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En Pos°Sur, Enrique Aguirre hizo práctica de fotografía documental y mostró archivos de Ernesto Fierro del Ecuador 1920-1930

En Pos°Sur, encuentro de sonoridades y visualizaciones organizado por la Escuela de Posgrados de la Universidad de las Artes, el fotógrafo, productor y realizador audiovisual Enrique Aguirre dictó el taller “Práctica en fotografía documental contemporánea” y la conferencia “Ernesto Fierro, revelando el archivo del diletante: obra inédita entre 1920 y 1930 del Ecuador”. Sus intervenciones se desarrollaron durante la cita, que tuvo lugar del 22 al 24 de julio en el MZ14 Centro de Producción e Innovación UArtes.

El taller apuntó a estimular la creatividad de los estudiantes en la creación del discurso fotográfico mediante un proyecto documental imaginario y explorar tendencias de la fotografía documental contemporánea de autor; se ahondó en la fotografía documental con énfasis en la contemporánea, donde hay un reconocimiento a elementos subjetivos, puesto que con la documental imaginaria se buscó poner en escena la relación con el mundo exterior en la captura de la imagen a partir de sensaciones y sentimientos de quien toma la fotografía.

Algunos llaman al documental imaginario como documental de autor, anotó Aguirre y señaló que es porque viene a representar la idea de lo imaginario a partir de ese autor. No obstante, explicó que al hablar de imaginario se enfatiza de dónde viene. Es una relación de realidad, memoria e imaginario porque no puedo imaginar si no tengo memoria y la memoria es cómo me relaciono con el mundo.

Agregó que el documental imaginario está más asociado con las poéticas y metáforas. “Son diferenciaciones academicistas”, dijo, subrayando que del taller lo que le interesó fue la práctica. De allí que sus participantes salieron a las calles a realizar registros fotográficos. Les preguntó por el olor de lo hallado en el camino y los colores que vieron y una vez identificados colores y sensaciones les pidió convertir una imagen más consciente en el interior y a partir de ello mirar el exterior y comenzar a registrarlo y ver qué ocurría.

En el documental tradicional negamos lo subjetivo o queremos controlarlo y minimizarlo para que la realidad objetiva de fuera hable, indicó el tallerista. “El documental imaginario libera la subjetividad y deja que fluya y sea protagonista en esa relación con el mundo de afuera y que se manifieste también en términos formales, entonces con el lenguaje fotográfico nos permitimos intervenir, modificar y alterar la realidad”.

Álbum familiar, único archivo

Antes de su arribo, Pos°Sur señaló a Enrique Aguirre como un fotógrafo consumado que recrea el pasado familiar en un álbum fotográfico que atesora como el único archivo que sobrevive de su tío Ernesto Fierro. El tallerista recuerda las historias narradas de sus mayores, reconoce los personajes que sobreviven al tiempo para convertirse en custodio de la memoria de la pequeña élite social quiteña enclavada en los pliegues de la cordillera de los Andes.

Justamente, en la conferencia que tuvo lugar el 24 de julio, en la Plaza Pública del MZ14, Enrique Aguirre se refirió a ese álbum que trascendió las fronteras de lo familiar. Su presentación la hizo la doctora Olga López, vicerrectora de Posgrado e Investigación en Artes, quien destacó el intercambio entre instituciones de educación superior, puesto que el invitado es docente universitario en Colombia. “Los convenios no tienen sentido, sino se los materializa en encuentros, actividades, investigaciones, producción artística y publicaciones”, manifestó.  

Una afición que genera obra inédita

Enrique Aguirre señaló a Ernesto Fierro como un diletante, en alusión a quien disfruta de lo que hace sin tener mayor compromiso que hacerlo por placer. Nunca fue un profesional de la fotografía ni vivió de ella, sin embargo, con el conocimiento, la formación y el nivel de comprensión que adquirió en su educación y de sus viajes por Europa y Estados Unidos hizo fotografías que constituyen una obra inédita del Ecuador de 1920 y 1930.

Además del conocimiento, de sus viajes Fierro trajo al país todos los equipos, los cuales instaló en su hacienda, ubicada en el norte de Cayambe. Provenía de una familia acomodada que vivía de las haciendas, donde tenía caballos finos. Él se dedicaba a jugar al polo, era un sibarita de la vida y la fotografía hacía parte de ese mundo del buen vivir que tenía, un dandi a su manera

En la hacienda, Fierro montó un estudio, el cual también llevó a Quito, donde tenía un laboratorio, siempre con un propósito aficionado. Aguirre, por sus vínculos familiares, se acercó a algunos archivos que se custodia como un álbum familiar y en ese ejercicio de dialogar y presentar a la familia a través del álbum –y con un ojo más formado en la fotografía– empezó a reconocer ciertos niveles estéticos y técnicos en el lenguaje y la elaboración de las imágenes, haciéndole comprender el valor que tenían.

Fotógrafo autorreferencial

Ernesto Fierro fue un fotógrafo autorreferencial frente a su misma clase social y allí radica uno de los valores de su trabajo, pues tuvo la familiaridad y confianza para acercarse a momentos y hechos de esa pequeña clase social de Quito, lo cual ningún otro fotógrafo tendría; generó memoria al permitir conocer cómo era el Ecuador de aquella época visto por alguien como él. “Por ejemplo, las imágenes de indígenas del siglo XIX son muy idealizadas. No son cuestionadoras ni de denuncia ni de rescate de una identidad y una etnia, sino más romántica de alguien que las ubica en el paisaje acorde a la tradición de las estéticas que él había conocido y vivido con toda su influencia europea”.

La idea de reivindicar la memoria tiene para Aguirre una carga ideológica fuerte. Indicó no creer que Ernesto Fierro se lo haya planteado igual, sino que se trataba del gusto por tomar la foto y decir esto somos. Anotó que hay momentos interesantes de la obra del “diletante”, como el gesto teatral que tuvo al disfrazar a quienes fotografiaba. “Trajo un baúl lleno de ropas tradicionales de distintos lugares y se hizo autorretratos como gaucho o dandi inglés; casi un precursor de fotografía de moda, sin pretender serlo”.

Aguirre mencionó que Fierro trajo también al país una modelo de Estados Unidos para tomarle fotos, vistiéndola, asimismo, con varios trajes. Hay toda una puesta en escena, seguramente muy influenciado por su educación francesa. Eso también era Ecuador, una casta social que quería vivir como los otros, incluso en sus entornos interiores”.

Aporte a la historia de la fotografía del país

Sus indagaciones en torno a las fotografías de Ernesto Fierro las inició por un tema familiar, por tanto, lo unen vínculos afectivos muy fuertes. “El custodio de esos archivos es un tío a quien le tengo mucho cariño y dije que en ese álbum había un valor más allá de la memoria y que me gustaría explorarlo”. Aunque lo sigue haciendo, considera que es menos el tiempo que le hubiera seguir dedicándole, pues vive en Colombia, donde trabaja en una universidad y tiene muchas ocupaciones. “Es en pandemia que me propuse analizar su trabajo. Lo tenía como una tarea pendiente y por el confinamiento en tiempos de pandemia hubo tiempo”.

En la conferencia, Aguirre hizo una lectura comparativa de las fotos de Ernesto Fierro con las de otros fotógrafos, “un trabajo de contextualizar la época en la historia, de recopilar información de él”. Su preocupación a futuro, expresó, es aportar a la construcción de la historia de la fotografía del Ecuador, la cual aún hay que escribirla. Que le gustaría, añadió el catedrático, llevar el trabajo que realiza a un nivel de investigación más profunda, como un aporte a la historia de la fotografía ecuatoriana.

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