“La cultura y la educación son los motores de la sociedad, no dejemos que mueran”. La frase la escribió el gestor cultural Ramón Barranco en una de las paredes de la Biblioteca de las Artes, allí donde los personajes vinculados a la cultura, el arte y la investigación a nivel nacional e internacional han plasmado sus pensamientos luego de actividades cumplidas tanto en la Universidad de las Artes como en su repositorio.
Justamente, Ramón Barranco fue invitado por la UArtes a dialogar con nuestro rector, William Herrera, y el director del Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura y del ILIA (Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes), Pablo Cardoso, acerca de las artes escénicas en el Ecuador, dada su rica experiencia profesional en el país. El encuentro se concibió también como el preámbulo de una donación que hizo a la Biblioteca de las Artes de un fondo bibliográfico especializado en arte, gestión cultural y teatro.
La donación constituye un legado, puesto que Ramón Barranco se retira como director artístico del Teatro Sánchez Aguilar (TSA), una labor que desempeñó durante trece años. Deja el cargo y también el país al que llegó en febrero de 2011. Que volverá a su natal España, a Valladolid, contó durante el diálogo que se tornó en una rememoración de su trayectoria e historia, la cual es también la historia del emblemático escenario levantado en Samborondón y que él asumió prácticamente desde su funcionamiento.
El rector William Herrera expresó al ponente invitado el beneplácito de poder compartir un diálogo que se inscribe en un contexto de despedida del teatro, así como del cierre de su etapa profesional. Para la Universidad de las Artes, agregó, el gestor cultural es un amigo, un compañero que ha estado muy cercano a sus procesos. El mismo Barranco dio cuenta de que conocía a la UArtes desde cuando sus edificios patrimoniales estaban en reconstrucción, como El Telégrafo y el Tábara, y de que fue testigo de cómo fueron cambiando hasta convertirse en lo que son hoy.
Cardoso preguntó a Barranco de sus inicios, del arribo al país y de su vinculación al Teatro Sánchez Aguilar. El invitado se remontó a mediados de la década del setenta, a la movida madrileña de su natal España, a sus 18 años y a la creación de un colectivo de músicos, pues viene del mundo de la música.
Ni bien arribó, se topó en el centro de Guayaquil con una manifestación de los estudiantes del ITAE (Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador) en la plaza San Francisco exigiendo que se convirtiera en universidad. Vivió ese momento e incluso se integró a un colectivo alrededor de las artes. Una coincidencia lo llevó a una reunión con Carlos Ycaza, entonces editor de “La Revista” de diario El Universo, de quien supo que el empresario Carlos Aguilar buscaba un director para el teatro que había decidido levantar en unos terrenos de Samborondón; para Barranco, no obstante, lo primero era hacer un proyecto estratégico.
Hizo memoria de la escasa presencia artística existente, como los teatros Sarao, dirigido por Lucho Mueckay, y del Ángel, por Oswaldo Segura. En esos primeros pasos en el ámbito cultural y artístico de la ciudad contó también haber visitado a la Fundación Femenina de Cultura del Teatro Centro de Arte y haber sentido ser visto como competencia. Mencionó a los actores, artistas y gestores que fue conociendo de a poco y de un encuentro con compañías y productores que propició con ese fin.
Para Barranco, el Teatro Sánchez Aguilar fue el pistolazo de salida para que esta ciudad empezará a creer en el ámbito cultural. La segunda revolución fue, dos años después, la creación de la UArtes. Como para tener una idea de la producción del teatro cuya dirección artística deja, sostuvo que se llegaron a realizar cuatro o cinco al año, las cuales fueron bajando porque había más producciones por afuera. Esto lejos de desanimarlo lo alegró, pues antes tenía que ir a buscarlas y puso como ejemplo las propuestas desarrolladas junto a Ángela Arboleda, docente y coordinadora de la maestría de Gestión Cultural en la UArte, como los cuenta cuentos para los niños.
Durante la charla se habló también del Teatro Sánchez Aguilar como parte de la fundación homónima, un proyecto educativo cuya misión formativa compartimos, subrayó el rector; de la gestión cultural y de la parte técnica y administrativa que son la contraparte del arte, aquella en la que han estado y están inmersos Ángela Arboleda, Benjamín Cortés –como director de la Escuela de Artes Escénicas– y Lorena Delgado –en la creación de la carrera de Danza–, presentes todos en la conversación con Ramón Barranco, desarrollada en el primer piso de la Biblioteca de las Artes.
Aunque quedaron muchos temas para abordar, la charla debió finalizar, dando paso a la firma del acta de donación bibliográfica que Ramón Barranco hizo al repositorio de la UArtes. Un total de 321 publicaciones, entre libros (215), folletos (54), catálogos (12) y revistas (40). “Una valiosa contribución para nuestra comunidad académica y para futuras generaciones de artistas, investigadores y estudiantes”, se indicó.
Barranco expresó donarlos a la Universidad de las Artes no solo por ser la única especializada en artes del país, sino porque se siente partícipe de ella. Es una pequeña colección que ha ido haciendo a lo largo de estos años. “Hay libros de todo, de filosofía, muchos textos teatrales de varios países: México, Uruguay, Argentina, Colombia, España, muchos de festivales de teatro, como el festival iberoamericano de Brasil…, entre otros”, expresó.
Al término de la charla, la Universidad de las Artes le hizo entrega a Barranco de un reconocimiento, contenido del que dio lectura Benjamín Cortés: Por su trayectoria y trabajo, su arte, compromiso y pasión en el panorama de las artes escénicas en la ciudad y el país reconocemos en él no solo al artista, sino al maestro que inspira al compañero que comparte, y al visionario que cree en la capacidad transformadora de las Artes
«Siempre hacia adelante» en la actividad cultural y artística
A InfoUArtes, Barranco comentó que su relevo en el Teatro Sánchez Aguilar es Fabiola Pazmiño, quien lleva muchos años trabajando en el Teatro Sucre de Quito, “es quiteña y se viene a vivir Guayaquil, sé que lo va a hacer muy bien. Quizás no desde el primer día porque a mí también me costó un tiempo coger el pulso a la ciudad, pero seguro que ya lo va a hacer muy bien”.
El tema de la inseguridad que se registra en la ciudad y el país sigue preocupando al ámbito cultural, debido al temor reinante de acudir e incluso programar eventos artísticos y culturales en horas de la noche, Barranco dijo que, en ese aspecto, el Teatro Sánchez Aguilar tiene la fortuna de estar en una zona más segura, porque todo está cerrado y tiene parqueo, “pero no hay que negar la poca asistencia del público a las actividades que se han programado, sin duda alguna, por la inseguridad”.
Por su experiencia, trayectoria y gestión, le consultamos sus impresiones con respecto a la actividad cultural y artística, sobre todo, el teatro. Con optimismo respondió que siempre hacia adelante. “La sociedad es la que puede cambiar un poco. Sí hay un cierto conformismo hacia querer solo cosas que distraigan del día a día, que no hagan pensar…, pero el teatro tiene que servir para removernos, para hacernos pensar. Tenemos que dejar un futuro a nuestras generaciones venideras y ahora que voy a ser abuelo de un nieto ecuatoriano me preocuparé mucho más por eso”.
De la UArtes, Barranco recordó que como un teatro y/o un centro cultural necesita inyección económica, si no la hay y no se continúa con los proyectos todo se para. “La gente que quiere aprender, trabajar y hacer teatro lo va a seguir haciendo pase lo que pase, con mayor o menor precariedad, pero lo va a hacer siempre. No obstante, el Gobierno está obligado a inyectar dinero a la universidad y hacer que siga creciendo. Ahora ha decidido dedicar esos presupuestos a otras cosas, esperemos que eso cambie y que la inseguridad vaya bajando el nivel”.
Fotos: Harold Maridueña/Biblioteca de las Artes