Maestría de Artes Escénicas presenta las obras de titulación de su primera cohorte

La maestría de Artes Escénicas de la Escuela de Posgrados de la Universidad de las Artes dio inicio el pasado viernes 7 de febrero a la presentación de los trabajos de titulación de su primera cohorte, constituyéndose en una oportunidad única para presenciar un despliegue de talento, creatividad y nuevas perspectivas sobre la escena contemporánea.

Así se anotó desde la coordinación de la carrera de cuarto nivel UArtes, que está a cargo de la docente Tatiana Ugalde. La invitación que se extendió vía correo electrónico a la comunidad universitaria para que asista a las presentaciones –mismas que se extenderán hasta el próximo sábado 15– tuvo como complemento una agenda con información sobre las obras, sus títulos, los artistas maestrandos y el equipo técnico que los acompañan en las puestas en escena.

“En la cancha, dispositivo escénico en el espacio público”

Se resaltó también que las presentaciones ofrecen una mirada profunda al trabajo desarrollado en el programa y a los procesos creativos e investigativos de los maestrandos. En el primer día de la muestra se presentaron dos obras: “En la cancha, dispositivo escénico en el espacio público”, de Sandra Gómez.

“¿Cómo es el parque de tu barrio? ¿Tiene cancha, juegos? ¿Vas allí? ¿Qué te gusta hacer? ¿Cómo te gustaría que sea? ¿Qué recuerdos tienes cuando eras niño e ibas al parque?” fueron los cuestionamientos que llevaron a la reflexión de que “al colocar la mirada, el cuerpo y la danza en estos lugares es posible encontrar varias conexiones que inician en la infancia. Las diversas canchas que existen contienen memorias que son parte de nuestro cotidiano”.

Los bailarines conviven y crean la propuesta in situ, proponiendo luego un dispositivo escénico que establece diálogos entre cuerpo, espacio y comunidad. Operan en una escucha a doble tiempo a la vez, en el pasado y el presente; de esta manera se hacen vivas las memorias, así como las arquitecturas, las sonoridades, el paisaje, entre otros.

De su trabajo, Gómez indica en su sinopsis la convocatoria que “En la cancha, dispositivo escénico en el espacio público” hace a los presentes, habitantes y transeúntes a vivir la experiencia escénica en la calle, para pensar los espacios de disfrute y encuentro. “Activando juntos la ciudad como un escenario vivo. Proponer el encuentro para escucharnos, para conocernos, entendernos y avanzar juntos”.

Gómez asumió la dirección de su trabajo de titulación y en la puesta en escena intervinieron con ella como bailarines-creadores Heidy García, Andy Cambisaca y Steven Rivera; en la composición sonora, Roberto Moscoso; vestuario, objetos y producción: Danza en la Calle. Fue su tutor el docente Christian Masabanda.

“Hechizos para reparar un cuerpo roto”

El siguiente trabajo de titulación que se presentó en el primer día de la jornada fue “Hechizos para reparar un cuerpo roto”, de la artista Anna Jácome, fue. El escenario fue la Galería del CIF del MZ14. Allí estuvo Tyrone Maridueña, de la Dirección de Comunicación, quien comparte la siguiente reseña:

No soy el más adecuado para narrar esto, siempre estoy corriendo de un lado a otro y no puedo quedarme en un lugar por más de una hora debido a mi trabajo. Pero considero sano, para mí y todas las heridas que me forman, compartir ciertos ecos de luminiscencia que se hicieron presentes mientras cubría la obra ‘Hechizos para reparar un cuerpo roto’, un trabajo de Anna Jácome, próxima a graduarse de la maestría de Artes Escénicas de la UArtes.

Varias personas de diferentes edades, intereses y creencias se dieron cita afuera del CIF, lugar expositivo de MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes. Muchos eran conocidos y también había rostros nuevos, esto siempre es bueno. Tatiana Ugalde, coordinadora de la maestría de Artes Escénicas, le dio la bienvenida al público, los invitó a inscribirse y unos cuantos recibieron un papel escrito con algo particular para ellos. Luego, la gente comenzó a ingresar y dos personas con dos recipientes estaban al pie de la entrada, la oscuridad no me dejó ver qué era lo que había en los vasos, pero cada persona que ingresaba introducía sus dedos ahí.

Una proyección blanca golpeaba de pronto el rostro de los que estábamos habituando nuestra mirada a la poca luz. Fueron los datos de Feminicidios en el 2019 y el 2020 lo que en verdad silenció el lugar. Los datos desprendían esa violencia necesaria para abrir los ojos y grabarte las estadísticas, para luego aprender que las estadísticas no son solo números, sino hijas, madres, abuelas y hermanas.

Al voltear, la mirada, una serie de palabras denunciantes cubrían toda una pared. La frase que más quedó en mi cabeza fue Cuerpo-Denuncia. ¿Todos los que estábamos ahí éramos esa denuncia? ¿Ese cuerpo? ¿La culpa? Un cuerpo comenzó a moverse entre los cortados rasgos de luz, lentamente comenzó a invocar la memoria de quienes estaban cerca cuando de repente el sonido con más pasado del mundo me atravesó.

Una máquina de coser comenzó a tejer, una máquina de coser como la que usaba mi abuelita Olga. ¿Usted entiende?, una máquina como la de mi abuela que renunció a sus sueños por cuidar a la familia, la que rechazó una beca completa para estudiar afuera porque debía cuidar a su sobrina política, que era mi madre, ahora transformada en su nueva hija, porque mi abuela de sangre murió al dar a luz. Cuerpo-Denuncia, que fuerte me parece esa frase.

La luz pertenece a todos, hasta a quienes no desean sanar. Anna caminó por la única fuente de luz que había y su paso lento triangulaba los movimientos de sus manos hasta que acariciaba a las personas que observaban todo en silencio, respirando despacio, sin interrumpir al proceso. Mientras tanto, una caja en el piso guardaba una forma de ternura y embrujo. Pensé que alguien se animaría a abrirla, pero no fue así. De ella un hilo rojo comenzó a envolver la mirada de todos, a tejer el alma de todos. Anna movió la tensión del hilo, y lo veía con la seriedad de una hoja esperando la siguiente lágrima del cielo para ser eternidad, es decir, solicitando que suceda una transformación.

Muchas veces percibí a Anna como una gigante. A pesar de que caminaba despacio sentía que sus pasos atravesaban el piso y saltaban de un lado a otro en la sala. Al terminar de pensar sobre esto, vi que Anna se dirigió hacia una de las paredes apretando fuertemente la caja que tenía hilos dentro, encima y alrededor de ella; seis lunares blancos simulaban puertas de emergencia.

En las fotos, tal vez se vean como manchas blancas, pero había algo que se escapaba de ahí. En la siguiente estación había un vestido y dos imágenes que sostenían un corazón hecho de hilo rojo. El movimiento-danza entre Anna y las fotografías intervenidas, hizo que me quedara quieto, respiré profundamente y puedo jurar que escuché cómo se rompía un hilo en algún lugar de la ciudad”.

En las bodegas del CIF se exponían diferentes matices emocionales y diversas formas de contemplar al otro desde las heridas abiertas. En uno de esos espacios me encontré con un disparador de afectos, un ramo de manzanilla que colgaba desde el techo atravesó mi infancia y mi presente. Sanar y recordar siempre será un proceso complicado. Recordé los 25 centavos de manzanilla que compré para poner en las fotos durante el sepelio de mi madre, y después en su tumba. Me gusta mucho el olor de la manzanilla. No pude continuar tomando fotos y decidí regresar a mi oficina, entonces leí el papel que me entregaron durante el recorrido:

¿En qué paisaje, casa transcurrió
tu niñez, había un jardín,
tenías tu propia habitación?

Tal vez sanar es invocar y aprender otras formas de arrullar las pesadillas, pero hoy es diferente, ver a una madre siempre repara un poco el corazón. Sonrío por dentro.

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