“Ser-memoria de una graduación de maestrantes en Artes Escénicas del Ecuador”, el discurso de Ana Jácome

“Ser-memoria de una graduación de maestrantes en Artes Escénicas del Ecuador”. La hoy magíster en Artes Escénicas por la Universidad de las Artes, Ana Lucía Jácome, tituló así al discurso que preparó en su nombre y el de sus compañeros del programa de posgrados para la ceremonia en la que también recibieron sus títulos de cuarto nivel los maestrandos en Cine Documental, Composición Musical y Artes Sonoras, Fotografía y Sociedad en América Latina, y Políticas Culturales y Gestión de las Artes.

Ana Lucía Jácome se pronunció también como Anna Absenta y contó que hace más de 10 años su maestra de psicoanálisis, Vera Kohn solía, empezar las clases preguntando a sus alumno lo que habían soñado la noche anterior, “y antes de empezar con nuestros relatos, nos pedía que coloquemos bien los pies en conexión a la tierra, que nos predispongamos a respirar enlazándonos con el sentir de la energía antigua de nuestras pisadas y que al describir cada elemento del sueño como personas, paisajes, conflictos, colores, olores, atmósferas, siempre precedamos el complemento ‘que forma parte de mi’, a fin de que cada significante del sueño al ser narrado descubra su significado y en el sentir del narrador surja su significación”.

De esas recurrentes practicas psico-pedagógicas, Jácome señaló haber comprendido que desde ese lugar se puede activar el poder de la transformación, “al abrirnos a escuchar la voz del subconsciente, descifrando sus mensajes, para desde esa senso-percepción lograr disfrutar la plena alquimia que detona ese insumo onírico que se va materializando en el oficio incesante de pulir la existencia”.

Al acto de graduación que tuvo lugar el 9 de mayo, en la Plaza Pública del MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes, Ana Lucía Jácome quiso imaginarlo como una clase más con ella, “pero la diferencia será que no narraremos un sueño sino un cuento. El precedente ‘que formará parie de mi’ lo colocaremos en tiempo futuro, con la intención de dar tiempo a la maceración y el descifrar ecfrasiástico (entendiendo al écfrasis como esa posibilidad de traducir a palabras una representación visual y corporal) del mensaje enviado por este subconsciente colectivo creado por estos trece cuerpos de artistas de distintas disciplinas escénicas”.

El número y cuerpos mencionados eran el suyo y los de Darashea, Rafael, Sandra, Jordy, Tamia, Darla, Mirella, Carlina, Tomás, Alfredo, Arianna y Vanesa, sus compañeros que al igual que ella decidieron hace un poco más de año y medio agarrarse en convicción al cordón umbilical de sus oficios artísticos y alimentarse de la misma placenta universitaria, a fin de entregar a esta primera cohorte de maestría en Artes Escénicas del Ecuador sus gestos y huellas artísticas que forman parte de cada uno de los proyectos investigativos logrados y los que aún siguen en proceso.

“Inspirada en los hallazgos y provocaciones que me dejó el acompañamiento de mi tutor Francisco Arrieta desde México, del que surgió mi huella escritural: ‘Piel femenina herida, un cuerpo-denuncia y un gesto escénico: Hechizos para reparar un cuerpo roto’, me atrevo a invitarles este momento a que descrucen sus piernas, desamarren los atados de sus corazones y pongan sus dos pies en decidido contacto con el piso para contarles un cuento”.

Para el efecto, Jácome reveló haber llevado a uno de los significantes que forman parte de su dispositivo performático para que sea el narrador. Se refirió al “Libro verde hechizos para reparar un cuerpo roto”: “El útero tierno y primerizo de la maestría de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes ha parido once criaturas, dos de ellas aún se han quedado resguardas en sus aguas de gestación ‘que formaran parte de mí”.

Esta joven maestría de artes, continuó, se había enamorado ciegamente de una comunidad cultural y del enlace de sus pasiones de la que brotaron 17 semillas. Para saber cuáles serían las adecuadas para sembrarlas, las colocaron en agua con la consigna de que las que floten serán las vacías y huecas, y las que logren llegar al fondo del agua serán las llamadas a continuar el proceso de germinación “que forman parte de mí”.

Transcurridos unos días de contemplar el comportamiento de las semillas, una mañana se encontraron con catorce semillas flotando y trece totalmente sumergidas en el agua “que formaran parte de mí”,

Con mucha suavidad la joven maestría de artes retiró a las semillas flotantes e implantó en su tierra uterina al resto de semillas “que formaran parte de mi”. Suspirando besó a su amante y de pronto apareció una mujer anciana quien se presentó como su placenta cósmica y les invitó a navegar con ella, en un viaje al silencio y la oscuridad de la gestación “que formará parte de mí”. Después de un año y medio eclosionaron once aristas que fueron llamadas C, J, D1, D2, T1, T2. M. V, R, S, Al, pero dos de ellas: A2 y A3, decidieron permanecer en maceración durante seis lanas más “que formarán parte de mí”.

De esta manera, el cielo recobró un aliento renovado y esperanzador, ya que la joven maestría de artes y el apuesto comunidad cultural habían creado juntos con amor y cuidado un expandido brote de luces diversas, que supieron vencer en silente esfuerzo, sus miedos, dudas, expectativas, ansiedades “que formarán parte de mi”.

Antes de que cada arista se despida de la constelación, su placenta cósmica que alimentó tanto a la tierra como a las semillas, aún vigilante a las pendientes eclosiones y en tierno susurro, les recuerda y decreta: En un corazón helado, no puede nacer una flor “que formará parte de mí”.

Tras su relato, Jácome retomó las experiencias de las clases con Vera Kohn: Luego que narrábamos nuestros sueños nos repartía unos pliegos de papel bond y pinturas, para que activáramos una mirada esquizoanalítica planteada así por Islas, que nos remite a “lo invisible”, en contacto con nuestros íntimos niveles imaginarios afectivos, lo menos verbalizado, lo que uno menos piensa que está ahí, en el salón de ensayo, en las interacciones de los sujetos.

Correlato imaginario para vislumbrar el camino

“Compañeras y compañeros les regalo este correlato imaginario para que sepamos vislumbrar cuál es nuestro camino. En mi caso he decidido hace algunos años encarar la herida, volver a mis heridas para fortalecer sus cicatrices con las herramientas de la danza y la costura. Presentarme ante ustedes hay con estos pellejos de artista, convencida de que lo que no ha sido desgarrado, amputado, herido del cuerpo historia de mi Hechicera Anna Absenta por el fenómeno de la violencia, lo llamo Cuerpo-denuncia, concibiéndolo como un contradispositivo, llamado así por Shaday Larios, de ese cuerpo femenino herido que el capitalismo lo ha condicionado a ser un territorio-espacio, dispositivo cotidiano en el que la violencia se ha normalizado”.

La magíster invitó a los graduados y graduadas a que como artistas no pierdan la convicción de ver el mundo de diferente manera y que la pregunta rectora de Jane Bennett “¿cómo cambiarían las respuestas políticas a los problemas públicos si nos tomáramos en serio la vitalidad de los cuerpos (no-humanos)?” nunca deje de ser explorada en sus procesos de creación escénica.

Que, frente al desesperanzador firmamento político, cultural y social de nuestro país, no perdamos la voluntad artística-humana y recordemos que somos actantes, que en palabras de Bruno Latour se define como una fuente de acción que puede ser humana o bien no humana. Que lo macro y micropolítico que alimenta sus oficios escénicos no permita que sus deseos sean colonizados, que posicionemos una política del deseo, que en palabras de Abderhalden es hacerse vulnerable a otros imaginarios, a otras poéticas y modos de hacer en toda su heterogeneidad y extrañeza.

Que sostengamos nuestras convicciones en coherente alineación de nuestro pensar, sentir, accionar, visionar, con una radical apuesta de nuestro pensamiento y nuestra práctica escénica, sin miedo al rechazo de la demanda capitalista artística, sino que al contrario tomemos en cuenta lo que Lozano resume: “las prácticas artísticas crean espacios de participación individual y colectiva, las cuales reconocen que cada individuo/a es importante para la comunidad-simbiosis entre persona-colectivo- que, sin el accionar de ella y él y la conciencia de lo común, es muy poco probable transformar el territorio, su cotidianidad”.

Que las narrativas expandidas que parlotean en las plataformas de consumo masivo del arte, estimulen salvajemente el soltar las miserias de la competencia, la envidia y la indiferencia, para compartirnos en generosos rituales: herramientas – metodologías que nos vinculen y nos permitan sostener la voluntad y el fuego creativo en este país tan maltrecho, sin perder el entusiasmo en crear hechizos íntimos que animen a nuestros espíritus de artistas.

Ana Lucía Jácome finalizó su intervención entregando su distinción académica a la energía noble de sus hijos y gata, quienes han sido la placenta de esta gestación, que como buena madre alimentó y cuidó el bienestar de su cuerpo y creación escritural y performática hasta su feliz término de parto.

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