A la emoción de recibir el título que los acredita como licenciados de la República del Ecuador, en las carreras de Artes Musicales y Sonoras, Producción Musical y Sonora, Literatura, Cine, Creación Teatral, Danza y Artes Visuales, sesenta y cuatro de los 164 graduados de la octava promoción de la Universidad de las Artes experimentaron una más: recibir los reconocimientos Magna, Summa y Cum Laude por los altos promedios obtenidos durante su preparación académica en la UArtes.
“Un logro individual que, indudablemente, se construyó de manera colectiva”, dijo en su intervención Doménica Alcívar Herrera, licenciada en Danza que por el promedio de 9,68 alcanzado durante sus años de estudios obtuvo el Magna Cum Laude y habló a su nombre y el de sus compañeros de promoción en la ceremonia que tuvo lugar este 19 de diciembre en el Pasaje Illingworth del antiguo Palacio de la Gobernación, nuestra sede matriz.
“Hoy nos unimos no solo para celebrar la finalización de una etapa, sino para replantearnos las implicancias que trae consigo la conclusión de este proceso académico. Graduarnos el día de hoy no implica el fin de un camino, sino el reconocimiento de que somos parte de algo mucho más grande, algo que continuará creciendo de manera inimaginable y que ahora es nuestra responsabilidad sostener”, indicó.

Doménica Alcívar agregó que, como muchos de sus compañeros de promoción, durante su paso por la UArtes atravesó un proceso de cambio profundo. Uno que la volvió más consciente y sensible del contexto que la atraviesa como artista y ciudadana. “Inicié esta carrera desde una idea superficial de lo que abarcaba la danza y el arte, que me ha atraído por lo visual del movimiento, sin dimensionar todo el territorio crítico, simbólico y profundamente humano que son capaces de sostener estos lenguajes”.
Comprendió que la danza no solo ejecuta, también piensa, recuerda, cuestiona y toma posición. La danza no es únicamente forma, sino una manera de posicionarse frente al mundo, “donde nuestras creaciones se vuelven un discurso directo de lo que decidimos expresar y también de aquellos que decidimos hallar”.
Que aprendió de la mano de grandes docentes, dijo, acompañada por compañeros y compañeras que desde el cuidado y el afecto hicieron de este proceso un espacio de encuentro y transformación. “Cada una de estas personas fueron y siguen siendo un apoyo fundamental en mi vida. (…) Esta comunidad es mi soporte, es la columna que me sostiene en el mundo y que me permite transitar a través de distintas esferas”.
El proceso de preparación académica estuvo marcado por bellos momentos, pero también hubo desafíos que enfrentar, indicó y detalló: El 2020, al empezar su Nivelación, estuvo marcado por una pandemia que nos transportó al mundo de lo virtual. Le sumó la inestabilidad política y social del país, y más recientemente la crisis energética, junto con la creciente ola de inseguridad. “Varias fueron las veces en las que me pregunté si existiría algún semestre que pudiera culminar sin ninguna adversidad”, dijo.

Reveló que redactar una tesis en medio de apagones de hasta 14 horas no fue tarea sencilla. “Tampoco lo fue regresar a casa totalmente a oscuras con el miedo de ser violentada o llamar a mis padres, desde el otro lado de la ciudad, asustada por el pánico colectivo que atravesamos todos y todas el 9 de enero de 2024, para citar un ejemplo. Aún con todo esto, estoy consciente de que, para muchos, estas crisis significaron problemas más graves, donde sus vidas y derechos se vieron directamente vulnerados”.
Manifestó mencionarlo no como hechos anecdóticos, sino por un llamado a la toma de conciencia, pues mientras lidiaba con las circunstancias expuestas, aun siendo reales se alinean a una posición de privilegio frente a una crisis mucho más profunda que enfrentaba el país: niños desaparecidos, vidas vulneradas y calles inhabitables y cada vez más peligrosas. “Este contraste me hizo comprender que el arte no puede reducirse a un producto momentáneo. El arte es un espacio de memoria, es archivo vivo, es un lugar de alegría y mediación social, donde es posible transformar las realidades que habitamos”.
El título obtenido no los convierte en artistas porque muchos ya ejercían esa labor antes de estudiar en la UArtes, precisó. No obstante, haber llegado hasta este punto los vuelve más responsables de defender el valor de nuestros procesos, de defender el derecho a una educación pública, gratuita y de calidad en artes, de defender el valor del arte no solo por sus cualidades estéticas, sino por su capacidad de cuestionar, de irrumpir, de incomodar y de generar pensamiento crítico. “Estoy consciente de que no será un camino fácil, nunca lo fue, pero sí es el más auténtico y necesario de nuestros viajes”.
Junto con sus compañeros de promoción dijo tener la responsabilidad de trazar las rutas para mediar, sensibilizar y transformar la realidad que compartimos, de tejer redes de soporte colectivo que sostengan comunidades enteras a través del arte y el encuentro. Doménica Alcívar, quien concluyó su intervención agradeciendo a la red de efectos que la sostuvo durante sus estudios: “Mi familia, amigos y amigas, docentes de la carrera que me abrazan a la distancia y sostienen en espíritu. Les agradezco haber estado para mí durante este proceso”.

Camino que empezó con una fractura
El promedio de 9,74 obtenido durante su preparación académica en la carrera de Creación Teatral llevó a Vicente Gabriel Mieles Guzmán a obtener el reconocimiento Summa Cum Laude (considerado el más alto honor) y a intervenir en la ceremonia de graduación. Que dedicaba la distinción a quienes estaban presentes y a quienes siguen siendo parte aún sin estarlo, puesto que nunca se llega solo.
“(…) Este camino empezó con una fractura, una incomodidad mínima que nos atravesó a todos”, subrayó y apuntó que la grieta a la que se refería fue la primera lección y la certeza de que la realidad no es un puente sólido, sino un tejido ventilado lleno de bordes que pueden abrirse. “Comprendimos que el arte no florece en la comodidad, sino en la pregunta. En esa fusión espiritual se escondía la intuición más radical, que mirar al mundo sin cuestionarlo es una forma de renuncia. La academia nos dio herramientas y las preguntas nos fueron formando. Preguntas sobre identidad, representación, memoria, poder. Preguntas que no buscan respuestas definitivas, sino transformaciones continuas”.
Lo establecido se reproduce sin ser pensado e imaginar alternativas es un gesto profundamente político, porque vivimos en un sistema que prefiere que sintamos poco, que miremos rápido, que pensemos superficialmente y que consumamos antes de cuestionar. “Pero aquí estamos nosotros: educados para sentir, para mirar más hondo, para pensar poniendo el cuerpo. (…) Nuestro proceso académico no fue solo un estudio, fue una combustión que quemó certezas y dejó ardiendo la estructura desnuda de lo que somos”.
El fuego no destruyó, reveló y mostró que el arte no existe para decorar la realidad, sino para fracturarla, expresó Gabriel Mieles y añadió: Estudiamos arte para preguntarnos qué país imaginamos. Un país donde la sensibilidad no sea de un grupo, sino un derecho. Un país donde el arte no sobreviva a pesar de, sino que florezca gracias a. “(…) Nos llevamos una llama que nos recuerda que el arte es un territorio de lucha. Una lucha que no se libra con crueldad, sino con sensibilidad, con claridad, con imaginación, con la firmeza de no callar”.
La llama de quienes comprendieron que la sensibilidad es revolucionaria, que la imaginación es crítica, que la creación es pensamiento y que la pregunta, la verdadera pregunta, es una forma de resistencia, manifestó y a sus compañeros de promoción les pidió jamás dejar de preguntarlo todo ni perder el derecho de imaginar todo lo posible. “Seamos fuego, pero fuego que piensa, fuego que ilumina, fuego que incorpora, fuego que crea, fuego que transforma”.
Los graduados y sus reconocimientos
Al igual que Vicente Gabriel Mieles, el reconocimiento Summa Cum Laude también lo obtuvo Juan Eduardo Montenegro Viteri, de la carrera de Cine.
El Magna Cum Laude lo recibieron los graduados Elisa Astudillo Ponce, Daniela Mascaró De La Vera y Alisson Solís Aguirre, de Artes Musicales y Sonoras. Ericka Cárdenas Patiño, Frederick Josué Estrella Chévez, Pedro Guevara Nieto, María José Hidalgo Chicaiza y Yeny Alexandra Sánchez Alarcón, de Artes Visuales. Gabriel Avecilla Camargo y Milene Moina Quimi, de Cine. Bladimir Malaver Sislema y Ximena Pacheco Macías, de Danza. Laura Casanella Rodríguez, Ariana Jordán Castillo, Sofía Rodríguez Calderón, Mara Sornoza Delgado y Darashea Toala Vera, de Literatura.



El Cum Laude lo obtuvieron los graduados de la carrera deArtes Musicales y Sonoras: Luis Bombón Viñanzaca, Obed Moreira Chalco, Odalys Palacios León y Juan Saavedra Calderón. De Artes Visuales: Renata Cervantes Avilés, Cindy Cruz Estrada, María Teresa García, Aithana Gloria Macías, Giuliana Idrovo Reina, Harry Merchán Quimi, Keyla Murillo Altamirano, Eder Plúas Jiménez, Jemima Pruna Leyton, Enrique Rodríguez Loor, Lady Rodríguez Sobrevilla, Ashley Rojas Piguave, Adriana Sánchez Morán, Cristina Santamaria Tirado, Laura Sosa Delgado, Arelys Suárez Rivera, Ivanna Vargas López y Catherine Zambrano Pincay.
De Cine: Sebastián Ávila Celleri, Doménica Jiménez Loor, Emilio Llerena Erazo, Javier Ponce Panchana y Ana Trujillo Cárdenas. De Creación Teatral: Juliana Quille Briones. De Danza: Doménica Arévalo Batioja, Ronald Mejía Naula y Milena Solís Vidal. De Literatura: Génesis Coll Alarcón, Ariana Martínez León, Angie Mero Vera, Amy Morales Salguero, María Pérez Macías, Miguel Pincay Herrera, Karla Salazar Guerra y Liz Vera Cedeño. Y de la carrera de Producción Musical y Sonora: Samantha Caballero Loor, Giordano Franco López, Jordy Gregory Lynch Sacoto, Ronny Ramos Marcillo y Orland Suárez Ordóñez.







