El docente Paúl Velasco Gonzales integró junto con once compañeros la segunda cohorte de graduados en la maestría en Composición Musical y Artes Sonora de la Universidad de las Artes. El 9 de mayo, en la Plaza Pública del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes, recibieron sus diplomas, al igual que quienes cursaron los programas de posgrados en Cine Documental, Artes Escénicas, Composición Musical y Artes Sonoras, Fotografía y Sociedad en América Latina, y Políticas Culturales y Gestión de las Artes.
Tras el saludo a las autoridades, profesores, compañeros, familia, amigos y comunidad universitaria, Velasco destacó el momento como el paso firme que decidieron dar en el camino artístico y académico que eligieron recorrer. “Es un honor poder compartir estas palabras en representación de esta promoción de posgrado que ha demostrado que el arte no es solo un acto de expresión, sino también de resistencia, propuesta y futuro”, dijo Velasco, quien se graduó con altos promedios.
“Hace un par de semanas, el doctor Pablo Cardoso, en una clase magistral, compartió una reflexión que deseo traer a esta ocasión. Dijo: ‘En lugar de explotar las minas de metales preciosos y de vestir con chalecos a las fuerzas del orden, si me ponen a elegir, yo preferiría explotar la riqueza intelectual en lugar de la minería abierta. Así, de una manera eficiente, a través de la cultura, se eliminarían los problemas de seguridad y la pérdida de generaciones que acaban en manos del hampa’.
Esa afirmación, abonó Velasco, encierra una verdad urgente: el conocimiento y la creación son bienes de mucho valor que tienden a ser subestimados. El estudio del arte en sí no es un lujo, sino una de las herramientas más poderosas de la sociedad, capaz de generar políticas públicas para un mejor vivir, un mejor futuro. Un futuro que vecinos como Colombia ven reflejado en el 3% de su PIB y en programas de cultura viva comunitaria y artísticas como los de Medellín, que evidencian como el arte puede ser motor de transformación social profundo si las leyes se enfocan en el cuidado del individuo y no en el cuidado del capital.

“Como docente e intérprete, siempre he sostenido que la formación debe ser constante, al igual que en otras carreras como la medicina o la ingeniería. Las artes musicales y sonoras eran consideradas una ciencia por los griegos en su ‘Quadrivium’. Los artistas y docentes aplican el método científico regularmente: manejan datos empíricos que surgen de las grabaciones de cada clase, recital o concierto, realizan la detección, clasificación y corrección de problemas técnicos en bitácoras de estudio; y trabajan con combinaciones adecuadas de materiales compositivos o texturas sonoras. Este análisis se realiza de manera rigurosa y con intuición artística, tanto cualitativa como cuantitativamente. Por lo tanto, el estudio y trabajo de las artes requiere el mismo compromiso ético y técnico que cualquier otra carrera”.
Agregó que la maestría en Composición Musical y Artes Sonoras de la Universidad de las Artes “nos ha proporcionado las herramientas, el razonamiento y los conceptos estéticos necesarios para replicarlos y compartirlos tanto con alumnos como con colegas. Ha expandido las posibilidades de un lenguaje compositivo y ha renovado el deseo de saber aún más, no solo de la composición, sino de todo lo que la contextualiza. Además, nos ha permitido generar ese capital simbólico del que tanto se nutre y caracteriza cada artista”.
Velasco indicó agradecer con profundo respeto a todos nuestros profesores y profesoras, a los tutores que estuvieron hombro con hombro en el desarrollo de nuestros trabajos de titulación, muchos de ellos colegas admirables que, con generosidad y exigencia, nos guiaron. “En especial, quiero reconocer a Rafael Guzmán Barrios, quien nos enseñó a enfocar la atención en lo esencial, en ‘el pollo del arroz con pollo’, como él bien decía. Y a la profesora Adina Izarra, cuyo apoyo constante, lucidez académica y acompañamiento cercano fueron fundamentales para llegar hasta aquí”.
Fortalezas recientes y renovadas
Se dirigió a sus compañeros, a quienes nombró: Amanda, Evelyn, Damián, Monserrat, Félix, Mayeriyn, José, Martín Sebastián, Stalin, Fabricio, Omar… “Todos y cada uno demostraron fortalezas crecientes y renovadas, una madurez estética y técnica que hoy nos enorgullece a todos. Esta maestría se vivió en un contexto particular: saliendo de una pandemia global en el año 2022. Vivimos el aislamiento, la virtualidad, la crisis. Y, sin embargo, esta maestría fue un ancla que sostuvo nuestra cordura y un puente hacia la esperanza. Un espacio de sentido en medio de tanto ruido”.
Pidió a sus colegas no olvidar que fueron las artes –la música, la animación, el diseño, la escritura– las que sostuvieron en gran medida la psique de las personas durante los peores momentos. “Cuando todo parecía fragmentarse, el arte nos ofreció estructura, catarsis y consuelo. El arte no es un mero ornamento en la vida: el arte da la seguridad de una estructura sólida. No es solo emoción; es pensamiento, es comunidad, es país.”

Nada hubiese sido posible sin la familia, añadió y agradeció a la suya por la paciencia, el tiempo compartido, por las noches largas y silenciosas en las que seguía trabajando mientras todos dormían. “Por las idas a la playa pospuestas, por entender mis ausencias con amor y fe. Gracias por sostenerme en cada etapa. Este logro también es suyo”.
Agradeció, asimismo, al equipo administrativo y al personal de posgrados, que siempre estuvieron atentos a sus necesidades, incluso en los momentos más contusos. “Y gracias a todas las personas invisibles, pero esenciales, que sostienen la vida universitaria desde las oficinas, la seguridad en los edificios patrimoniales, los pasillos y la gestión”.
Invitados a imaginar lo que viene
En su intervención, Velasco invitó a los presentes a imaginar lo que viene. “Pensemos en un Ecuador donde los jóvenes no tengan que migrar para aprender. Donde se consulte nuestra metodología, se busque a ecuatorianos para revisión de pares, se estudien nuestras publicaciones académicas y se valore nuestra cooperación institucional”.
Un Ecuador sin agentes paternalistas foráneos, sin fuga de cerebros. Un país que se acerca constantemente a la autosuficiencia intelectual y artística. La Universidad de las Artes es prueba de ello, una universidad al borde de la ría, en la Perla del Pacífico, que está mostrándole al mundo que la formación en artes ayuda a una sociedad a ser más justa y equitativa, a ser disciplinada y rigurosa, a ser creativa, ingeniosa y generosa.
“Este es apenas un paso más en esta jornada académica, pronto vendrán más: doctorados, composiciones, investigaciones, nuevos proyectos y nuevas generaciones que nos tomarán como referentes, y una Universidad de las Artes como caldo de cultivo de una cepa revolucionaria. No con adoctrinamiento, sino con trabajo, hechos, datos, obras y una sociedad agradecida. Por ello, hago una invitación concreta: enseñemos lo aprendido, investiguemos y publiquemos, compartamos y organicemos. El trabajo del docente no termina en el aula; el trabajo del artista no termina en el escenario ni en la publicación de la obra. Que el conocimiento y el arte no se queden entre estas paredes. Sigamos afinando las cuerdas del pensamiento, componiendo ideas transformadoras y tocando juntos esta sinfonía colectiva por un país más justo. Gracias por caminar juntos este trayecto”.