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“El mediador indaga cada segmento del texto, valora su expresión visual, estética, emoción y subjetividad”

¡Casa llena señores! Ver a docentes, egresados, alumnos y público en general en el aula del pabellón Pablo Palacio del campus centro de la Universidad de las Artes no se da todos los días. Había llegado el autor de obras como “Hacer de la literatura una experiencia” y “Yo, mediador(a): mediación y formación de lectores” para justamente desarrollar –en su segundo día– un taller de mediación lectora, programado del 19 al 21 de septiembre; para el sábado 23 se desarrolló una charla para bibliotecarios.

La doctora María Alejandra Zambrano, directora de la Escuela de Literatura, dio la bienvenida a Felipe Munita, a fin de dar inicio a la propuesta. De inmediato se coordinó un ejercicio poético en parejas, mientras se repartía un extracto del poema “El animal que no existe”, de María Auxiliadora Balladares, el cual pertenece al libro “Soñar y vivir la selva: poesía desde el Yasuní”, segundo libro de la Colección Infancias del sello editorial UArtes.

La consigna era leer el texto detenidamente e ir generando unas primeras impresiones para luego dialogar e intercambiar criterios al respecto con el compañero más cercano. Uno de los participantes, el docente Byron Cevallos Trujillo, coordinador de la carrera Pedagogía de las Artes y Humanidades, expresó al hacerlo que surgieron nuevas impresiones y una identificación con los animales, las bacterias y el sitio donde ocurre la historia. Este todo se condensa en un juego, donde el concepto de migración también está presente en la selva y al final de la lectura nos preguntamos ¿qué pasa aquí?

Los docentes Pedro Mujica y Nicolás Schvarzberg tuvieron otra interpretación de imágenes en la lectura. Ambos, al tener una cultura audiovisual, coincidieron en criterios acerca de la idea de “agua negra” detectada en otro fragmento del poema de Balladares. “El agua negra no existe”, mencionó Mujica, pero es un registro del paso del hombre civil por la Sacha. Schvarzberg lo secundó aclarando de que el agua negra fue creada por nosotros y no por la naturaleza del oriente ecuatoriano.

Para responder a las inquietudes de los docentes, Felipe Munita indicó que el mediador indaga cada segmento del texto, valora su expresión visual, estética, emoción y subjetividad. El resultado de esta interacción es generar una creencia global de la lectura.

Como segunda actividad se realizó un dialogo grupal. El autor nacido en Chile buscó reunir impresiones sobre textos llenos de metáforas relacionadas a la imagen y el color en un libro juvenil. Las temáticas que surgieron mediante el diálogo fueron: ausencia, caricia, ritual, la idea de la llamada como parte del proceso de un duelo. Yuliana Ortiz, autora de “Fiebre de Carnaval” y graduada UArtes, sostuvo que el diálogo es una forma de compartir la realidad e invita a pensar en el presente. En cuanto a la idea de la obra, consideró es una forma de describir percepciones de la muerte y del miedo, pero a medida que el relato avanza es necesario soltar el duelo para ajustarse a una nueva cotidianidad.

Felipe Munita explicó que el color en los textos tiene una evolución. La imagen tiene un crecimiento que alimenta al poema, creando una forma de presentación para que el lector acompañe con atención a la lectura. Un buen ilustrador maneja texto, imagen y color para evocar sentimientos reflexivos en el lector, tornándose un diálogo más personal y transformador.

En la actualidad, una buena práctica lectora es cuando el lector aprende a leer imágenes capaces de desarrollar y expandir en su lenguaje.

Un corto diálogo con el autor chileno

Tras el taller, el diálogo de InfoUArtes con Felipe Munita era necesario, aunque fuera corto.

¿Qué tan importante es la promoción lectora en los espacios públicos?
Para mí es fundamental pensar la lectura en el espacio público. Muchas veces pensamos en la promoción de la lectura únicamente en espacios puntuales, como el espacio escolar, pero en realidad si uno se fija hay una serie de proyectos que se están desarrollando en bibliotecas comunitarias, en espacios de educación no formal, espacios no convencionales de la lectura. Hay que pensarla como salas de lectura, de una manera integral que no dependa solo de una institución como la escuela, sino que está atravesada por muchas iniciativas. Algunas pueden surgir de la escuela, unas veces del espacio bibliotecario, otras veces de la sociedad civil, de proyectos públicos o privados que favorezcan al acceso de los grupos sociales dedicados a la lectura. Todo esto resulta fundamental a la hora de promocionar la lectura desde el espacio público. 

¿Qué modelo bibliotecario recomienda para fomentar la práctica lectora en los jóvenes?
Eso depende de los espacios bibliotecarios diversos que existan. Hay programas de bibliotecas en mi país (Chile) como CRA (Centro de Recursos para el Aprendizaje), que tiene como objetivo apoyar la implementación del currículum y el proceso formativo de los estudiantes de establecimientos educacionales subvencionados a través de acciones que les otorguen un amplio acceso a recursos disponibles para la lectura.

Es una política pública de largo aliento, continuada durante treinta años que ha dotado de buenas bibliotecas a las escuelas. Ahí hay un modelo interesante.

Ahora si pensamos en bibliotecas comunitarias, el trabajo en Argentina con bibliotecas barriales y de asociaciones civiles es un modelo a seguir. En bibliotecas públicas hay varios modelos interesantes como la de Cataluña-España, los programas de biblioteca de Colombia. Todo dependerá de qué tipo de biblioteca estamos pensando

¿La tecnología es aliada o enemiga para la promoción lectora?
No hay que plantearlo en esos términos de enemigo debido a que siempre han existido nuevos formatos. Ejemplo, cuando llegó la televisión, se pensó que la radio iba a morir y nunca murió la radio. Cuando llegaron los medios digitales surgió el libro digital, se pensó que el libro de papel iba a morir y tampoco murió. Entonces, es posible convivir con diversos formatos. Así que debemos pensar en qué nos puede aportar la tecnología para los espacios existentes de la promoción lectora. Se nos abre un mundo de trabajo con aplicaciones, que están proponiendo ficciones para niños y jóvenes.

Se abre otro mundo para los clubes de lectura que se pueden hacer entre jóvenes, pues hablan entre sí sobre libros que han leído, pero lo hacen en la web, en la red. En ese sentido me agrada pensar que la tecnología es un espacio que puede aportar para la promoción de la lectura.

En sus redes sociales, la directora de la Escuela de Literatura publicó imágenes de la visita de Felipe Munita a una biblioteca comunitaria que es parte del proyecto PACHA, de Vinculación con la Sociedad, cuya segunda fase dirige el docente Luis Páez. Asimismo, mencionó que estuvo en Engabao, donde docentes y estudiantes de la carrera de Pedagogía de las Artes y Humanidades desarrollan igualmente un proyecto de vínculo. “Aquí imaginamos un espacio de lectura para infancias (y adultxs también). Pronto nos pondremos a trabajar para hacer realidad este sueño”, escribió en Facebook María Alejandra Zambrano.

Texto: Michael Medina, estudiante de la Escuela de Literatura/Edición: Carmen Cortez
Fotos: Escuela de Literatura UArtes/Kayla Ramos, estudiante en PPP de Casa Grande

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