“Siempre efímeros, nunca sin memoria”. La curadora, investigadora y docente de la Universidad de las Artes, María Fernanda López, dijo mantenerse con ese lema, pues es importante revisar y tener en cuenta las acciones que se realizan en torno al arte, en particular del Arte Urbano cuya cátedra impulsó y se mantiene en la UArtes. “Hay acciones comprobadas de un trabajo sostenido de nuestras exalumnas. Amy Jaramillo está trabajando con su productora Gato Negro y me he alineado con ella para poder generar el Graffiti Ecuador Festival; Noé Villena tiene el proyecto Casa Villena que se gestó en la materia de Gestión y Política de la cultura y ha servido para que compañeras de las artes literarias, escénicas y visuales puedan ocupar el espacio, pensando en que somos una red y no islas independientes”.
López, conocida en la escena artística como Mafo, compartió estas apreciaciones durante y al término de la mesa de diálogo “Artes, mujeres, memoria y espacio público” que dio inició al coloquio “La investigación-creación en la UArtes” de la VIII edición del Encuentro Internacional de Investigación en Artes, organizado por la Universidad de las Artes y el Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes (ILIA), misma que se inició este lunes 29 y concluirá el viernes 3 de octubre.

Justamente, las alumni mencionadas por Mafo López participaron en el diálogo propuesto junto con la también docente UArtes, Natalia Marcos, licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, magíster en Estudios de la Cultura por la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador e investigadora cuyas áreas de trabajo y activismo se encuentran en los estudios políticos y culturales latinoamericanos, estudios de género y luchas feministas en América Latina.
Es importante tener estos diálogos intergeneracionales, hablar con nuestros alumnos y alumnas y aliarnos, generando estas interacciones, expresó Mafo López, quien trabaja muy de cerca con muchos de sus estudiantes y mencionó, entre otros accionares al Club de Prácticas Curatoriales Contemporáneas conformado en la UArtes, el cual se está convirtiendo en un semillero, y a otros proyectos que nace en la cátedra de Gestión y Política de la Cultura y se sostienen. Si alguien viene a cuestionar que se está haciendo en el ámbito de la educación en artes, la respuesta es a través de sus alumnos y alumnas y de nuestras propias prácticas. “Siempre digo que soy una académica mestiza, ochenta por ciento praxis y 20% libros. Estoy accionando en las calles y en los museos”, anotó. Contó también que, para fines de este año, con Emergencias Curatoriales, otro proyecto que impulsa, tiene dos exposiciones, una de ellas es de un artista urbano que entra a la reserva del Centro Cultural Metropolitano en Quito.

En sus exposiciones, Amy Jaramillo y Noé Villena compartieron los pasos que dieron para impulsar los proyectos puestos en marcha: productora Gato Negro y Casa Villena, respectivamente. Lo han hecho en autogestión y con muchos esfuerzos. Noe señaló, por ejemplo, cómo desde cero fue creando el espacio, una casa familiar en abandonó que fue levantando con recursos propios, lográndose luego conformar un grupo de apoyo para gestionar las actividades. “Nos ayudamos mutuamente para entender y organizar todas las dinámicas, ya que cualquier tipo de actividad necesita colaboración, ya sea de alguien que esté en la puerta, que ayude a limpiar, recoja materiales o instale equipos.
El proyecto Casa Villena está vinculado, principalmente, con la comunidad universitaria que conoce de su propósito y funcionamiento. No hay una institución pública asociada al proyecto. “Todo se sostiene mediante autogestión, lo cual a veces complica la realización de actividades porque el espacio carece de equipos específicos de sonido e iluminación. La falta de recursos se debe precisamente al enfoque autogestionado del lugar. Nuestro objetivo principal es que las actividades dentro del lugar generen vínculos más amplios con quienes viven cerca. Intentamos, además, involucrar a los comerciantes locales y habitantes del centro de Guayaquil en las propuestas”, dijo Noé, subrayando el objetivo de que el público no se limite únicamente a quienes residen en el sector o a personas vinculadas a la UArtes. “Buscamos fomentar una interacción abierta con diversos grupos y comunidades”.
En su exposición, Natalia Marcos se refirió a la situación que vive el país actualmente. El paro y los hechos que se han suscitado por la represión. El suyo fue un análisis sobre la memoria, la protesta social y las políticas neoliberales desde el 2017, en los gobiernes de Lenin Moreno, Guillermo Lasso y el actual; de cómo los movimientos sociales, mujeres, feministas, indígenas trabajadores y estudiantes han desafiado esas políticas.

La audiencia tuvo varias inquietudes. Una, en particular, hizo referencia a lo que como artistas y gestores se podría hacer para reeducar en torno a la inseguridad que se vive en el país y que, en muchos ámbitos, está siendo tomada como normal y hasta cotidiano. “Se está normalizando no poder salir tranquilos”, anotó una estudiante. Marcos respondió que, al menos en el trabajo de docentes, se está tratando de generar las contrapedagogías de la crueldad, que normaliza y desensibiliza a la sociedad de las múltiples violencias y hacerlas parecer como cotidianas e inevitables. Desde los colectivos feministas, artísticos, el arte de calle y la academia estamos presentando algunas propuestas.
Anotó también que este miércoles 2 de octubre se desarrollaría una asamblea universitaria en la tarde “para tomarnos el espacio público, conversar vernos las caras. Resistir más que hablar de educar, señaló Marcos, quien prefiere usar esa palabra porque no se trata de algo obligatorio. Existen numerosas propuestas y contrapedagogías que surgen desde diversos espacios, ya sean cotidianos, colectivos o incluso personales. Lo personal también es político: entablar diálogos con nuestra familia, compañeros, parejas, hijos e hijas, así como ocupar el espacio público para cuestionar lo establecido y lograr que la sociedad sea menos insensible a ciertos temas. Los medios de comunicación tienden a convertir la violencia en espectáculo, reduciendo situaciones graves a simples titulares como “un feminicidio más” o “un muerto más”. Muchas veces, ni siquiera se manejan con ética. Por ejemplo, en lugar de decir “un manifestante fue asesinado por las fuerzas armadas” escriben “muere un manifestante”, invisibilizando la responsabilidad. Es un trabajo que no tiene fórmulas mágicas ni soluciones inmediatas; estas resistencias son constantes y necesitan ser sostenidas en el tiempo.
En el diálogo también se habló de la necesidad de comunicarnos entre nosotros y mirarnos. Nos falta comunidad y sostenernos. Ir construyendo comunidad, se dijo.
Texto: Carmen Cortez/Dircom.







