Con la ponencia “Manos a la obra y pies en la tierra: Implementando un modelo intercultural contra viento y marea” nuestro vicerrector Bradley Hilgert intervino en “Interculturarte 2024”, el encuentro académico y artístico que se desarrolló del 6 al 8 de noviembre en Cali, Colombia.
También por la UArtes participaron con sus obras artísticas los cuatro estudiantes que postularon y ganaron una convocatoria abierta realizada por la Dirección de Relaciones Internacionales; de esta unidad, su directora, Susan Togra, compartió un diálogo con los pares de las universidades organizadoras las experiencias y los servicios que se ofrece; y el docente y coordinador de la Escuela de Artes Sonoras, Fredy Vallejos, impartió el taller “Inteligencia artificial aplicadas en la generación músicas populares”.
En su exposición, el doctor Bradley Hilgert se refirió a la formación de artistas creadores que conecten con el territorio y sus necesidades, lo cual implica también conocer su historia, sus tradiciones, costumbres y creencias.
Mencionó como contradicción el hecho de que un rubio de Ohio, Estados Unidos (refiriéndose a sí mismo) sea quien esté hablando en este evento Interculturarte, sin poder siquiera pronunciar bien el nombre del evento y tras anotar su convencimiento compartió una interrogante que surgió en un congreso académico anterior y que para él sigue siendo provocadora: ¿quién tiene que interculturalizarse? “Mi colega Lucila Lema argumentó que el peso de la interculturalidad siempre cae sobre las minorías étnicas. Son ellos quienes históricamente han tenido que ser interculturales, que tienen que sobrevivir con ese choque violento entre la cultura hegemónica y su cultura propia”.

El vicerrector académico UArtes reveló que ha tenido que cargar con ello. No tenía la obligación de aprender español ni hacer cosas que ha hecho. Podría haber vivido su vida en Ohio de una forma muy tranquila y privilegiada, ejerciendo mi propia cultura. “Pero si pensamos en la interculturalidad como derecho político, tenemos que entender que ese no es un asunto de las minorías étnicas, sino de la sociedad en su totalidad”.
Ya no vivimos en una sociedad justa ni equitativa, añadió, “y si vamos a asumir por fin esa deuda histórica, es necesario que la interculturalidad se convierta en una praxis reparativa desde nuestro campo de acción, que en este caso es la educación superior en artes. Esto implica que tenemos que imaginar un Sistema Nacional que revierta el hecho de que el peso de la interculturalidad cae sobre las minorías étnicas. Esto no debe implicar crear nuevas instituciones para esas minorías étnicas, sino de recrear y reimaginar las instituciones ya existentes”.
En términos reales, sostuvo Hilgert, imaginar una educación superior intercultural implica, como el primer paso, renunciar a los privilegios “y creo que es ahí donde está el principal desafío de la interculturalidad. ¿Estamos listos para los efectos materiales y económicos que dicha renuncia podría conllevar? ¿Estamos listos para hacer nuestra parte para que la interculturalidad pase de ser un discurso político a una praxis?, no tengo respuestas a esas preguntas y no quiero entrar a abordarlas directamente en esa ponencia, pero nosotros como institución sí hemos considerado que el proyecto que venimos desarrollando y el Modelo Educativo y Pedagógico que hemos diseñado constituye un tipo de pedagogía de tránsito que nos puede preparar para responder de forma afirmativa a esas preguntas”.

Tras mencionar las inconformidades con nuestra realidad histórica actual, entre otras, la violencia de género, la persistencia del racismo, el crimen organizado, la corrupción, la crisis energética… “Vemos la necesidad de incentivar las prácticas interculturales en la educación superior en artes con el objetivo de hacer asequible la educación para un grupo de personas que han sido contempladas en los instrumentos político administrativos, pero que siguen siendo excluidos en la práctica”.
En ese sentido, anotó, postulamos que entendemos la interculturalidad como un derecho humano, es un paso hacia una contrahegemonía, un proceso de horizontalización que pone a diferentes grupos étnicos, raciales y nacionales en relación y condiciones de igualdad. “Hay que reconocer que esa igualdad es una utopía, no es algo alcanzable realmente, pero tiene que ser una praxis constante de intentar lograrlo”.
Para cerrar las reflexiones en torno a lo que significa la interculturalidad, Hilgert mencionó el libro de “La Tunda” del autor afroecuatoriano Ibse Hernández, quien resume la interculturalidad en una frase que marcó la forma de conceptualizarla: es la preocupación por la ausencia del otro “y la plantea como una práctica política”.

Justamente, pensar en la ausencia del otro nos guio en el proceso de elaboración del nuevo Modelo Educativo y Pedagógico de la UArtes. “En el 2023 tuvimos tres meses intensos de trabajo para poderlo aprobar y en él reconocemos que la enseñanza es una instancia en la que se genera conocimiento de manera compartida, no solo entre profesoras, profesores y estudiantes, sino también con el entorno social y el territorio comprendido de manera amplia”.
El nuevo Modelo Educativo y Pedagógico se basa en la articulación de las tres funciones sustantivas de la educación superior: docencia, investigación y vinculación con la sociedad. “Haciendo énfasis en la construcción de conocimiento situado, nuestros fundamentos proponen una visión necesaria para la transformación del individuo y las colectividades, orientando el proceso educativo a la superación de los paradigmas limitantes de la modernidad”.
De allí, subrayó, que los tres fundamentos del modelo sean saber cuidar, sentipensar y saber crear. El primero promueve una ética relacional, pues sentipensar obliga a la incorporación de varias epistemes, lugares situados, individuales y colectivos de producción del conocimiento; saber crear impulsa la experimentación creativa; y saber cuidar conlleva al aprendizaje vivencial y experiencial, es decir, partimos de experiencias concretas para aprovechar los múltiples elementos que se desprenden de estas y poder hacer conexiones, reflexionar de manera teórica.
“Ese documento y su posterior implementación es nuestra apuesta por una sociedad mejor, con igualdad de oportunidades, sensible, empática con los desafíos contemporáneos, pero, sobre todo, para la construcción de procesos que permitan reconocer las potencialidades del ser humano, su capacidad de acción y el pensamiento crítico”.







