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Cristian León habló en encuentro “Elipsis” del cine de pequeña escala y compartió vivencias e investigaciones

“Hacia un cine de pequeña escala, consideraciones sobre experiencias audiovisuales situadas” es la charla magistral que en la primera de las tres jornadas de “Elipsis, encuentro de cines” brindó el docente, crítico cultural e investigador Cristian León, quien es también doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y magíster en Estudios de la Cultura por la Universidad Andina Simón Bolívar.

Organizada por la Universidad de las Artes y su Escuela de Cine, la cita centró sus diálogos y análisis en el cine recursivo y resiliente, ahondando en la precariedad, el cine universitario y las posibilidades de hacer cine desde Guayaquil, tanto para docentes como para estudiantes.

En la presentación que del ponente hizo el docente Javier Izquierdo, se destacó que las líneas de investigación de Cristian León son visualidad, colonialidad y admisibilidad, arte contemporáneo y diferencia cultural, medios, memoria y cultura popular. Tiene varias publicaciones, entre ellas, “La producción documental, audiovisual, subjetividad y memoria”, “El oficio de la mirada”, “La crítica y sus dilemas en la era poscine”, “El museo desbordado”. “Reinventando al otro” y “El documental indigenista en el Ecuador”.

Cristian León inició su charla mencionando que, acorde a la temática planteada, ligaría tres momentos de investigaciones realizadas del cine ecuatoriano. Anotó que consideraría algunas prácticas cinematográficas periféricas, considerando que nuestro tipo de cinematografía es periférica y con pocos recursos, donde el tema de la industria está en discusión, pues parece que despega y siempre hay algo que frustra.

“Como sucede en países de América Latina tenemos una especie de deseo. Parecía que con la Ley de Cine arrancábamos y se estaba estabilizando la producción anual de largometrajes, la profesionalización… de pronto llegaron una serie de recortes, sumada la pandemia. Esa necesidad de construir esa industria es un deseo”.

Es también deseo de autoridad y que se convierta en una actividad de prestigio, como la literatura y la plástica. También está el deseo de nación, de tener una cinematografía nacional, con identidad e historia “y sabemos que es un deseo porque la historia de nuestro cine ha sido intermitente. Por muchas décadas dejó de hacerse en Ecuador, solo consumíamos el que llegaba de fuera”, precisó León.

Que podemos hablar de un cine mayor, dijo, entendido este como un cine profesional, industrial, nacional que ha logrado construir un lenguaje realista y estéticas legitimadas y reconocidas, avaladas por políticas públicas, todo lo que no tenemos.

Ya entrando en las definiciones, el académico señaló las Prácticas audiovisuales otras, que define a las que sin tener todo lo que necesitamos han logrado generar procesos interesantes y situó algunos elementos de contexto, como el tema del tránsito hacia las tecnologías digitales, la cual se vive con fuerza desde la década del 90, y la apertura de culturas audiovisuales, no solo cinematográficas.

Una serie de prácticas que surgen en los márgenes de la industria, la crisis de cine nacionales, de comunidades, colectivos, pueblos y nacionalidades. Comunidades pequeñas que están situadas en determinado contexto geográfico.

Expresó que el cine tal y como lo entendíamos, vinculados al cine masivo, ha ido desbordándose y yendo a un audiovisual de pequeña escala que está atravesado por aspectos de factores sociales, culturales y políticos y hace referencia a otros usos sociales.

Nos sitúan estas prácticas regionales, locales y formatos posindustriales, que son formas de realización que no tienen que ver con el modelo de industria y profesionalización de la cadena de valor, sino otras cadenas de producción económicas y fáciles de hacer, como las de celular. “No están vinculados al entretenimiento, como el de uso político de todo tipo. Habló de nuevas formas de la tecnicidad y de socialidad de los que producen ese cine, así como la ritualidad, usos, protocolo, rutinas de los públicos”.

Uno de estos cines pequeños que Cristian León anotó haber estudiado es el de bajo tierra, que conjuntamente con Miguel Alvear, con quien hizo la investigación “Ecuador bajo tierra”, lo denominaron así porque es tremendamente importante y les permitió mapear cómo estaban funcionando este tipo de cines amateur, de bajo presupuesto, realizado por no profesionales, realizado en localidades periféricas por cineastas desconocidos y cuya distribución se realiza a través de la piratería y, en la actualidad, mediante las redes sociales.

“Este tipo de cine vinculado a la sensibilidad de las clases populares, marcaba distancia con el cine profesional, son de western, terror y género”, mencionó y trajo a la memoria “Más allá del Mall”, realizado por Alvear y del cual presentó un fragmento.

Así también, Cristian León anotó las prácticas culturales indígenas, que es el uso del audiovisual desde cosmovisiones diversas y de estéticas enraizadas. Cine realizado por personas y colectivos indígenas en el que se habla de la pluralidad de géneros y circuitos, de la descolonización de la imagen y está actualmente en boga en el país.

Proyectó, asimismo, un fragmento de “Killa, antes de que salga la Luna” de Alberto Manuala, un thriller antiextractivista que mezcla las estructuras del cine de suspenso, con el cine negro y las cosmovisiones andinas.

Contó también que había realizado investigaciones y que a partir de su experiencia decidió hacer con dos colegas –Diana Coryart y Noah Zweig– una convocatoria para saber lo que había de los cines pequeños de los Andes, de lo cual se compilaron 17 textos de investigaciones en Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia. Estos los llevaron a pensar en el cine de ficción indígena, en los documentales militantes de pueblos indígenas, en los cines comunitario y barrial, femenino y GLBTI; en los audiovisuales en defensa eco-territorial, amateur, bastardo y cine regional. “Cines subalternos que existen dentro del territorio nacional, que no son industriales”, concluyó León.

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