En el Pasaje Illingworth de la Gobernación, sede matriz de la Universidad de las Artes, se desarrolló la “Jornada artística: Entre ritmo & percusión”, con el propósito de integrar a las personas de la tercera edad a los dinamismos que se articulan desde los proyectos de Vinculación con la Comunidad. Participaron la Coral Ánima, que dirige la docente Yanella Duarte; la agrupación Las Raíces del Chota, con el Baile La Bomba; y el ensamble Marimbeando Sabroso de la Escuela de Artes Sonoras. Narda Murillo, estudiante de Literatura, comparte una crónica de la actividad.
Integrados por el ritmo y la percusión
Dicen que todos los edificios viejos albergan fantasmas, desconozco si el edificio del Palacio de la Gobernación posee su propia leyenda urbana, lo que sí sé es que aquel viernes 31 de mayo bailaron todos, bajo alguna especie de hechizo el piso vibró y las almas de los presentes disfrutaron de la celebración que se dio a lugar en el Pasaje Illingworth, un espectáculo conformado por tres actos donde los desconocidos necesitaron una sola cosa para disfrutar los unos de los otros: la música.

El show empezó con una introducción de Yanella Duarte, quien le comentó al público de qué trata la iniciativa del proyecto “Bibliotricimoteca”, que tiene como propósito cortar esa brecha e invitar a la comunidad a ser parte de la Universidad de las Artes. Sin nada más que agregar, el público más que encantado recibió con aplausos a los adultos de la tercera edad que integran la Coral Ánima, quienes ya ubicados en el escenario y acompañados por la música conmovieron con la canción “Violencia”, que se ajusta al contexto que atraviesa el país. La segunda interpretación provocó las ganas escondidas que tenían los presentes por bailar, a ritmo de “Se va el caimán” el público empezó a mover los pies todavía tímidos.
No terminó ahí, luego el grupo de baile Las Raíces del Chota le dio cátedra a los presentes de cómo bailar la bomba sin perder cordura, ni botar la botella que llevaban en la cabeza Rosa García y compañía. El público empezó a pararse de sus sillas porque los pies se lo exigían. Secretamente, vi cambiarse de lugar a una de las presentes, nadie sabía, pero un plan estaba cociéndose. De pronto, los presentes sintieron el llamado de la música y terminaron decorando el escenario de pisadas rítmicas junto con las bailarinas y ese sería el principio de un tácito llamado.


Tenía que finalizar el espectáculo, no sin antes de la presentación del ensamble Marimbeando Sabroso a cargo Orlin Montaño, docente de la Escuela de Artes Sonoras, quien se tomó unos minutos para explicar las raíces de aquella música, tanto religiosa como de fiesta. Lo que no se le advirtió al público es que dicha música estaría a punto de embriagar por completo a todos los presentes y así ocurrió. Aquella señora que se cambió de lugar sacó decidida a bailar a todo aquel que le haya puesto el ojo y en cuestión de un parpadeo el Pasaje Illingworth se convirtió en el paisaje completo de una fiesta donde estudiantes, administrativos e invitados se convirtieron en una sola masa.
Aunque todo lo bueno ─relativamente─ tiene que finalizar, de aquella jornada me llevo las palabras de Lourdes Suárez, integrante de Coral Ánima, quien comentó que la música y el baile son la manifestación más pura del ser humano y esta nos hace encontrarnos como verdaderos hermanos con las otras personas y esa mañana no fue la excepción.

Texto: Narda Murillo, estudiante de la Escuela de Literatura.
Fotos: Carla Erazo Santana y Narda Murillo, estudiantes UArtes.