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Dos propuestas que en la MMAT hizo al público “escuchar el tiempo”

La décima edición de la Minga Multimedia de Arte y Tecnología (MMAT) tuvo su inicio este 23 de agosto y se mantendrá hasta el 8 de septiembre próximo. Organizada por la Universidad de las Artes y su Escuela de Artes Sonoras, en este año su concepción conllevó a la realización de la primera edición Minga Latinoamericana de Arte y Tecnología (MLAT). El cronograma de actividades de ambas citas es amplio y diverso. Abarca conferencias, talleres, muestras y conciertos.

En la tarde de la jornada inicial, la intervención de las campanas del patrimonial edificio El Telégrafo atrajo la atención de muchos. Se fijó a las 15:00, con la participación de Andrey Astaiza, director de la Escuela de Artes Sonoras; Gianni Candel, Juan Martín Solórzano y David Barberán. Allí, la comunidad universitaria escuchó atenta el sonar del antiguo campanario de la torre que sobresale en toda la esquina de Boyacá y 10 de Agosto.

Y es que mirar el tiempo de frente nos insta a adoptar una perspectiva tecnológica, a abrazar la techno-logía del sonido. Esto significa sumergirse en la lógica técnica de las sensaciones sonoras, descubrir cómo la tecnología no solo altera la forma en que escuchamos, sino también cómo interpretamos el tiempo. Nuestra relación con el tiempo, por lo tanto, se convierte en una danza entre lo ancestral y lo moderno, lo orgánico y lo artificial.

En los pliegues del universo yace una entidad omnipresente y constante: el tiempo, esa dimensión inmutable que deja su huella en el flujo de la materia y en la danza de la vida que da forma a nuestros mundos. Sin embargo, la tradición, esa cadena de conexiones con el pasado, se entrelaza de manera inextricable con el tiempo. Se pliega y se retuerce, como una hoja atrapada en la corriente de la transmisión técnica, formando una memoria colectiva que es vigilada de cerca por la sincronía universal.

Luego de tan interesante propuesta de sensaciones sonoras había que encaminarse para otra de las presentaciones programadas en la tarde del 23. El punto de encuentro esta vez era el MZ14 Centro de Producción e Innovación de la UArtes. Se trató del homenaje al compositor y catedrático colombiano Javier Álvarez, con la espacialización del docente Fredy Vallejos (foto abajo).

Por audios provisionados por su hijo se consiguió oír nuevamente a Álvarez, cuyo tejido de pasado y presente propiciaron inquietudes como ¿qué tradiciones elegimos retener en nuestras mentes y cuáles se desvanecen en el olvido?, ¿qué técnicas abrazamos con voluntad y cuáles nos son impuestas por la marea del tiempo? En medio de esta reflexión, surge la importancia de sintonizar con el tiempo, de captar cómo se moldea nuestra memoria musical y cómo se esculpe nuestra subjetividad sonora en la fragua del tiempo.

Sin embargo, esta danza temporal no es una sinfonía solitaria. En el escenario de nuestra existencia, también danzan resonancias, ruidos y ritmos, cada uno contribuyendo a la vibración única de nuestros mundos. Algunos ritmos encajan perfectamente en la cadencia del tiempo, mientras que otros resuenan a destiempo, creando una polifonía de experiencias y emociones. Explorar las modalidades sincopadas de nuestros recuerdos es como desentrañar un enigma, descubriendo cómo los tiempos entrelazados se entretejen en nuestra percepción.

En última instancia, sumergirse en la escucha del tiempo no es solo adentrarse en el flujo temporal, sino también en la materia misma que lo abraza. Es sumergirse en las ondas, en las vibraciones que viajan a través del éter, llevando consigo significados y emociones que se despliegan en cada rincón de nuestro ser. Un zumbido de una mosca que culmine con el callar de una balacera, es un acto de apropiación del tiempo y del sonido, una oportunidad de introducir nuevas capas de significado en nuestra comprensión de la existencia.

Así que, mientras el tiempo sigue su marcha implacable, recordemos que nuestras tradiciones y técnicas son parte del tapiz que tejemos a lo largo de nuestras vidas. Escuchar el tiempo es navegar en las corrientes de la memoria y la innovación, en busca de las melodías que resuenan con la esencia misma de lo que somos.

Texto: Eleinn Ewmanothva Rivera Solís, estudiante de la carrera de Literatura.
Fotos: Tyrone Maridueña/Camila Guerrero

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