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Camila Corral en conversatorio que propone realizar una “Radiografía del ecosistema editorial en Ecuador”

Camila Corral, investigadora y docente de la Escuela de Literatura de la Universidad de las Artes, participará en el conversatorio “Radiografía del ecosistema editorial en Ecuador”, que en modalidad virtual se desarrollará este martes 27 de febrero de 2024, a las 11:00, hora de Ecuador y Colombia; 10:00, de México; 13:00, de Argentina; y 17:00, de España.

La actividad la organiza el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), con el auspicio de la Unesco, y junto con la docente UArtes intervendrán Germán Gacio, co-coordinador de la RED-H, y José Diego González, gerente de Producción y Circulación del Libro.

Antes de la noticia de esta participación de alcance internacional, InfoUArtes dialogó con Camila Corral para hacer, coincidentemente, una radiografía de “Libre Libro: comunidades creativas de lectura”, uno de los proyectos de vinculación con la comunidad que tiene a su cargo y se desarrolla en territorio.

En diálogo sobre “Libre Libro”, el proyecto de vinculación con la comunidad

Camila Corral, quien es licenciada en Ciencias de la Educación con especialidad en Lengua, Literatura y Lenguajes Audiovisuales y tiene una maestría en Periodismo Cultural y Nuevos Temas, revela que en 2023 consideraron hacía falta que Libre Libro, que era una actividad y tenía un componente de investigación –porque también se creó el grupo de investigación Libre Lab.–, se convierta en un proyecto de vinculación con la comunidad.

Esto significaba que Libre Libro ya no era solo la feria y el encuentro de editoriales que la Escuela de Literatura organiza cada año, sino un proyecto en territorio. Durante su gestación se hicieron acercamientos para hacer unos laboratorios creativos de lecturas en colegios. Es entonces que Carlos Valencia, director de la Fundación Karibu, que tiene 20 años trabajando con la comunidad de la cooperativa de vivienda Cisne 2 de la parroquia Febres-Cordero (suburbio de Guayaquil) y con la cual la UArtes coopera en territorio, le comentó a Luis Páez, docente UArtes y director del proyecto Pacha que también es de vínculo y está activo en el sector, que el secretario de la organización había heredado una pequeña propiedad y la había puesto a disposición.

Pese a estar dos décadas en el sector, la Fundación Karibu no tenía sede oficial y los talleres y reuniones se hacían en la casa comunitaria o en el garaje de la tía de uno de los miembros, anota Corral. Agrega que se les ocurrió entonces juntar los proyectos Pacha, que atraviesa su segunda fase y tiene como misión crear repositorios de memoria social y bibliotecas comunitarias, y Libre Libro, cuya misión es dotar de contenido y de hacer procesos de mediación lectora que involucren la exploración artística, la sensibilización hacia las expresiones artísticas –especialmente la lectura– y la fabricación de productos artesanales editoriales.

Para concretar la sinergia entre los dos proyectos de vinculación con la comunidad y la Fundación Karibu, se sugirió a Páez pedir en donación a la universidad mobiliario que ya no estaba inventariado, pero sí en buenas condiciones, lo cual fue posible. Había también unos libros que formaron parte de una convocatoria para donación, pero de los que no se había terminado su catalogación ni el expurgo e inventario.

Todas las piezas se juntaron, expresa Camila Corral, porque ya tenían una semilla de trabajo. El año pasado, el INPC (Instituto Nacional de Patrimonio Cultural) sacó unos fondos para el fortalecimiento de bibliotecas comunitarias y aplicaron. Lo hizo Carlos Valencia, como director de la Fundación Karibu, con el apoyo de Pamela Villarreal, Páez y Corral.

Hicieron luego una preinauguración de la biblioteca comunitaria a la que llamaron Karibuleo y al día siguiente de la actividad, para la que realizaron una minga con la comunidad, la fundación y los estudiantes y docentes inmersos en los proyectos, se enteraron de que habían ganado los fondos.

Corral destaca que Fundación Karibu inició su labor hace dos décadas para evitar el trabajo infantil, porque cuando hubo la emigración desde Esmeraldas a Guayaquil muchos de los chicos en situación de vulnerabilidad salían a pedir dinero o a trabajar en las calles y era peligroso para ellos. Hicieron tejido con la comunidad y han fomentado su propia seguridad, expresa y añade que la sinergia de los proyectos y voluntades hizo que se puedan tener fondos más allá de los fondos.

Lo menciona por los proyectos financiados de vinculación con la sociedad que, en el caso de Libre Libro, les permitió contratar a tres graduados UArtes: Olmedo Guerra, Jennifer Zambrano y Andrea Alejandro, quienes desarrollaron durante tres meses los talleres del laboratorio de escrituras creativas. 

“Pacha trabajaba en el territorio los miércoles y Libre Libro los jueves. Nuestro proceso fue un poquito más largo y estamos con muchas ganas de volver. Hay otros dos proyectos. Uno de Alejandra Zambrano, directora de la Escuela de Literatura, quien a título personal ganó los fondos INPC para la creación de hábitos, lectores y comunidades lectoras, y de cocina afroecuatoriana patrimonial, dirigido por Nicolás Schvarzberg, que dotará el espacio de cocinas comunitarias”.

La intención es que, con la sinergia de todos estos proyectos internos –pero también con la posibilidad de agenciar fondos externos estatales, como INPC e IFCI, y de la embajada norteamericana, en la propuesta que dirige Schvarzberg–, lograr que la Biblioteca Karibuleo sea un centro cultural que funcione, además, económicamente y articule la actividad de alrededor.

La idea es entender y ver a la Biblioteca Karibuleo no como un repositorio de libros y que el libro esté inerte hasta que llegue algún lector con alguna motivación a abrirlo, sino que sea un centro cultural y, sobre todo, un espacio de encuentro. “Todavía no existe la cocina afroecuatoriana, pero hay marimba. Hay un espacio que les sirve para ensayar al grupo de teatro y se mezclan estas sonoridades y expresiones culturales. Hoy más que nunca es urgente que existan estos espacios de encuentro, de refugio, de amistad, de conexiones”.

Sin perder la esencia

Ninguno de los proyectos ha perdido su esencia ni misión, sino que la lleva, comparte y suma. Es un ejemplo de una práctica recomendable: unir fuerzas con lo que las escuelas sabemos hacer, explica Corral y señala que el gran problema de los espacios culturales, es la sostenibilidad. “Estamos apuntando a que esta sinergia entre Karibu y UArtes con sus distintos proyectos nos permita crear un modelo que apunte a ello. No basta con la infraestructura o con dotar de libros maravillosos, se tiene que pensar en que son trabajadores de la cultura que merecen vivir de ello o encontrar una manera de hacerlo”.

Es la misma comunidad la que tiene que hacerse cargo de la biblioteca. La UArtes ha participado con sus talleres y procesos y ha aportado para algunas cosas, pero la biblioteca es su tarea. El trabajo de los docentes es buscar el modelo de gestión y hallar la manera de que funcione para esa comunidad, para Karibu, que sea factible para todos, de que pueda haber más actividades, aparte de la lectura en ese mismo lugar. “Lo que estamos haciendo es acompañar los procesos comunitarios para asegurar que puedan ser realizados de la manera más adecuada en cuanto a su sostenibilidad y perdurabilidad en el tiempo, sin aislarnos del momento de violencia que está viviendo el Ecuador porque es urgente cuidarnos”, destaca la docente. 

Un proceso con grandes enseñanzas

Considera, a nivel personal, que el proceso ha sido maravilloso. En la UArtes lleva tres años y de su experiencia en los proyectos comunitarios que trabajó en la Sierra recuerda uno sustentado en la agroecología, donde se hacían procesos de chacra conjunta. La dinámica era distinta y Ecuador era otro también.

En diciembre pasado, “Libre Libro: comunidades creativas de lectura” presentó el resultado de los talleres en comunidad. Fue el libro cartonero, uno concebido colectivamente y para el que escribieron una canción y contaron historias de la cotidianidad. Se pudo, a través de la imaginación, darle un poco la vuelta a la violencia y convertirla en un lenguaje creativo que les servirá para pensarlo de otra manera. “Son insumos importantes para la vida de todos los que participamos en estos procesos. Transformar esos relatos a través de las expresiones artísticas nos permite verlos de otra manera”, manifiesta Corral.

Del trabajo en territorio pudo descubrir que hay un montón de niños y chicos súper creativos, unos son grandes dibujantes, otros escriben poemas. “Cuando recién llegamos les preguntaba qué querían ser y la mayoría dijo policías o boxeadores y al final del laboratorio decían que querían ser escritores, dibujantes, artistas visuales. Algo se encendió, No se trata de que todos quieran ser artistas, pero sí una posibilidad de que también puedan escribir sus propias historias y libros”.  

Enlace para el conversatorio “Radiografía del ecosistema editorial en Ecuador”: Facebook Live @Cerlalc y en vivo YouTuve @CerlalcUnesco

Foto: Portada Carmen Cortez/Cortesía Camila Corral

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