálogo, espacios en los que como gestor logré programarlo en varias ocasiones en los festivales que se organizaron en Sarao y Zona Escena; el último fue en 2019, en la Sala Experimental del Teatro Sánchez Aguilar.
Tuvimos después una experiencia final al compartir escena en Muégano Teatro para un evento que organizó la UArtes. Mi admiración y respeto para Kléver, a quien deseo un viaje eterno en la danza, el viaje de la danza de las estrellas, de la danza de la luz que creo que se merece y que todos podamos recordarlo siempre por sus enseñanzas y su nivel expresivo inolvidable y profundo.
Bertha Díaz, docente: Kléver fue un bailarín y coreógrafo extraordinario. Logró articular un lenguaje muy distintivo desde una danza situada, articulada desde el reconocimiento de la potencia de su cuerpo en relación íntima con el cuerpo-territorio, con el cuerpo-paisaje, con el cuerpo-raza. Fue un maestro generoso, muy amigo de sus colaboradores y estudiantes. Nunca dejó de compartir sus saberes, sus intuiciones, sus búsquedas con todas las personas que lo buscaron, ni dejó de celebrar la creación de espacios nuevos, sin dejar de lado la radical criticidad con el sistema. Para Kléver no había distinciones entre profesionales y amateurs, ni entre la danza y el movimiento cotidiano. Siempre recursivo, con elementos del diario vivir y muy sencillos armó sus espacios escénicos, que se sostenían y transmutaban por la carnosidad que les dotaba desde sus experiencias de vida. Hizo de su práctica pedagógica un espacio de compartir, pero desde la configuración de vías para que cada uno/a viaje a las profundidades de su propio cuerpo y su propio ser, pues la danza no era para él una búsqueda técnica y de artificio, sino un medio para encontrar estados más hondos de la existencia.

Jennifer Asencio, graduada: No conocía al maestro Kléver hasta que llegué a la UArtes y oí hablar de él como el bailarín y coreógrafo que tuvo sus inicios en Quito y ganó reconocimiento a nivel nacional e internacional. Tengo en Facebook contactos de México que mencionan su trabajo por su estilo de danza y por ser un referente importante. Nuestra generación de profesores tuvo la oportunidad de trabajar con él y conocíamos lo importante que era que nos visitara. En el 2019 tuve la oportunidad de conocerlo en la segunda edición del Encuentro Escénico, donde los estudiantes hicimos con él una residencia en la que nos enseñó su técnica, su visión de la danza y su visión de la vida; cuando nos impartía su danza, siempre nos mencionaba de sus experiencias, sus palabras eran profundas y muy sentidas.
Cuando tuvimos la presentación con los resultados de la residencia recuerdo que él bailaba con nosotros, estaba fuera de la escena, pero bailaba e inspiraba. Tengo la anécdota de llevarlo al hotel en el carro de mi papá y que en el trayecto me contó su vida, era como un libro abierto; agradezco su compartir y la oportunidad que me dio de conocerlo.
Lorena Delgado, docente: La primera vez que vi a Kléver no tenía más de 10 años y fue su maravillosa obra “Anfisbena” la primera vez que observaba danza, un cuerpo que se transformaba e irrumpía la normatividad. Nos encontramos varias veces en el camino. Cuando viajaba a tomar cursos en el Frente de Danza Independiente en mis vacaciones, cuando participé en uno de sus montajes, cuando mi testarudez no me dejaba recibir lo que él tan generosamente compartía a todxs quienes lo visitábamos en sus clases, cuando tiempo más tarde lo busqué porque en mis cuestionamientos sobre la danza solo él podía ayudarme a profundizarlos, cuando vino a la UArtes a compartir con estudiantes de la carrera de Danza y mostrarnos su “Anfisbena” desde la presencia absoluta, desde ese lugar generoso que compartía su vida, su danza.
Hoy me invade una profunda tristeza. Ha partido el maestro que nos pedía “cortarle la cabeza” en cada clase, el maestro que nunca se cansó de compartir y creer que cada persona era una nueva oportunidad para la danza, el maestro que nos invitaba a que no todo lo que el sucede en el cuerpo puede ser aprehendido por la palabra. Te extrañaré querido Kléver e intentaré honrar tu legado persistiendo en compartir, como tú lo hiciste, generosamente la danza.

Khrystel Ortiz, graduada: Realicé la reconstrucción de una de sus obras más mencionadas, “Anfisbena”. Trabajé al lado de Michelle Viera y Ronald Mejía, finalizando nuestro cuarto semestre. Pudimos compartir una tarde con él y muy amablemente nos comentó todo lo que tomó en cuenta para realizar su obra; sus dificultades, sus deseos, lo que sí salió, lo que afinó con el tiempo. Recuerdo que nos preguntó cómo nos veíamos más adelante y nos dio recomendaciones de vida, agradeciéndonos más bien él de haber escogido su obra.
Cindy Cantos, docente: La partida de Kléver enluta a toda la comunidad de Danza de la UArtes y a la comunidad de bailarines contemporáneos de Guayaquil, de Quito, del Ecuador entero, de quienes tuvimos la oportunidad de compartir con él. Integré la Compañía de Danza-Teatro Sarao y tuve la oportunidad de conocerlo hace muchos años atrás junto a Lucho Muekay, Terry Araujo y otros bailarines que salieron del país rumbo a México a estudiar y al volver compartieron sus conocimientos y aprendizajes. Para mí, Kléver y las comunidades de danza de Guayaquil y Quito son pioneros de la danza moderna contemporánea en el país, fueron quienes abrieron paso a generaciones mucho más jóvenes. Su partida enluta nuestros corazones y hace visible esa fragilidad que los artistas escénicos tenemos, sobre todo los artistas escénicos independientes, a veces olvidados por el sistema y no reconocidos. Su partida es muy dolorosa y nos lleva a una reflexión de lo que somos, de lo que estamos haciendo, de cómo vamos a continuar bailando y haciendo nuestro quehacer.
Darashea Toala, graduada: Kléver, flor de floripondio. Así lo conocí: a través de una pantalla, cuando en “Reflexionar la danza II” la docente nos propuso elegir una obra, analizarla y comentarla en clase. Escogí “El niño del floripondio” y allí estaba su cuerpo: un cuerpo que dejaba escapar la carne viva que latía en su interior. Un cuerpo que danzaba desde el ser, desde el sentir, desde el pensar. No había otra excusa que la de entenderse, conocerse, abrazarse en movimiento. Después, lo conocí de cerca: abracé su presencia, sus gestos, su forma de construir el arte desde la raíz y el vuelo. Kléver se convirtió en una luz que habitó, habita y habitará en mi forma de entender la danza. Agradezco haber coincidido en su tiempo, en su espacio, y llevar en mí su huella.

Christian Omar Masabanda, docente: “Hola Christian, qué bueno encontrar tu saludo. En lo personal dando la pelea al tiempo de peste y no detener el proceso… desconcertado y cabreado cada vez que me entero del destino de la danza nuestra. Me sostengo en vosotros, los jóvenes. Harán, haremos nuevos tiempos. Abrazo, ya nos veremos. Kléver”.
Querido Kléver, mañana es el Día Internacional de la Danza, nuestra danza. Danza que en este el país de la canela ha sido golpeada brutalmente desde siempre, pero que también, desde el movimiento y la insistencia de seres como tú, la han sabido cultivar con cada clase, palabra, pensamiento, coreografías, intervenciones callejeras que han servido de curitas para sanar el alma a través del movimiento. Hoy tu partida nos moviliza a honrarte, recordarte y celebrarte. Gracias por habernos preparado el terreno, por haber labrado el camino con actos profundamente poéticos y políticos que incendiaban todo, transformando la rabia en esperanza que bailaba al ritmo de la justicia y sanación. Que bella manera de hacer presencia la tuya, siempre desde la escena imaginando otros mundos posibles. Nuestras danzas llevarán tu nombre, porque la herencia que nos dejas ya está hecha carne y piel.
Desde Guayaquil respondo a uno de tus últimos mensajes para contarte que hoy, 28 de abril de 2025, aunque un poco tristes por tu partida, la comunidad UArtes: amigxs, colegas, estudiantes estamos en una minga colectiva haciendo/imaginando/creando nuevos tiempos para seguir anidando a las historias sobre las que se mueven nuestras danzas, para con ella dar testimonio de nuestras muchas luchas, las propias y las compartidas.
Si en el viaje te encuentras con Arturo, Petra y los otros que se adelantaron, diles por favor que en nuestros salones de clase sus memorias, legados y danzas no son contenidos de estudio, son más bien fuego que nos habita para bailar el pensamiento, las palabras, el intelecto, la política, los cuerpos y el corazón.
Acá seguiremos, como era tu deseo: Bailando en soledad, de a dos, de a muchos, de a todxs. Bailando también con nuestras certezas e incertidumbres. Bailando también con nuestras nostalgias y con nuestros deseos. Bailando también por nuestros empeños y por los tuyos. Bailando con nuestras coincidencias y diferencias. Bailando en comunidad danzas plurales, diversas y polirrítmicas. Bailando de todas las formas posibles. Bailando con dos pies izquierdos, equivocando el paso, fuera de cuentas. Bailando danzas mínimas, domésticas, con brincos, vuelos y saltos. Bailando danzas que nos muevan y nos conmuevan. Bailando por la vida, el amor, la alegría y el respeto. Bailando por los que ya no están. Bailando por los que siguen, persisten, resisten y se quedan. Bailando por los que se adelantaron y allá nos esperan. Bailando en soledad, de a dos, de a muchos, de a todxs. Bailando. Bailando. Como tú: siempre bailando. Hasta pronto Kléver. Con gratitud.