“Pedagogías críticas”, una de las mesas de diálogo del undécimo congreso de REDU

Con la participación de Paola Sánchez, de la Fundación ChanGo; de Gioconda Coello, de la Universidad Amawtay Wasi; de Andrés Franco, del Instituto Tecnológico Superior de Artes Visuales (IAVQ); y de Juan José Rocha, de la Universidad de las Artes, se instaló en la primera jornada del XI Congreso Internacional de Investigación de REDU (Red Ecuatoriana de Universidades y Escuelas Politécnicas para Investigación y Posgrados) la mesa de trabajo “Pedagogías críticas”. Sucedió este martes 19 de noviembre y en su moderación intervino la docente UArtes Camila Corral, también directora de Investigación y Pedagogía.

La mesa centró el diálogo en visibilizar y aplicar enfoques críticos en educación que respondan a las necesidades y contextos específicos de las comunidades, destacando la importancia de alianzas interdisciplinarias y la recuperación de saberes ancestrales como herramientas para transformar la pedagogía.

La charla, que tuvo lugar en el tercer piso de la Biblioteca de las Artes, inició con la intervención de Gioconda Coello, quien destacó la importancia de las pedagogías críticas para cuestionar los modelos hegemónicos de aprendizaje. Desde su experiencia en la Universidad Amawtay Wasi, la panelista reflexionó sobre la necesidad de una educación intercultural que valore las epistemologías indígenas y propicie una conexión directa con los territorios.

“La educación no puede ser neutra; tiene que responder a las realidades de nuestras comunidades y ser un espacio para revalorar nuestras raíces culturales”, afirmó Coello.

Uno de los ejes principales de la charla fue el desarrollo de materiales pedagógicos enfocados en las culturas originarias. Inspirados en el conocimiento transmitido por los abuelos, estos recursos buscan integrar elementos culturales únicos de cada comunidad, como colores, símbolos y narrativas propias.

Entre los ejemplos destacados se encuentran rompecabezas que representan ciclos de vida, dados habladores que enseñan sobre medicina ancestral y personajes históricos, y materiales Montessori adaptados al contexto comunitario. Estas herramientas fueron probadas con niños de las comunidades para garantizar su efectividad, asegurando que la estética y el contenido reflejen su identidad cultural y no reproduzcan estéticas hegemónicas blancas o mestizas.

Este trabajo no solo generó compromiso, sino que también permitió a los participantes revalorizar el conocimiento ancestral como una fuente clave para el desarrollo educativo.

“La integración de los jóvenes en estos procesos garantiza la continuidad de las tradiciones culturales y su incorporación en el sistema educativo nacional. Es una apuesta por una educación más inclusiva y diversa”, señalaron los panelistas.

Para reflexionar sobre el poder transformador de la educación intercultural y la poesía como herramientas de lucha y dignificación. Con un enfoque en comunidades indígenas y afrodescendientes, los ponentes exploraron cómo los recursos pedagógicos y la palabra poética pueden promover el conocimiento ancestral, la identidad cultural y la justicia social. Juan José Rocha y Gioconda Coello compartieron un hecho histórico de la literatura ecuatoriana: la obra “Las cruces sobre el agua” de Joaquín Gallegos Lara, sustentada en la matanza obrera del 15 de noviembre de 1922, correlacionándolo y compartiendo un poema ambientado en palestino:

“Quienes visten cufilla tienen prohibido honrar a sus muertos. Y recorrer los olivares sembrados hace cientos de años por sus abuelos y abuelas. Las abuelas recuerdan que pasaron 975 lunas crecientes desde que la estrella de David destacó a Palestina y sus familias en Gaza ya no llora de sueño. Las alarmas suenan intermitentemente por los bombardeos. No hay horario de escuela ni recreo, no hay horario de comida familiar en las calles. David se convirtió en Goliat y atormenta a los niños y se devoran sus sueños, se devora sus bases, sus pasos. Pero ya se devoran sus vidas. Afuera, el otro rincón es del planeta. Los grandes medios dicen que el niño miliciano, el niño palestino era miliciano, que los libros de su mochila simulaban el peso de cuando el miliciano llamaría bombas y piedras contra la Cortina de Hierro”. Fragmento de un poema del libro “La resistencia”.

En el ámbito de la palabra, la charla destacó la poesía como una herramienta político-pedagógica. En contextos de lucha social, particularmente entre pueblos indígenas y afrodescendientes, la poesía emerge como una forma de resistencia y dignificación.

“La palabra poética no solo construye identidad, sino que refuerza el enraizamiento en el territorio. Es un acto ético, estético y político que dignifica las luchas populares”, coincidieron los ponentes.

En el desarrollo de recursos pedagógicos comunitarios, los abuelos desempeñan un papel central como portadores de conocimiento. Desde esta base, los jóvenes han creado materiales que integran elementos culturales específicos, como colores, símbolos y narrativas representativas de sus comunidades.

Ejemplos destacados incluyen rompecabezas que reflejan los ciclos de vida y materiales Montessori adaptados a los contextos locales. Estos recursos no solo buscan enseñar, sino también visibilizar las tradiciones culturales de manera innovadora.

Antes de implementar los materiales, se realizaron pruebas en las comunidades con niños y niñas para garantizar que los recursos fueran accesibles y efectivos. Uno de los principales objetivos fue evitar la hegemonía de representaciones blancas o mestizas, fomentando en su lugar una estética que refleje la diversidad cultural de las comunidades.

“La palabra poética es un instrumento ético y estético que refuerza la identidad y el arraigo territorial. En las luchas populares, se convierte en una forma de resistencia frente a las desigualdades y las imposiciones culturales”, señalaron.

Para el último panelista, Juan José Rocha, la palabra y la educación son mucho más que herramientas. Son actos de resistencia y creación. En un contexto donde las crisis ambientales, económicas y sociales amenazan la existencia misma de comunidades históricamente marginadas, la poesía y la pedagogía emergen como instrumentos de reconfiguración social. Así lo sugiere el concepto zapatista de “voz corazonada” que integra ética, estética y política en un proyecto revolucionario de educación y acción.

Este enfoque se refleja en las pedagogías emancipadoras que, como señala Piñeiro Barbosa, trascienden los límites de la educación formal para reimaginar una praxis educativa basada en valores comunitarios y decoloniales. Las luchas indígenas, afrodescendientes y populares no solo rescatan la memoria histórica, sino que generan conocimiento desde una perspectiva propia, integrando las historias silenciadas en un marco de reexistencia.

En palabras de Paulo Freire, “la pedagogía es un acto de esperanza y liberación.” La poesía, como herramienta político-pedagógica, es un vehículo para narrar y transformar la realidad. Escribir un poema puede ser un acto de sanación, una forma de desvelar verdades ocultas o de enterrar semillas que germinarán en calles y comunidades. Este poder transformador resuena en la canción Si queremos del grupo chileno Japop, que invita a inventar una “historia nueva” desde la poesía y la acción colectiva.

La poesía no es un lujo ni una expresión individualista; es una convocatoria para hacernos cargo de nuestro tiempo. Como lo plantean las pedagogías zapatistas, la educación debe ser un espacio de autonomía y de resistencia frente a las imposiciones coloniales. La palabra, transformada en acción, se convierte en una herramienta de cambio, que modela no solo futuros posibles, sino también realidades tangibles en el presente.

Desde esta perspectiva, la educación no debe limitarse a la transmisión de información, sino que debe ser un proceso de construcción colectiva de conocimiento. Freire critica la “educación bancaria” que deposita datos sin fomentar el pensamiento crítico. En contraste, la pedagogía crítica transforma la palabra en acción consciente y el aprendizaje en una herramienta de liberación.

Los pueblos indígenas y afrodescendientes han liderado estas pedagogías al articular sus luchas con la creación de territorios educativos y políticos propios. Barbosa identifica cuatro puntos cruciales en esta propuesta:

  1. La reconfiguración de la historia y la memoria, que rescata relatos subalternos.
  2. El territorio como espacio para la reexistencia y la resignificación de las luchas.
  3. La autonomía como proyecto político basado en la vida comunitaria.
  4. El arte como compromiso ético y político

El arte, como la poesía y la educación, debe responder a una ética de transformación social. La pregunta sobre si el arte debe limitarse a lo bello encuentra su respuesta en las prácticas artísticas comprometidas que resisten la tiranía, transforman el presente e imaginan futuros colectivos. Como los abuelos en las comunidades indígenas enseñan: el pasado no es un peso inmutable, sino una fuente de sabiduría para inventar nuevas formas de existencia.

En este cruce de poesía, pedagogía y lucha social, emerge un sujeto pedagógico que reconstruye su caminar histórico, integrando las luchas del pasado con las demandas del presente. Desde esta perspectiva, escribir, enseñar y resistir se convierten en actos profundamente revolucionarios. También el docente Juan José Rocha compartió un trabajo de elaboración arsenal de una tortuga que realiza sonidos como símbolo de una pedagogía resonante. 

Texto y fotos: Eleinn Rivera, estudiante de la Escuela de Literatura UArtes.

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