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Darashea Toala creó para su tesis una obra interdisciplinar entre la música y la danza

Cristina Darashea Toala Vera ya es licenciada en Danza (itinerario Intérprete/Creador). El pasado 20 de septiembre de 2021 sustentó su tesis, obteniendo la calificación de 10 en su exposición y pasando a conformar junto con Angie Gallegillos y Tamia Sánchez (ambas del itinerario Pedagogía) la primera generación de estudiantes de esa carrera de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes en titularse.  

Así como a sus compañeras, Darashea Toala comparte con InfoUArtes, en primera persona, un texto acerca de la concepción, del desarrollo y de las conclusiones de su trabajo final de tesis:

Durante mi proceso de titulación decidí crear una obra interdisciplinar entre la música y la danza. Para ello conté con el apoyo de mis tutores Óscar Santana y Fredy Vallejos, quienes me ayudaron a fortalecer la investigación teórica y el desarrollo del montaje coreográfico. Paralelamente, tuve la colaboración de Mauricio Bombón, estudiante de la carrera de Artes Musicales y Sonoras, quien fue parte del proceso de investigación práctica. 

El objetivo general para poder alcanzar el desarrollo o cumplimiento de este trabajo fue crear una obra interdisciplinar que permita la construcción de un espacio rítmico común entre la música y la danza. Se establecieron para ello ciertos objetivos específicos, como pasos a seguir para la consecución u obtención del objetivo principal. 

Pero antes de mencionar cuáles son los objetivos, se tomaron como referencia las palabras de espacio rítmico común. Varias veces se trató de resolver el concepto tras tener en cuenta las tres palabras como uno solo. Sin embargo, a medida de que se desarrollaba la investigación teórica había la necesidad de separar estas palabras para encontrar un significado o un sentido con relación al tema que se proponía. 

Se plantearon ciertas hipótesis, las cuales eran que al momento de hablar de espacio rítmico común se hace alusión a un ritmo general que se crea a partir de los demás ritmos individuales, mientras que lo común sería un estado de pertenencia de igual a igual, donde el desarrollo de una obra en particular se crea mediante el aporte de cada disciplina. 

El primer objetivo fue identificar los ritmos individuales de la música y danza, que se forma en una puesta en escena a partir de la repetición y el análisis del cuerpo como metrónomo. El segundo objetivo, identificar un ritmo en común entre música y danza mediante la conjunción, la autonomía y el intercambio de disciplinas. Y, el tercero, desarrollar un espacio en común para la creación de una propuesta coreográfica. 

Estos conceptos: repetición, cuerpo como metrónomo, conjunción, autonomía e intercambio, fueron desarrollándose a partir de la investigación teórica, vinculados al proceso del montaje coreográfico. De manera breve, podría decir que la repetición –según como lo planteó Henri Lefebvre, uno de mis principales referentes durante la investigación teórica– es aquella donde se integra lo cíclico como una forma de volver a comenzar y lo lineal como la reproducción de un mismo fenómeno. Él comentaba también que la repetición funciona como un estado de transmisión para el aprendizaje y que es un mecanismo de memoria para los seres vivos.  

El análisis del cuerpo como metrónomo, es tomado del mismo autor (Henri Lefebvre), ya que él considera al ritmo-analista como aquella persona que observa y comprende el ritmo que se genera en un espacio y tiempo social mediante el uso del cuerpo como temporalidad vivida, pues este escucha, aprecia y aprende los ritmos externos. El cuerpo del ritmo-analista, como temporalidad vivida, se convierte en un metrónomo que percibe estos diferentes ritmos, ya sea de manera externa e interna. Para ello, el cuerpo debe ser afectado por los flujos temporales de una ciudad, no solo observar desde afuera, sino también desde adentro. Percibir lo que sucede con los cuerpos y sentir los cambios de dinámicas y tonalidades que se producen. 

Los términos conjunción, autonomía e intercambio son palabras que fueron propuestas para desarrollar un diálogo que permita la creación de alguna obra en particular. Esto nace como una manera de generar un proceso interdisciplinar entre la música y la danza, ya que, dentro del proceso de montaje, era y es necesario encontrar distintos estados de convergencia. Amayrani Peralta, durante su tesis de maestría que tenía como tema la interdisciplina como proceso de creación en las artes escénicas, recalca que al categorizar algún trabajo interdisciplinar lo importante es reconocer los métodos que fueron empleados por los creadores o directores. 

En mi caso, traté de analizar cómo estos conceptos mencionados podrían funcionar para el proceso de creación y desde mi punto de vista la autonomía proporciona la libertad de crear a partir de sus propias propuestas rítmicas sin perder la temática o enfoque principal. La conjunción permite el encuentro y el compartir de un mismo espacio. Y el intercambio decodifica los conceptos para facilitar la comprensión hacia la otra persona con la intención de intercambiar los roles. 

Durante el diseño de la metodología se estableció un proceso de investigación teórica y práctica con una duración de 16 semanas y un total de 400 horas. Dentro de los criterios de selección era importante la participación de un músico, con conocimientos sobre la danza, no necesariamente a nivel profesional, sino que entendiera las posibilidades de movimiento y la noción del ritmo corporal. También se requirió la participación de una bailarina, lugar que me encargué de ocupar, al igual que el entretejido de la parte coreográfica. 

La cotidianidad fue el punto de partida para comenzar con el proceso de creación. Para ello, se observaron y analizaron tres instantes: el desayuno por la mañana, la parada de bus y el recorrido en el bus, a los cuales denominé las tres estaciones, palabras claves para el desarrollo de la propuesta escénica. Al comienzo se armó una estructura donde se establecieron estas tres estaciones, que tenían como finalidad la acumulación de sonidos, ritmos y sensaciones. Este sentido de acumulación generaba una repetición de los movimientos en el espacio, el cual podía provocar, desde mi punto de vista, un trabajo de memoria y recuerdo en el espectador.  

Durante el proceso se trató de hacer una partitura general de la obra que nos ayudó a comprender cómo se iba armando la estructura. Esta partitura se construyó en forma de línea de tiempo, mediante la incorporación de elementos como movimiento, sonido, vestuario, etc. 

A manera de conclusión, con respecto al proceso del montaje, incluyendo la metodología que fue planteada, se pudieron determinar formas de composición mediante la exploración de conceptos como la repetición y la cotidianidad. Sin embargo, este último término no fue tratado con profundidad dentro de la investigación teórica, más bien se abordó como punto de partida para el reconocimiento de los ritmos que posee una sociedad y extraer esa información como parte del material de investigación dentro de la puesta en escena. 

A partir del planteamiento y los resultados que abordaron cada uno de los objetivos, en las hipótesis generadas se pudo comprobar que lo común es aquel estado de pertenencia donde la música y la danza convergen para crear un producto final, mientras que el ritmo general es creado mediante la construcción de los ritmos individuales dentro de un mismo espacio físico y temporal. 

Texto y fotos: Darashea Toala Vera

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