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Adina Izarra estrenó en Montreal “Tres miradas a Marisol”, en concierto dedicado a ícono del pop-art de los 60

En el marco de la muestra “Marisol” del Museo de Bellas Artes de Montreal, expuesta hasta el pasado 25 de enero de 2024, se brindó un concierto en honor a Marisol Escobar, artista de raíces venezolanas e ícono del pop-art de los años 60. En el evento, titulado “La composition au feminin”, se interpretó la pieza “Tres miradas a Marisol” de la compositora venezolana Adina Izarra, docente de la Escuela de Artes Sonoras de la Universidad de las Artes.

La también coordinadora de la maestría en Composición Musical y Artes Sonoras comparte con InfoUArtes la entrevista que con respecto a su composición le realizó “Hispanophone”, medio de comunicación digital en Canadá que brinda a la comunidad hispana información relevante para optimizar su proceso de integración en ese país; el texto es de César Salvatierra.

¿Cómo pasamos de una obra plástica creada en los años 70, como una escultura, a una partitura en un estudio de Guayaquil que luego será interpretada, además, por un cuarteto de cuerda en Montreal?

Me proporcionaron algunas imágenes de las obras que estarían en la exposición, pero me dijeron que no necesariamente tendrían que ser esas esculturas sobre las cuales yo trabajara. Así que me di una intensiva investigación de Marisol por Internet.

Y fui pensando ¿qué obra podría tener como un mundo sonoro más, un mundo musical? Eso me llevó a tres de los trabajos de Marisol. El primero que me que me impactó, fue “La fiesta”, obviamente.

La fiesta de Marisol es toda esta gente que está como estática en plena fiesta, todas tienen la cara de Marisol y hay diferentes personajes. El que lleva los tragos, la gente muy arreglada, etc.

La compositora y docente Adina Izarra en los estudios de grabación de la Universidad de las Artes.

Leyendo sobre ella, estas actividades sociales no eran su fuerte. Entonces, yo me imaginé el ruido de la fiesta, la música y lo percibí como un mundo personal. O sea, la música que escribo trata de recrear esa percepción ajena, y no como de resaltar el bullicio de la fiesta.

Así, como quien hace un paisaje sonoro con los instrumentos, el reto era hacerlo todo acústico con el cuarteto de cuerda y pasar bastante abruptamente de lo que podría ser el ruido de la fiesta a ciertas músicas que estuvieron ocurriendo en esa fiesta y un mundo sonoro personal de Marisol.

Es una sonoridad bien fraccionada que termina, digamos, en uso de algunos ritmos venezolanos en fiestas como merengue, pero en un mundo abstracto. Entonces toda esta sonoridad loca es la que puede haber en una fiesta donde la música va cambiando. Ese fue mi planteamiento. Hay cambios abruptos, hay silencios abruptos. Bueno, yo me imaginé a veces como cuando uno va a una fiesta en la que aún no llega nadie y uno se dice ¿qué hago yo aquí?, ¿qué quiero yo aquí? Mientras las conversaciones van y vienen mientras uno tiene como su mundo interno. Eso traté yo de hacer con la música.

En este caso el público frente a una obra de Marisol también entra a esa fiesta. Están los que ya se conocen y conversan, los que disfrutan, los callados, los músicos tocando en una esquina, si no es el caso de un invitado haciendo oficio de DJ, y luego ciertamente, cada cual tiene una percepción de lo que acontece y nos interpela.

Es fascinante lo que Marisol plantea en su obra porque es como si ella tuviera en cámara lenta un momento de una fiesta, y de pronto congela la fiesta de un momento, pero el sonido siguió. La imagen se quedó, pero el sonido está aquí. Espero haberlo logrado porque es un planteamiento bastante atrevido, sobre todo para el recurso que yo tenía, que era solo el cuarteto de cuerda.

Hay algunas referencias a la risa, por ejemplo, que es un clásico del violín del siglo IXX de los caprichos de Paganini donde hay una nota en la que el violín se ríe. Entonces tomé mucho de eso, literalmente, la fracción en el que violín se ríe, está presente a lo largo del primer movimiento, una risa ahí que a veces puede ser como sarcástica, a veces puede ser así como de terror…

Adina Izarra (izq.) durante una presentación en el MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes.

¿De dónde viene este interés por musicalizar obras visuales o plásticas en su carrera? ¿Cómo se interesa esto?

Esto es algo que he tratado de hacer en varias obras, si tú te imaginas cuando alguien va a pintar, digamos lo más tradicional es que uno pinte sobre un canvas en blanco, el equivalente de un lienzo. El equivalente en música es que yo componga en el silencio y se espera que la pieza se toque en el silencio, que antes de tocar los instrumentos todos apaguen los celulares, por ejemplo. Ese es el estándar; pero no, la realidad es otra.

De hecho, yo hasta no hace mucho vivía en Caracas, una ciudad muy sonora, con mucha fauna, mucho pájaro, mucha rana. Una está haciendo música en Caracas; no la estás haciendo sobre un canvas en blanco, sino en la música de la naturaleza o de la ciudad o de la urbe.

Entonces, yo decido ¿qué tal si yo compongo este canvas primero y luego escribo en él? Es decir, yo escribo un mundo sonoro estático, como un paisaje sonoro. Y luego escribo la obra que me he montado, hago mi propio ruido, ya que nunca vamos a entender un campo en blanco, puesto que somos la libertad.

El concierto “La composition au feminin” tuvo lugar el 17 enero pasado en la Salle Bourgie.

https://hispanophone.ca/2024/01/15/ofrecen-concierto-en-el-museo-de-bellas-artes-de-montreal-en-honor-a-marisol-artista-de-origen-hispano/

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