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Ejercicios de lectura, escritura y dibujo caminantes, claves en taller de David Jarrín; también expuso en Nahím Isaías

Tres fueron los objetivos que el artista David Jarrín se propuso para el taller “Gráficas maricxs, ejercicios para escrituras y dibujitos feo” que dictó en la Universidad de las Artes: realizar ejercicios de lectura, escritura y dibujo caminantes; jugar con las ideas de escritura, dibujo y lectura, desafiando las posibilidades del cuerpo y de las experiencias; y elaborar dibujos-escrituras comunes que ayuden a transmitir sentires, miedos, pesadillas y temores hacia algo libre.

Los cumplió todos, aseguró el artista a InfoUArtes en el diálogo que mantuvo tras el taller y antes de la visita guiada que realizó de su muestra “Está bien no pensar en todas las cosas”, inaugurada en el Museo Nahím Isaías, donde también participó en un conversatorio con la organización Kimirina, moderado por lx alumnus Andrea Alejandro. Ocurrieron en ese orden el 27 y 28 de junio pasado.

El taller fue un espacio de encuentro para propiciar una experiencia afectiva y provocar conversaciones colectivas, críticas y sensibles a partir de las vivencias personales de lxs participantes y las lecturas propuestas por lxs artistas.

En la práctica, David Jarrín propuso ejercicios de escritura y dibujo individuales y colectivos para incitar diálogos, rupturas y horizontes diversos, afectuosos y comunes. Incentivó en sus talleristas una indagación de la escritura como un ser cambiante y torcido, pensándolo desde el dibujo y el tachón. Escribir para dibujar y dibujar para escribir.

“Jugar con las ideas de escritura, dibujo y lectura, desafiando las posibilidades del cuerpo y de las experiencias, a fin de elaborar dibujos-escrituras comunes que ayuden a transmitir sentires, miedos, pesadillas y temores hacia algo libre”.

El taller tuvo los tres momentos: lectura, escritura y dibujo, pero acercó a sus participantes a los límites del cuerpo. “Les propuse leer caminando; si vamos a dibujar, que sea empujado e igual al escribir, que existan esas fuerzas que nos limiten al ejercicio tradicional de los tres momentos”.

Así, en la práctica, la lectura se leer se tenía que susurrar y quien iba a escuchar tenía que estar en una pose que lo tensionara y en ese juego de tratar de escuchar en una forma incómoda y el otro regular la voz para un susurro rompe la lectura. Me gusta poner en tensión cosas que hacemos cotidianamente; en escritura y dibujo fue lo mismo, hubo como ciertas premisas como escribir con la otra mano y con los ojos cerrados, con la boca.

A él le gusta tener un compañero que impida la acción del otro y de esa manera romper y volver a un garabatear. Recuerdo que un profesor decía que solo pueden hacerlo los niños y de adultos solo lo repetimos. Estos ejercicios podrían provocar otras sensaciones hacia otros lados.

Habla mucho de que en su investigación en artes practica mucho el empujar el error y la falla dentro de sus procesos de materialización. Si estoy dibujando y se me mancha quiere decir que el dibujo quiere ir hacia allá y me permite extenderlo, que se manche y arrugue porque así es como quiere seguir expandiéndose.

En la muestra tiene cerámica, textil y dibujo y se enfrenta a lo que ocurra con cada una de sus piezas. Hay intensión. Un ejercicio que la mente procesa y continúa haciendo.

En el taller les dio libertad para crear desde su cotidiano, dijo, haciendo referencia al segundo de sus objetivos, en el que se evidenció el temor y la intensión de cuánto tensionar al otro, volviéndose una cocreación.

En los ejercicios rápidos, la gente que estaba acostumbrada a escribir dibujaba o viceversa e iba experimentándose para realizar al final una lectura caminante, en la que describió lo que había hecho. Hubo sentires muy personales, sexuales y familiares. Sensaciones que fueron liberadas en la escritura, el dibujo y la lectura caminante, expresó David Jarrín.

Añadió que, en su investigación sobre las artes, crea y teje una red de pensamientos en su cabeza, de los que ciertas ideas se activan y van susurrándole al oído en qué y cómo quieren ser convertidas. “Todos estos ejercicios y pruebas crean esa telaraña que se forma en mi mente y después surge la idea, de la que va descubriendo en qué se va a convertir.

La muestra “Está bien no pensar en todas las cosas” el taller, las visitas guiadas y el conversatorio fueron parte de una planeación formativa que David Jarrín tuvo en su estadía en Guayaquil, pues él reside en Quito.

Las piezas de su muestra, revela, surgen de las experimentaciones. Hace más de un año estuvo en una residencia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), La Pajarera, y allí hizo algunas obras, que luego se presentaron en el Salón de Julio y también estuvo en Quito, han ido viajando, razón por la cual considera, junto a Santiago Ávila, su curador, que la exposición no ha concluido, sino que es parte de un proyecto más grande.

“El error y la falla son los terrenos sobre los cuales David conduce su práctica artística, permitiendo que del fuego de la incertidumbre emerjan islas de inquietudes sobre el mundo y sobre sí mismo. En ‘Está bien no pensar en todas las cosas’, David parte de sus experiencias para cuestionar los efectos que ejerce la heteronorma sobre Ixs cuerpxs marikas y propone otros modos de expandir las corporalidades. A través del dibujo, la cerámica y el tejido se materializan propuestas que desencauzan, expanden, deshilachan y tuercen las construcciones que rigen las percepciones sobre las corporalidades disidentes y enfermas, en un mundo que se conduce a su propia extinción”, señala la introducción del texto curatorial de Santiago Ávila.

Señala también que en las obras “aparecen promesas erráticas que transforman escritos en piezas de cerámica, notas médicas que condicionan y prescriben lo que el cuerpo está obligado a consumir como medicina. Estos gestos brotan del padecimiento y el gozo, de temores que se resbalan y convierten en barro cocido. Los pequeños objetos expuestos se desdoblan sobre si mismos para retorcer las historias que no solo se imprimen en la materia, sino también en la conciencia de unx cuerpx marika fijado y etiquetado por un sistema capitalista que oprime y extermina”.

Al final, escribe Ávila, todo sirve para sobrellevar la vida, para acompañarnos en los miedos y extrema preocupación por ver como se desparrama la vida, inequitativa, desierta y solidaria. “La exposición propone formas de perderse que ayudan a atravesar la decadencia y pesimismo, y fluir hacia nuevas orillas propias, sin traducciones. Esta propuesta artística no es un desenlace a la existencia, sino una preocupación por valorar aquello que es frágil y nos permite desaprender para abrir sendas a lo desconocido”.

Fotos: Adriana Arias, del equipo de la Dirección de Políticas e Investigación en Artes y gestora cultural de la exposición en Guayaquil.

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