Logo-UArtes-white

Representantes de espacios y centros culturales analizan gestión en artes

Con la participación de Juan Carlos Vargas, de Espacio Onder; Paulina Briones, de Casa Morada; y Jorge Osinaga, del Centro Cultural Mango, se desarrolló este miércoles 21 de junio el tercer Micrófono Abierto, como parte de la jornada inaugural del 3er Encuentro de Políticas y Economía de la Cultura, organizado por el Observatorio de la UArtes.

El estudiante UArtes Juan Felipe Paredes, quien es también curador y editor, intervino como moderador. El diálogo con Vargas, Briones y Osinaga fue en torno a los centros culturales y espacios para la gestión de las artes, a fin de conocer los modelos de gestión que cohabitan en la ciudad y saber de sus experiencias, retos y aportes para sostener las propuestas.

¿Cómo entienden la sostenibilidad de sus proyectos específicos pospandemia y en medio de la crisis de inseguridad que vive la ciudad y el país?, preguntó Paredes a los panelistas. Osinaga comentó que el poscovid los golpeó bastante y que han estado un poco como malabaristas, lo cual es importante. La supervivencia se enfoca en esa persistencia.

En lo económico, agregó, la librería y el centro cultural tuvo su auge en la venta en línea porque la coyuntura de la pandemia permitió que se desarrollará. El proyecto se ha sostenido con otras formas de financiamiento, como montar un espacio café-restaurante y, por la noche, a partir del miércoles, la realización de eventos. Respecto a la violencia contó que todos los negocios de donde se encuentra –Urdesa– han sido asaltados, lo cual los limita a atender solo actividades específicas. “Perjudica porque la noche es cuando se producen las actividades artísticas”.

Acerca del trabajo de la Casa Morada, Briones manifestó que ha sido itinerante, pues ha estado en diferentes lugares del Norte y Sur de la ciudad; se ha basado en la autogestión y dado una nueva cadena de valor a los libros usados, lo cual ayuda a sustentarse, pues desde los inicios tiene el espacio Garaje de Libros. “Cuando pienso en ese modelo, que en un momento fue el único que teníamos, pienso también en esa pregunta de si está por dentro o por fuera de lo institucional, mi respuesta es que está más allá de la institucionalización, pero que termina institucionalizándose”.

Briones señaló que cuando se piensa en un modelo cultural lo que al principio puede ser una emoción, un deseo que convoca, tiene que replantearse todas las veces que sean necesarias. Eso ha ocurrido con la Casa Morada. En pandemia, como librería funcionaron bien y como editorial fue el tiempo que más publicaron. Acabada la pandemia volvieron al inicio. Realizan actividades que tienen que ver con formación, hacen lectura y escritura, así como un trabajo editorial que les obligaba a pensar más allá de su espacio. El año pasado ganaron fondos concursables y agilitó muchas cosas y llevó a pensar en otras posibilidades desde lo público.  

Vargas manifestó que en tiempos de pandemia Espacio Onder se tuvo que replantear. “(…) Fue el mejor momento para la venta de obras y difusión en redes, hasta pensamos que se quedé (bromeó), pero se extrañaba ya la presencialidad y el contacto con la gente”. Los replanteamientos no concluyeron, añadió, pues surgieron más necesidades de cambios y formatos. Junto con su socio hicieron una casa para artistas, generaron talleres y surgieron más interrogantes. Hay que asumir esos cambios, desde el lugar que se habita. Ahora están pensando, incluso, de quizás hacer un alto.

Por la experiencia en tiempos de pandemia, que a las librerías no les fue mal porque la gente quería material de lectura en el confinamiento, Vargas dijo que se sigue relacionando el consumo del arte con el ocio, lo cual lo lleva a reflexionar en que hay que trabajar más con los públicos en ese aspecto.

Osinaga comentó haber coincidido con Briones en que mayo y junio han sido malos para las librerías. Se han activado un circuito de pequeñas ferias a nivel local, provincial y nacional. Lo dijo porque consideró que en estos momentos la itinerancia es una opción. “Es más complejo porque hay que sacar presupuesto para movilización”, expresó, pero hay que hacerlo, como también el replanteamiento de las estrategias y de los modelos para sostenerse.

Briones hizo referencia a todos los espacios que existen en Guayaquil para hacer diferentes actividades artísticas, como las ágoras de los parques. Casi todas están de cara a lo externo, a la vida fuera de la interioridad de un espacio específico, lo cual es válido y nos hace pensar en el siglo XXI y no en el IXX, pero el problema de inseguridad hace que esos espacios sean imposibles. “Es cuando pensamos en la integralidad, importante cuando se piensa en los proyectos culturales; es un tema de educación constante y que nos atraviesa el tiempo y puede ser desgastante”.

Cobertura/Texto: Carmen Cortez

Comparte esta nota